jueves, noviembre 09, 2023

LAMENTO GRONE

Actor: Coco Gutiérrez / Foto: Sebastián Mazuelos / Barrvnto. Septiembre 2023.

Quisiera gritar un gol pero me sale espuma / el tiempo de gloria ha sido una fiesta post pandemia / han hecho de la previa algo tan masivo como el partido mismo / esto es fútbol y el fútbol es vida / la vida, según mi criterio de poeta / es como el registro de un electrocardiograma / subes y bajas y en esa intensidad se va reflejando la vida / ganas y pierdes cada segundo de tu vida / en la cotidianidad de las calles de La Victoria la vida transcurre a un ritmo intenso / la alegría les pertenece / seguramente al otro lado también hay fiesta y con sus rituales urbanos / por aquí hay salsa y sabor / ahora un sabor agrio de la derrota / como la historia de Barrunto / Alianza pierde el clásico del siglo / y luego muere Sandro Baylón / Así es Alianza / entre el último día del 99 y la madrugada del 2000 murió uno, el capitán / pero antes, en el 87 ya habíamos perdido al capitán, al entrenador, al equipo completo y a once barristas / y desde ahí / surgió de la nada del mar un nuevo equipo / diez años después pudieron lograr el campeonato nacional / eso es el fútbol y eso es el Alianza Lima, un vaivén de sensaciones / de intensidad / .  / en la previa del partido la gente bailaba, bebía, gritaba, aplaudía, reía. De pronto, un mal hincha, que hay miles, lanzó un coete que disparo hacia alguien que le quemó la cara / el pata se fue al baño de la tía Pocholita Corazón Para Tomar, y volvió con la cara llena de heridas, el brazo también lo tenía lleno de quemaduras / sus amigos le decían que se vaya a a una posta / pero seguía grogui / el coete le había caído en la cara y en su reacción el fuego le tocó los brazos / quedó tirado como el Condor Rojas en el Brasil Chile donde suspendieron el partido / en este caso al hincha de Alianza sí le cayó el proyectil / el amigo no hizo caso / siguió tomando cerveza helada / pero cuando pasaron las horas y el partido se acercaba / la cerveza ya te la daban tibia / entonces el amigo se comenzó a sentir más acalorado y entró en cuenta que tenía quemaduras serias / y se fue / pero antes vendió su entrada y triplicó su precio / le habrá servido para algo en emergencias / . /  De pronto, la fiesta del Alianza se convirtió en una batalla campal motivado por la frustración de no ganar / horas antes, hordas blanquiazules iban en turba por la vía expresa y le quitaron la motocicleta a un policía / un loco calato se subió y zigzagueando agarró vuelo y se arrancó con la moto / la gente inmortalizó el momento en las historias de Instagran / La gente aplaude y valida cuando degradan a los tombos / no se les tiene respeto sobre todo cuando forman tumulto y el anonimato se hace masa traicionera.

Yo voy al estadio Matute desde que tengo cuatro o cinco años / mi padre me llevaba junto con mi hermano Rafo y pasábamos los tres con una sola entrada / mi papá encomendaba a mi hermano con algún señor que estaba en la cola y yo iba con mi papá / un adulto podía pasar con un niño / pero hubo un año que ya no nos dejaron entrar porque ya éramos niños de catorce / nos quedamos afuera y Alianza perdió / escuchamos los goles contrarios por radio programas y los gritos de angustia desde la tribuna / Así hemos vivido resultados de vergüenza. Como el gol de Baroni en sur, luego del baile que Nunez le hizo a Bam Bam Valencia / recuerdo esa derrota del 93 porque al salir, con mi hermano estábamos tan borrachos que el carro se nos perdió entre las calles de Mendocita / antes por ahí nadie pasaba / solo se podía estacionar / pero ahora todos venden cerveza, comida, ponen música o ponen el televisor para ver el partido / ayer que jugaba la final Alianza habían anunciado una orquesta / la gente ya estaba sabrosa / la gente de la barra que se organiza para manejar los cánticos y las banderolas que se cuelgan en la tribuna / Todo eso me ha fascinado desde siempre / toda esa cultura que se hace basado en la blanquiazul / por eso escribí el cuento Barrunto, que ya tiene 23 años y que gracias al aporte de importantes artistas ha trascendido a otras esferas como el cine, el comic, el ensayo social y el teatro.

Este año, con la autoría del actor y dramaturgo Herbert Corimanya, se pudo estrenar por todo lo alto la obra teatral BARRVNTO, cuyo eslogan comercial fue 'la obra que todo hincha de Alianza debe ir a ver'.

Y sí que fue la gente, se fueron sumando hinchas con sus camisetas y llenaban la sala. No vi en toda la temporada de septiembre que haya salido alguien de la obra con cara de insatisfacción, por el contrario, la gente salía extaciada, salía más hincha que nunca / .  / tanto así que comenzamos a hacer llaveros y pusimos un módulo para vender el libro 'Soy de Alianza', del gran autor Martín Roldán.

La temporada fue un éxito. Sin embargo / es importante hacer mención que recibimos apoyo de la barra aliancista, y gracias a su aporte pudimos ponerle un sello de calidad única / Pero de parte de la dirigencia solo recibimos indiferencia / Un ninguneo al punto que llegamos a la conclusión de que la administración actual estaba ocupada por hinchas apasionados / el sesgo se manifestaba por el poco interés de apoyar una ambiciosa propuesta cultural que podía impactar no solo en los hinchas, sino también en los propios deportistas / Aún recuerdo que había un dirigente dueño de un colegio / Constantino Carvallo, cuyo colegio Los Reyes Rojos permitió que una generación de Alianza Lima tenga un chip distinto / fue una generación con una mentalidad competitiva / con ganas de triunfar y sí que lo lograron como Paolo Guerrero, Farfán, el zorrito Aguirre, incluso los hermanos Guizasola que ahora manejan una ONG; supongo que tiene que ver con la inspiración que les dio Carvallo al darles educación y una forma innovadora de formar a un futbolista.

Una premisa concreta: un deportista que lee un libro, que ve una obra de teatro o ejerce un comentario crítico de lo que ve o lee, ese deportista va a tener mayores perspectivas mentales a la hora de la alta competencia. 

Pero la directiva del Alianza simplemente se desinteresó de nuestra obra, de la posibilidad de llevarla a divisiones menores de voley, fútbol femenino y el fútbol masculino. De darles un valor diferenciado al crecimiento deportivo de un prospecto / soy un convencido de que un deportista, así como un hincha que se cultiva con una obra inspirada en su club, será mejor persona / y durante la temporada fueron hinchas que jamás habían ido al teatro / y les pareció una experiencia renovadora / fue un triunfo en todo sentido y la reivindicación de la cultura en favor de los colores de un club / .

 Aún así la dirigencia prefirió invertir el dinero de las arcas del club en contratar estrellas que se fueron lesionando con el transcurso de las semanas / aparecían en videos ebrios cuya argumento de excusa era que sí, estaban borrachos pero se encontraban acompañados de sus esposas / .  / o invertir en un jugador que se le renovó contrato millonario de un año aún estando lesionado / no jugó ni un partido en el año y cuando a las justas pudo ponerse a tope, ya era la final / y tuvo la sinvergüencería de ponerse a disposición a través de la prensa / lo cual refleja el mal manejo que se ha tenido desde la administración y la comunicación / tal vez no han leído libros ni visto películas ni obras de teatro sobre Alianza ni sobre nada / a lo mucho habrán leído autoayuda pero no les funcionó porque denotaron a la hora de tomar decisiones que tenían poca capacidad de análisis / como un futbolista que se nubla cuando pasa la banda y se pone en situación de ataque pero ya no sabe qué hacer, si tocarla, centrar o patear al arco / las variables de solución se le reducen porque simplemente no han desarrollado esa capacidad / eso solo se desarrolla estudiando una carrera, consumiendo información de valor / un libro / una buena película que no sean la decadencia de las productoras publicitarias que ahora hacen cine para la risa idiota / . Hasta ahí llegó su criterio / 
Entonces eso explica las decisiones que se tomaron como apagar las luces del estadio de Matute para que el clásico rival no pueda celebrar frente a cámaras / sin pensar en el riesgo que significó / una posible tragedia que reviviría a La ópera de los fantasmas, de Jorge Salazar y su tragedia del Estadio Nacional.
Ese tipo de limitaciones mentales para tomar decisiones son el resultado de no haber leído un libro y tener la posibilidad de sensibilizarse. Por eso la gente apasionada pierde la razón y se nubla en situaciones que aprietan. Y un hincha engorilado jamás podrá dirigir una institución.

Este año que mi cuento Barrunto ha logrado la trascendencia del multiverso aliancista, noté una cosa en dos circuntancias distintas: primero fue la presentación del libro 'A la victoria volveremos', del compilador Kike Gómez. Yo fui buscando a Carlos Zambrano para hablarle de la obra de teatro y ver si nos tiraba una onda. Pero Zambrano estuvo siempre rodeado de niños, y si no era de niños era de ayayeros. Lo que más resaltó de su participación fue lo primero que dijo: "no he leído el libro".
Es decir, lo invitan a la presentación de un libro y ni siquiera tuvo la delicadeza de darle una ojeada. Peor aún, decirlo en público fue hasta ofensivo para los autores y la gente aliancista que estaba presente en la mesa, como Walter Oyarce y el literato Víctor Vich.
Yo fui con un ejemplar de Barrunto, pero nunca llegué a él. Solo pude hablar con su amigo el comba Cueto, a quien le expliqué mi intención. Pero nunca hubo contacto posterior. El libro habrá quedado junto al otro que presentó y no leyó.
Meses después me invitaron a presentar el libro Soy de Alianza, de Martín Roldán, donde invitaron a la mesa a la futbolista Sandy Dorador, que por cierto llegó tarde a la mesa, y lo primero que dijo: disculpen no he leído el libro. 
Entonces veo su historial virtual y me aparecen noticias de que la jugadora había sido suspendida por celebraciones discriminadoras, y no pudo jugar la final que también se perdió contra la U. Quién sabe y si hubiese leído o siquiera ojeado una páginas de este maravillo libro de Roldán, podría tener una amplitud de pensamiento que le haya permitido controlar sus emociones.
Lamentablemente estamos en un tiempo en que se celebra la pendejada, se premia al borracho, se le renueva contrato al que tiene mejor representante, mientras la identidad de los colores íntimos se van forjando en el corazón de la humildad.


domingo, octubre 15, 2023

EL PADRE JUAN Y SU MONAGUILLO JUAN JOSÉ, PORQUE EN LATINOAMÉRICA MATAN A LA GENTE PERO NO MATAN A LAS IDEAS


Días previos al estreno de la obra de teatro Barrunto me encontré con personas importantes en mi vida.
Primero, en la plaza de armas, me encontré con el padre Juan.
Me le acerqué y le dije Padre Juan, gracias a usted soy lo que soy, se lo debo. El padre Juan me miró sonriente pero no lograba recordarme bien. Le dije, Padre Juan, soy el autor de Barrunto, usted me ayudó en mi carrera. Se acuerda de la Federación? de la Asociación de estudiantes? Usted financió mi viaje a Luxemburgo. No lo recuerda?

Pero el padre Juan dijo que había ayudado a miles de personas. No podría recordar quién era yo. Quería decirle que la otra vez me habían invitado a la PUCP y un doctor antropólogo había dicho que yo era una leyenda, y eso se lo debía al padre Juan. Ya no quise insistir más. Me hubiese tomado una foto, pero no sirvo para figureti. Desde que el doctor en la PUCP me dijo eso de que venía de un Lago a fundar un imperio, siento que yo ya no soy yo. O tal vez piensan que soy alguien que alguna vez fui. Pero ya no está aquí. Ya no vive aquí.

Cuando estudiaba en la universidad, consideraba a la gente que iba a la especialidad de televisión como gente idiota, maricones afeminados y frívolos. Y desde hace siete años me tuve que tragar el orgullo y comenzar a conducir mi programa propio. Pero para llegar a esa decisión tuve que viajar mucho y el padre Juan fue fundamental. Primero mi papá, porque el primer viaje a Colombia me lo pagó él, a la asamblea bolivariana de estudiantes de comunicación. Lo que no le dije a mi papá fue que el padre Juan también nos había auspiciado. Entonces fuimos con doble viático. Volví con camisetas de la selección, recuerdos y a una llama encendida que tenía que ver con la lucha política. 
Gracias a la federación latinoamericana de estudiantes de comunicación social pude conocer gente importante. Por ejemplo Fernando Meza  de Chile, a quien conocí en Montevideo en el año 99, él ya conocía la ciudad así que gracias a él me inserte en el mundo de la noche, y sobre todo ir al estadio Centenario. Luego hemos coincidido en Panamá, en Bogotá, en Isla Margarita, en Santiago y ahora en Lima. Grandes amistades que se forjan gracias a la política y el arte. Recuerdo que Fernando hacía cine con cintas de VHS que cortaba y pegaba con cinta. Y en Colombia, donde hicimos turismo urbano e incluso nasal, porque era el deber conocer a fondo el país de la coca. Fernando vio de joven a Sumo en vivo, en Viña del Mar, y le voló la cabeza. Y además, Fernando es chespiritólogo, incluso su tesis de licenciatura la hizo sobre Bolaños.Así que cultura y conversación había cada vez que hemos coincidido. 
Ahora ha venido con su esposa y su hijo para ver el estreno de Barrunto, 23 años después. 
Aproveché para que mi sobrino Amaro se suba al escenario conmigo y hagamos la reverencia al público cuando el público aplaudía a los actores. Les robamos un poco de su fama.
El niño se sintió cautivado y pienso que será artista. Sus papás quieren que sea futbolista. Pero lo que sea pienso que haber ido al estreno de la obra de teatro de su tío peruano debe haber significado algo importante.

Me preguntan mis amigos qué se siente la trascendencia.Qué significa que después de 23 años mi libro Barrunto siga con vida. Tal vez hay un sentimiendo de mayor culpa como la vez que en la PUCP me engañaron que yo era una leyenda, me bajaron el autoestima.
No sé, igual no tengo para comprarme una lata de cerveza, ni un cigarrillo. Menos comer una vianda. Debo volver a casa en micro, o caminando si ya la hora me ha ganado. Mis zapatos se gastan rápido, debo seguir caminando con el hueco en cada paso. Al menos no tengo que correr de nadie. A nadie le debo, menos temor le pueda tener a nadie. Solo a la oscuridad. A veces salimos del ensayo tan tarde que la gente duerme. Una semana antes del estreno nos botaron el local donde estábamos ensayando. Llegó una manada de señoras en bata de noche, gritando, con ruleros, diciendo que nos vayamos que ya estaban hartas de escuchar malas palabras, tanta bulla, tanta vulgaridad. Y si no nos íbamos al día siguiente traerían a la prensa. Eso lo vimos bien, wow, que venga a prensa a vernos. Pero al dueño del local no le gustó para nada la idea y nos dijo que teníamos que desalojar. Ya nos tenía medio a distancia porque el trato con el espacio iba por incluir a su hija en el elenco teatral. Su hija, que era de un canal clandestino de su vida amorosa familiar, tenía 17 años y quería ser actriz. Había hecho unos talleres pero cuando le tocó demostrar, no pintó. Y no se le pudo incluir en el elenco. Ella quería ser actriz, pero la gente que estaba en la obra ya eran profesionales con varios años en el arte. El señor lo tomó muy mal pero ya habíamos firmado el acuerdo y luego se fue de vacaciones a Europa tres meses. Por eso nos dejó ser, pero cuando vinieron las tías pitucas de San Isidro, y como amenazaron con multar al insituto al que le  pertenecía el local, decidió unilateralmente que nos vayamos. Adonde, adonde sea,  pero se me van. Entonces encontramos una casona en Barranco, casi abandonada, gestión de Fiorella Luna, actriz del elenco y super conocida como actriz de cine, novela y publicidad. Yo me sentía un poco opacado en los ensayos con tanta luz que se juntaba. Tanta estrella. Coco el actor principal, famoso desde los cinco años. El que me interpreta en la obra, un chico talentoso y con medio millón de seguidores. Cada vez que acaba la obra, la gente se queda para esperarlo a él. Le dicen ven baila quinceañera, Maricucha. Una vez vino un señor y le grito cachudo. Y él tranquilo, se tomó foto con el señor. gracias, cachudo, le dijo el tío. Borjas tranquilo nomás sonríe. Sabe su negocio. Hubo un momento en que los actores pidieron a la producción que yo deje de tomar con mis amigos, desconcentraba a la gente durante los ensayos. Pero no se podía contener la algarabía de la gente que me conoce hace 23 años cuando hice Barrunto. 
Yo estaba en Bogotá. Mi amigo Ariel nos ubicaba en el contexto, estábamos en el Bronx, o también conocido como El Cartucho. No buscábamos un libro, pero me recomendó: parcero, si usted quiere conocer buena literatura, este libro es ideal para usted. Era el libro 'Que viva la música', de Andrés Caicedo. Ahí descubrí el camino. 
Al tiempo, ya cuando terminé la universidad y era complicado seguir con la vida de dirigente estudiantil. Pero el padre Juan me recomendó como docente investigador. Y también me dieron un curso electivo de literatura para chicos de primeros ciclos. Y estuve tres años trabajando en una tesis sobre la jerga que nunca comencé. Después de tres años solo tenía medio capítulo. Todo el tiempo me la pasé escribiendo, creando o rompiendo reglas gramaticales en la computadora. 
Cuando me comunicaron que no iban a renovarme el contrato, fui a buscarlo al padre Juan, pero ya no me atendió. Con el último sueldo imprimí la primera edición de Barrunto. Con ilustración de David Collazos, una réplica digital de Jean Michael Basquiat. Sacamos mil ejemplares y comenzó a rodar la pelotita. 
Se libro se posicionó bien, tenía saoco, quimba, driblin  y harto chocolate. Tenía aguadito pero también ají. Tenía curruñao. Era una época loca en que parábamos en el malecón de Chorrillos, en la casa de Kabriel, una cabaña que construyó en un piso falso, se veía el mar. Ahí me hicieron las primeras entrevistas sobre el libro. Entonces aproveché para despotricar. Me invitaron a una entrevista con el gran Alonso Cueto, y llegué en mal estado hablando cosas negativas, karmosas y oscuras de mi vida. No me censuraron pero sí logré que la gente capte atención de mis palabras. También hablé mal de algunos amigos escritores con mucha reputación y eso creo que pegó bien. No se olvidaron de mí. Ha pasado tanto tiempo y que sigan hablando del libro, o de las cosas que digo, dicen mucho de mí. Bien y mal. 
Así estuve varios años tirando mierda en los medios, todo lo que escribía era resentimiento, veneno puro. Me botaron de algunos talleres literarios por leer textos aberrantes para los asistentes, había a veces gente adulta mayor que iba con sus poemas de amor, y yo odiaba a todos los que aman. Me invitaron a retirarme. Me gustaba el taller porque lo dictaba la esposa de un poeta mayor que me tenía afecto. Me dejó un libro de Andy Warhol autografiado donde dedica 'de un ángel a otro ángel'. Eso significó para mí una señal. Enrique había leído Barrunto y me dio la bendición. Luego me pidió cinco luquitas para una cajetillas de cigarrillos y yo le saqué una moneda falsa. Pero apenas la tocó la sintió bien y dijo oe tu crees que soy sonso. Y se cagó de risa. Luego fuimos a tomar vino. 
Igual seguía resentido con la vida, con mis papás, con todos. Me odiaba y me quería morir. Y odiaba a todos los escritores del país, peor si tenían mi edad. Hice de la bilis una forma de expresión. 
Hasta que a fines de 2008 alguien me escribió un correo que decía: tú no sabes quién soy yo, pero yo sí sé quién eres tú por tus libros. Y te quiero invitar al salón del libro de Luxemburgo. Noemí era la presidente de la asociación cultural peruano luxemburguesa y me propuso ir allá. Solo necesitaba una inyección, un pasaje que garantice mi presencia. 
Años antes de que me boten de la universidad por no hacer la investigación sobre la jerga, tuve una conversación con Jorge Salazar, autor del libro 'La ópera de los fantasmas', sobre la tragedia en el Estadio Nacional. Yo quería que él me consiga chamba, para eso fui, y para eso también le llevé un queso cusqueño que me había mandado mi novia de ese entonces. Pero Salazar me dijo usted lo que tiene que hacer es seguir viajando, conociendo, oliendo, descubriendo. Debes tener encendida la llama del interés y la ambición de crecer. Y debes tenerlo siempre presente lo que quieres, porque cuando se dé la oportunidad, tu propia energía hará que eso que tanto querías, llegue a ti.
Ese momento no lo entendí, es más me sentí estafado. Yo quería que me recomiende en una chamba. Pero nada, salí de su edificio sin chamba, sin queso que en realidad era para mi abuelita, y sin plata. Tuve que volver masticando mi derrota hasta mi casa.
Pero cuando me escribió Noemí, para invitarme a Luxemburgo, y que necesitaba conseguirme un pasaje para estar ahí. Jorge Salazar ya había muerto. Es más, cuando llegué al velorio ya se lo habían llevado. Pero me acoerdé del padre Juan y pedí audiencia en la universidad. Y me dio unos minutos, minutos que aproveché no para pedirle auspicio, sino para exigirle que necesitaba ir a Europa porque me habían invitado al salón del libro de Luxemburgo. No tenía para comer, pero me habían invitado al país más rico del mundo. El padre Juan firmó mi carta y me dieron mi pasaje en tres días. Mi primera vez en Europa. 
LLegué con la billetera raquítica, tenía a lo mucho 200 euros que cuidaba como oro. Adentro mío, tenía intenciones de quedarme, escaparme, no volver. Pero fue lo primero que me dijo Noemí: no se te ocurra quedarte aquí, porque la migración es muy dura. 
En mi ilusión, pensaba que con mi presupuesto iba a alcanzarme para visitar a mis amigos, Mauricio estaba en Madrid, Luchini estaba en Touluse, y Romero estaba en Dublín. Sobrado la hago, pensé. Pero mi tía Tania, una de las mejores amigas de mi mamá, vive en Alemania y me dijo sobrino, de Luxemburgo toma un tren hasta Frankfurt, yo te recojo. Eso hice, luego del evento donde me sentí en Babel, escuchaba tantos idiomas raros que a veces me quedaba dormimdo. No hice amigos pero me hicieron entender que el oficio que yo hacía era valioso para ellos. Pusieron un enorme afiche A5 con mi cara y mi nombre, y mi nacionalidad. Y firmé mis libros, y aunque cuando me dieron el micrófono hice lo que yo pensaba que era lo correcto: despotricar, hablar mal, tirar veneno con ventilador. Pero la gente que me compraba libros y me pedía que les firme, me pedían que hable, que diga esas palabras que no están en el diccionario, pero que eran parte de una oralidad exptica. Habla, barrunto. Habla. Y luego Noemí me aconsejo tanto que aprendí a no hablar mal de nadie ni de nada. Y aprendí a valorar mi oficio para preservarlo y no ensuciarlo con mis miedos.
Cuando llegué a Alemania, mi tía me preguntó de cuánto disponía, me había ido muy bien con la venta de mis libros y había duplicado mi capital. Pero igual todo era carísimo, el tren nomás me quitó una extremidad. 
Entonces me propuso que me quede, tenía tres semanas libres. Y ella en su casa tenía espacio de sobra. 
Mi tío Cord, el esposo de mi tía Tania, es médico y hablaba español porque su doctorado lo hizo en México. Gracias a Cord conocí tanto que estoy agradecido de por vida. Sobre todo porque en ese entonces llevaba unos dolores lumbares, me querían operar en el seguro de la columna, y allá en su consultorio viendo cómo hacía procedimientos de infiltraciones de analgésicos, le dije, tío, tengo 500 euros, hazme una infiltración. Pero sonrió y me dijo: sobrino, tú estás sano. No necesitas nada. 
Y nunca más me volvió a doler la columna. Y cuando me duele, me tomo una pastilla (o seis) y me acuesto tranquilo. Yo estoy sano.
Mi tío Cord estudió en Berlín y fue taxista para costear sus estudios. Nos llevó un fin de semana a Berlín y en su auto nos pasó desde el orienta hasta occidente, luego fuimos al muro y por la noche nos tomamos una copa en un hotel con una pecera gigante. Mi tío creció en la guerra fría. Igual que el padre Juan, que es belga, igual que el fallecido Hendrix, su amigo belga que trabajó muchos años en la universidad. Era bibliotecario, pero se puso viejito y lo mandaron a la oficina donde yo trabajaba. Y como yo no trabajaba nunca, me hice muy amigo de Hendrix. Además, Hendrix vivía cerca de mi casa y tenía una botica de nombre Amberes. Además, su hija Melissa era guapa y todo el barrio pasaba por la botica para verla. Luego se hizo productora de cine, y alguna vez le obsequió Barrunto. Y a los años vi que había producido una serie televisiva sobre barras bravas y hablaba del Alianza, y sentí que había tomado algo de mi libro. Hendrix habla poco español, y yo estaba estudiando la jerga. Fue un buen amigo Hendrix. Mi tío Cord también, sumamente inteligente y conocedor de la historia de la guerra, tanto porque la había vivido como por su vocación de lector. Le gustaba la música y coleccionaba discos. Tenía un estéreo inmenso que sonaba increíble. 
Cuando volví a Lima del viaje a Luxemburgo y Alemania, vine con buena cantidad de plata y de frente fui a pagarle al banco. Mientras estuve en Europa apareció una entrevista con el Chema Salcedo que hicimos días antes de irme de viaje. Y cuando salió, ese fin de semana jugó Alianza, y algunos dirigentes le mencionaron a mi papá que yo había salido en televisión. Me lo contó mi hermano el negro. Que me había hecho notar aun sin estar ahí. El tiempo ha seguido pasando y Barrunto sigue sólido, sigue creciendo. Me han seguido engañando, ahora a la gente se le ha ocurrido decir que Barrunto es un libro de culto. Yo ya no creo nada. Es como si mi libro ya no fuera mío, que ahora forma parte de un imaginario. 
Esa época en que escribí Barrunto, también frecuentaba la casa de Ronieco, que ya había dado de baja a su banda grunge Actitud Frenética, y había fundado Mamitud. Tenía canciones alucinantes, psicodélicas, rockeras, pop y mucho color. Tenía mucho de Brian Jones. Ese material ya no existe, no se ha podido recuperar tras la muerte de Ronieco. Fue una época intensa. 
Hace poco, buscando en mis cajones nosequé, me encontré un manuscrito de Ronieco, fechado en diciembre del 99. Se titula 'Amiguita Sacabientera'. Dinamita pura. Le avisé a su hermano Guido y me dijo que quería leerlo. 
Justo me invitaron a la presentación del libro 'Soy de Alianza', de Martín Roldán, en la librería Crisol de San Miguel. Aproveché para ir a visitar a la tía de Ronieco y a su hermano Guido. Les llevé el manuscrito y unas fotos de Ronieco de la época. Guido me dijo que mi sobrina Julieta estaba ahí, así que fuimos a la presentación del libro y aproveché para hacer una mención de la presencia de la hija de Ronieco, Julieta. Ella también tiene la misma cara de Ronieco. Igual que su mamá, que salió a la puerta y lo reconoció al Waro. La señora se emocionó de alegría por vernos, pero luego dijo que había estado mal de salud, y la tía estaba aún peor, estaba en cama. Yo sentí que de pronto en el rostro de la señora se hizo la cara de Ronieco de aquellas épocas en que parábamos en su casa haciendo bulla, emborrachándonos escandalosamente hasta que llegaba el serenazgo. Era la cara de Ronieco de los noventas, rebelde.

Y le dijo al Waro: por qué me has abandonado? Ya no visitan. Aquí hemos sido tan felices con ustedes en la casa. Pero así es la vida: cuando uno muere, los amigos también mueren.

jueves, septiembre 21, 2023

martes, agosto 29, 2023

QUE VIVA LA MÚSICA DE BARRVNTO


La palpitación de mi locura es lo que manda. Un día más es un día menos según cómo estés, si dormiste bien o no dormiste, si no dormiste al menos lo intentaste hacer, o te fuiste a la calle para matar al demonio que te domina. Yo siempre quiero escapar de todo. De mi pasado sobre todo cuando trato mal a la gente. Y me dan ganas de no estar más. Luego aterrizas y vuelves a volar. Todo cambia en segundos. Mi tía me vio a lo lejos y no pude ocultar mi mal olor. Me le acerqué, estaba en la puerta de un colegio donde estudian sus nietos. Me dice que lee, me sigue y me ruborizo. Me avergüenzo de mí mismo. Qué dirán? Creen todo lo que digo o terminan por determinar que nunca estuve del todo bien. Usualmente no miro a los ojos y esquivo la mirada, o la entierro sobre mis pies. Pero verla era volverla a recordar. Cuando entraba a la adolescencia experimentaba arranques de excitación y mi tía era mi favorita. Verla era ir a esconderme y pensarla para siempre. Ahora que ha pasado un año del intento de asesinato que sufrió, verla me produce dolor de solo pensar lo que tuvo que hacer para sobrevivir. Me dio gusto encontrármela. La busqué durante el velorio de mi tía abuela, su mamá. Ambas asiduas a mis presentaciones, entusiastas lectoras de mis libros y promotoras de mi literatura. Es la gente que más vale. Por eso cuando llegué al velorio pensaba que la vida es así, que la gente se va, la edad. Quería dar abrazos contento, dar esperanza, fe. Pero nadie sonrería. Quería saludar a mi tía y abrazarla por la pérdida de su mamá. La mía ya estaba por llegar. Solo sabíamos que mi tía había fallecido y había que asistir al velorio porque la familia Sandoval siempre ha estado unida. Entonces vi a una mujer que se parecía mucho a mi tía. Y tal vez la pandemia nos había cambiado. Tía Ceci? Le dije confundido. Y no, me dijo. Soy tu tía Liz, su hermana, vengo de Huston. Acabo de llegar. Tú quien eres? Bueno yo soy Sandoval, hijo de Carlos y Maruja. Pero, dónde está mi tía?, le pregunté ya un poco más cauto. Tú tía está en la clínica, la operan hoy de emergencia. Ella sí sobrevivió. Le agradecí la información y me acerqué donde estaba mi padre y algunos de mi hermanos. Y a lo lejos vi a mi Lalo, ex esposo de mi tía Ceci. Mi tío Lalo también es gran lector y su hijo menor quiere ser escritor. Me lee por internet. Tanto como mis recuerdos de infante y mis autoacercamientos eróticos pensando en mí tía Ceci, eran fuertes como la separación de mi tío Lalo, sobre todo porque se emparejó con una joven que era menor que su hija menor. Lo volví a ver poco pero las redes sociales permiten esa magia. Conocer a tus lectores, descubrir gente que te sigue a través de lo que publicas o piensas, o alucinas e inventas en nombre del arte. 
Estuvimos hablando un rato, estaba una vecina de la familia que era periodista del Trome, y la conversación evitaba que yo sacie mi inquietud. Pero mi ansiedad pudo más, corté la conversación y le pregunté. Tío, qué ha pasado? Y justo cuando me iba responder, llegó mi tío Andy, hermano de mi tía Ceci. Y todos lo abrazaron. Era un pésame raro. Mi tío llegó a decir que el jardinero de la casa de Cieneguilla, ahí donde los Sandoval hacían los encuentros familiares más emotivos, se desquició y atacó a la anciana mujer y a mi tía Cecilia con la pata de cerámica del tanque del water del baño. A lo que mi tía había sobrevivido al ataque, sin embargo, su estado era bastante reservado y requería una operación de emergencia tras una desfiguración total de su rostro.Apenas llegó mi mamá le pedí que no pregunte por mi tía Ceci, vi a mi prima su hija y la volví a saludar. Ya no sabía qué hacer para manifestar mi solidaridad con lo que había escuchado.
Mi tía Angelita no se merecía un castigo así. En realidad nadie merece que le toquen este tipo de situaciones. Mi tía Ceci estaba en su auto y yo afuera le iba diciendo que las cosas no iban bien, que la chamba estaba baja y que se iba a poner peor. Pero ella venía de sobrevivir a un intento de asesinato. Donde tuvo que reaccionar ante la adversidad para salvar su vida. Yo intentaba ver, sobrino, y decía por qué no puedo ver, por qué si abro mis ojos. Y era que mi cara estaba hinchada sobrino, mi cara estaba coagulada y el maldito solo decía ya perdiste. Ya perdiste. Pero no sobrino, yo he estado mucho tiempo pensando que yo había perdido. Y el maldito aparecía en mis sueños y me decía ya perdiste, ya perdiste. Y no, sobrino.Yo no perdí, yo gané. Yo gané a la muerte. Él perdió. Se morirá preso. Y yo gané, estoy viva. Sobrino, la vida te cambia en cualquier momento. Y te lo cuento a ti porque tú eres escritor y lo debes saber. Yo la verdad venía de un estado depresivo que me empujaba constantemente a cuestionarme la vida. El pesimismo embriaga, pero mi tía me puso en sus zapatos. Necesitaba hablar con alguien. Y dios me la puso en mi camino para decirme que aún es posible seguir viviendo. Ella sobrevivió a un intento de asesinato, pero su mamá no. Aunque mi tía Ceci tuvo la piedad de Dios que no le permitió verla a su madre ser atacada mortalmente con el mismo objeto contundente con el que la dejaron casi muerta. 
Los medios no dijeron mucho pero el noticiero de veinticuatro horas levantaron la noticia desde el parte policial. También salió en El Popular y detallaron los pormenores del ataque. Una anciana de 90 años fue asesinada por el jardinero, y su hija se encuentra grave. El hecho ocurrió en Cieneguilla y se investigan las causas del hecho. Según el reporte de la fiscalía, el asesino actuó bajo efectos del alcohol, lo que conllevó al ataque con la tapa del tanque del water. 
A mi tía Ceci por contarme lo que vivió le vino el dolor de cabeza. Me dijo que estaba con chichones, y su rostro denotaba diversas marcas y cicatrices que daban a entender la magnitud del ataque. Como quisiera que mi tía Ceci vaya al estreno de Barrunto, la obra de teatro. Pero temo que se pueda sentir aturdida, necesita tranquilidad. Hubo un tiempo en que estuve en el lado oscuro y casi me voy de este mundo. Terminé internado por crisis de ansiedad. Y trunqué la posibilidad de publicar mi tercer libro titulado El artista de la familia. Pero volví a los meses y presenté el libro en la FIL, y mi tía Angelita fue a la presentación, también mi tía Ceci y mi tía Dochi. Todas Sandoval, lectoras y orgullosas de mi labor. Están los videos de la época donde sale mi tía Angelita y la saludo. Hace unas semanas atrás estaba borrando archivos de mi computadora y me encontré con un audio del wasap del 8 de diciembre de 2021, santo de mi mamá y fecha en que atravesaba un tratamiento de quimioterapia para vencer el cáncer de seno. Había perdido el cabello y estaba sumamente deprimida y suceptible. Y mi tía Ceci mandó un mensaje enviándole feliz cumpleaños y mucha fuerza, que la vida era una maravillosa experiencia y que debía seguir adelante. Había que luchar, y a lo lejos se escuchaba a mi tía Angelita, feliz día Marujita. Se escuchaba su voz bien viejita pero con tanta alegría. Entonces hice el audio con una foto de mi tía Angelita y se lo mandé a mi tía Ceci como video. Y le puse la frase "la gratitud es la memoria del corazón". 
Ese día, como todos los lunes últimamente, salgo de mi casa y no vuelvo hasta la medianoche, voy de Miraflores al centro de Lima en Metropolitano y hago mi programa en vivo. Allá tengo una camisa, un saco y una corbata de utilería. La camisa huele a sudor de varios meses. Está impregnada de mi sudor. La lavo en cambio de estación, por cábala. Ese programa lo hice inquieto porque me había encontrado con mi tía Ceci y me contó cómo sobrevivió al ataque. Me quedé pensando en ella semanas. Pero ese programa, cada corte comercial, me iba al baño a llorar un rato. Luego echarme colirio y proseguir. Y saliendo, ya que tenía que estar en el ensayo de Barrunto, me puse a tomar. Los lunes además de ser el día más cargado de trabajo es también el día que más necesito alcohol. Y llego a ver a los actores en un estadío de efervecencia completo. Ese día había ensayo pero era especial porque iba a ir Ari, una poeta ex pareja mía y que ahora vivía en Tarapoto, pero estaba con su novio francés de pasada por Lima así que bajó al ensayo de Barrunto. Algo me había contado que su hija mayor estaba un poco confundida y agresiva. Le hice un cuaderno collage y le escribí un texto en la primera página. Le puse sobrina, no le hagas caso a tus padres, sé libre. Ellos te trajeron, que ellos te mantengan y págales con mala moneda. Ante la timidez, la autodestrucción. El sexo es el acto de las tinieblas y el enamoramiento la unión de los tormentos. Unas frases que me quedan en la cabeza de la novela Que viva la música de Andrés Caicedo. Libro que inspiró mucho a Barrunto. Me compré ese libro en versión pirata en Bogotá. Cerca del Bronx. Ahora ya no puedo ir a Bogotá porque mi amigo Martín está mal, le pegó una infección en la servical y no puede caminar. Necesita ayuda. Yo quisiera ayudar pero no puedo conmigo mismo también. Cuando siento que la crisis me va a embargar y no tengo solución de nada me pongo a escuchar a Facundo Cabral, pienso en mi tía Ceci y celebro su reivindicación de vida, pienso en mi viejita que a pesar que va olvidándose las cosas nunca olvidaremos que batalló contra la muerte y tuvo que ser valiente frente a lo que decían los médicos. O me pongo a pensar en mi sobrina Hanna, que la manda a la mierda a su abuela y le dice que se vaya o abandona el colegio. Prefiere dibujar. Pienso en gente luchadora que me inspira porque se necesita darle batalla a todo. 
El día del velorio de mi tía Angelita, su hijo mi tío Andy tuvo que dar las palabras a nombre de la familia. Pero su estado era de furia y resentimiento. Por eso cuando al cura le tocó hablar lo mandó al carajo. Le dijo, a usted le pagan por rezar. Usted no sabe lo que le han hecho a mi madre. Váyase a la mierda. Amén. 

domingo, julio 16, 2023

LA RATA DE BARRUNTO



Un país que no ve su teatro, que no lee a sus autores ni ve las películas que hacen sus compatriotas, está destinado a la mediocridad política que nos gobierna. No es culpa del ladrón de ilusiones. A veces es culpa nuestra al despreciar lo nuestro. Lo aprendí a cocachos. Golpe avisa. Era joven cuando me di cuenta, aunque ya era tarde. Estábamos en Montevideo con un amigo chileno y unas guapas edecanes que nos acompañaban, parte de la organización que hacía la asamblea latinoamericana de estudiantes de comunicación social. Participaban 17 países y era mi primera vez en esas lides. Estaba solo, era el único peruano y esperaban mucho de mí. Estábamos caminando por el centro cuando nos cruzamos con un grupo de folclore. Zampoñas, quenas, ponchos y bombo. Era peruanos. La edecán uruguaya me lo hizo notar: son tus compatriotas. Y grito: Hey, aquí hay un peruano. Lo cual me puso tan nervioso que metí mi cara como una tortuga hacia adentro. Aún era tímido, me avergoncé. Y me puse peor cuando mi amigo chileno, Fernando Meza, coleccionista y cinéfilo, ya tenía varios años como dirigente estudiantil. Me dijo: si yo viera a un compatriota fuera de mi país lo abrazaría, lo felicitaría y me tomaría una foto con ellos. Yo no supe qué responder. Como tampoco supe responder cuando al día siguiente en la asamblea latinoamericana, hice una presentación de mi país y luego pasé a una suerte de interpelación que me dejó maltrecho. Hablaron de Perú por horas, decían cosas malas casi todas. Me di cuenta entonces por qué ningún peruano quería ir, porque habíamos tenido por años malos representantes, corrompidos y farsantes. Y yo, cojudamente ingenuo, acepté ir solo porque quería conocer el estadio Centenario e ir a ver al Peñarol. Me comí el muerto. Cada país presente emitió un comentario largo sobre lo que era el Perú para la asamblea latinoaméricana. 
Era año 1999. Y de regreso tuve que hacer escala de once horas en Santiago. Ahí estuché por primera vez la canción 'Al lado del camino', de Fito Páez. Estaba maltrecho, humillado por ser peruano. Como yo humillé a los peruanos que tocaban folclore con mi saludo avergonzado. En esa escala en Santiago comencé a escribir Barrunto. Cuando llegué a Lima estaba totalmente borracho, pero guardaba un manuscrito que sería el primer borrador del cuento. Aún sobrevive en alguna caja abandonada de cartón, en el depósito de mi casa donde vivo con mi mamá. Borrador que llevé al siguiente viaje de la asamblea latinoamericana, que fue en Bogotá y donde descubrí a Andrés Caicedo y su libro Que viva la música. Entonces mi texto se fue haciendo fuerte, fuerte.

Este 2023, mi amigo Fernando Meza, que es el único amigo que conozco quien ha visto a Sumo en vivo, en Viña del Mar en el 87, viene a Lima. Especialmente para el estreno de Barrunto, la obra de teatro del Alianza Lima, en septiembre.
Mi amigo viene desde Chile a ver Barrunto y celebrar. De paso a comer bien también. También viene de Nueva York la actriz Jennymar. Una trujillana a quien le envié la primera edición de Barrunto a EE.UU., y ahora desea llevar la obra a NYC el 2024.
Así, están viniendo por Barrunto varias personas importantes para mí. 
Como lo es también el actor Alain Salinas. Quien desde la primera lectura de Barrunto, con todos los actores, hace seis semanas, vino desde Huaraz. Llegó y apenas pisó Lima nuevamente se ha parado de construir uno de los papeles más importantes de la obra: la rata.
Porque la historia de Barrunto sobre dos hermanos hinchas del Alianza Lima, la pudo haber escrito cualquiera. El hecho de que ocurran hechos que marcan sus vidas, también. Pero lo que hace realmente a Barrunto una historia trascendente es la presencia de una rata. Una rata que se cruza con Yimi, o Barrvnto, el protagonista principal, que lo interpreta Jorge 'Coco' Gutiérrez, experimentado actor que enfrenta un desfaío enorme al construir un personaje malévolo y sin escrúpulos, lo cual representa las antípodas de su personalidad. Porque Coco además de talentoso artista es una persona bondadosa. 

Yimi camina el domingo del clásico. Está de boleto, por Jesús María. Ya es de día pero el cielo de Lima nunca termina de aclarar. Él está necio. camina sin pisar las rayas de la vereda. Se cruza entonces con una rata muerta con una cola enorme. Barrvnto saca un paquetito con cocaína y le da a la rata. 

La rata es interpretada en Barrunto por Alain Salinas, actor de trayectoria importante, en cine, televisión y teatro. Y ahora viene consolidando el real diferencial de nuestra historia. La rata, que representa a nuestro país y a nosotros mismos. Una connotación profunda que identifica a nuestra cultura y el país.

Aquí comparto la lectura de un extracto del cuento Barrunto, leído en Radio Nacional en vivo, en el año 2019, en la promoción del evento en la Casa España donde se presentó por primera vez la versión teatral de Barrunto. 

lunes, junio 19, 2023

viernes, junio 16, 2023

CON EL CENTRO IQUEÑO EN EL CLUB EL BOSQUE



Ahora que iba en taxi en víspera del día del padre, estaba tranquilo porque al menos pude cobrar una platica y me fui a comprar los vinos para el domingo. Hace tiempo que no pongo nada, soy consciente. Pero no pierdo la esperanza que algún día llueva la buena suerte en lloviznita. El taxista me dice no puede ser que existan los hijos bastardos que odian a sus padres. Me dijo, llamé a mi hijo y le pregunté: qué me vas a regalar por el día del padre. Preguntó inocente el taxista separado ya hace diez años, con nuevo compromiso reencaminado en la felicidad. Pero su hijo de catorce, díscolo y mentalmente parricida, le dice: que te lo compre tu mujer. Y le cuelga. El taxista me escupe su furia y le digo tranquilo. Todo pasa. Me pasó a mí que amamanté odio por años hacia mi papá. Tenía ese chip insertado que querer matarlo algún día como muestra de supremacía. De justicia frente al abandono. Tranquilo le digo, en dos años querrá ir a la universidad y entenderá el sentido. 
Yo lo entendí con las resacas. O los diablos azules. Mierda, pensaba desorbitado cuando la cagaba con alcohol: me parezco a mi padre. Es más, me parezco a lo peor de mi padre. Entonces comencé a aceptar que había heredado sus malas borracheras y su carácter explosivo. Y me comenzó a caer mejor, lo comencé a entender.
El inicio de la separación era los sábados, en que mi padre iba a jugar fulbito. Nos íbamos temprano y no volvíamos más. Nos quedabamos para la pichanga y la tertulia que se extendía hasta la noche, que podía acabar en malos entendidos. A mi viejo lo apodaron Harry El Sucio, porque era ciego y pateaba pelota y hueso. Asi se hizo famos de carnicero en el mundialito del porvenir porque lo barrió a Cubillas y el nene no volvió a salir. Y en el colegio aplicaba son anestecia. Cuando ellos, los papás, jugaban, en la otra cancha jugábamos los chicos, y estaban los reynas, los rey, estaba Coné, los Heraud, los Aguilar y los Garrido. Y un chiquito que parecía minusválido por lo chueco. Era Marko Cciurlizza, que luego triunfó en el fútbol.
Era épocas en que jugábamos en loza y hasta que la luz natural dé. Ni comíamos y al volver, el drama de la separación.
Por eso cuando mi papá se fue de casa, comenzamos a domesticar un odio animalcontra él. A pesar que cumplía, o a veces no. También hay que tomar en cuenta que era la época de Alan García, cuya prepotencia política nos llevó a ser un estado muy parecido a lo que ahora es Venezuela de Nicolás Maduro. Y las colas por todo eran un drama. Por pan, el pan popular todavia. Por la visa a los Estados Unidos. A mi papá le iba bien, incluso a su nueva pareja le puso una boutique, un proyecto que había hecho antes con mi mamá. Y eventualmente, cuando nos faltaba vestimenta, nos llevaba a la boutique de su pareja para llenar el closet. Yo siempre tuve rechazo a esas muestras, ni de mi papá ni de nadie. Nunca he podido aceptar dádivas, ni reconocimientos. Me afectan el autoestima. Una vez iba a la universidad Católica y el antropólogo a quien tenía que entrevistar me dijo que yo era una leyenda por mi libro Barrunto. Y me sentí como que ya era un fantasma. Una leyenda, algo que tal vez no existió. Pero yo estaba ahí, preguntando, jodiendo con mi micrófono. Pero tal vez ya no era alguien. No era nada. Un nadies. 
Los sábados, cuando mi papá nos recogía, era el día del desenfreno, donde podíamos hacer lo que sea, mal criarnos a nuestras anchas. Y amábamos esos momentos, entonces al regreso cuando volvíamos a la casa, ya no era tan divertido. Era una lucha que se iba dando cada fin de semana. Mi hermano Rafo y yo jugábamos en el Centro Iqueño, entrenábamos duro en el club Germania y ya habíamos tenido partidos en el campeonato de la AFIN. El Iqueño tenía una camiseta rara, partida a la mitad por el color negro y el blanco. Como es la camiseta del Newells. Un equipo glorioso. Eramos los calichines del Iqueño. Yo era arquero, categoría 76. Ahí comencé a vivir el fracaso. Cada partido era una tortura, porque venía el Cantolao B con Cuto Guadalupe. Venía el Zúñiga con el payaso que le rompió la rodilla al chino Perata. Venía el Cantolao A con Patsías, Renzo Abrahan y Miguel Rebosio, y nos metían diez, doce goles. Y yo me comía la mitad. Salía del campo avergonzado. Mi viejo ni me miraba. Seguía chupando nomás. Igual hijo, son golpes de la vida. 
Una vez, en el club Germania, con el Iqueño le empatamos al Zúñiga. Cero cero, arco invicto y yo de héroe. La jugada fue la misma siempre, saque de meta, y al extremo derecho, de marcador, estaba el negro Soriano, se la pasaba y él me la devolvía. Y así estuvimos todo el partido, haciendo hora. Pero funcionó porque empatamos y me cargaron en hombros. Fui el héroe. Después de tantas derrotas alguna vez me habría tocado ser el triunfador. Gracias a la trafa que hacíamos con Soriano de pasárnosla tocando el balón haciendo tiempo. Lo logramos. El Zúñiga era un equipo bravo, venían con sus mamás, con bombo, pifeaban al rival, te amedrentaban. Mi papá iba a vernos jugar, pero los resultados nunca salían bien. Al menos nos ayudaba a fortalecer un lazo de ánimo. Ya hijo, la próxima va a estar bien. Conchesumare, si me fuera a probar a la Tito Drago. Tamadre. Vivíamos años de frustración por Alan, por el terrorismo, por la corrupción que en ese entonces no se clarificaba como ahora lo es un cáncer maligno para todos. Y la frustración de la separación. 
Antes de que mi viejo se vaya de casa, salía raudo por las mañanas, bajaba las escaleras como un caballo, tomaba desayuno rápido y se iba. No volvía hasta la madrugada. Esa salida caballezca siempre me pareció que se parecía al gol de Maradona a los ingleses. Así tal cual esquivaba rivales el diez, mi papá salía a comerse el mundo. Mi papá era Maradona, gordito, altanero y ganador. 
Con el Iqueño fuimos a un campeonato relámpago en el Club El Bosque. Una cancha chica, con arcos que no eran a los que estaba acostumbrado a tapar, que eran inmensos que me entraban los goles por todos lados. Esta cancha, más bien, era pequeña, como para fútbol ocho. Y los arcos, chicos, como para fulbito. Llegamos a la semifinal y nos tocó penales. Yo fui la estrella y tapé un penal que nos llevó a la final. Me levantaron en hombros, ganador. Vamos Iqueño, vamos. La final con Cantolao B, el Cuto hizo dos goles. Y en el verano, en la copa de la amistad el condor Mendoza nos humilló con un cinco cero y me voló una muela de un pelotazo. Hecho que me sacó del partido y no terminé de comerme la humillación.

El fútbol em curtió de fracaso, me hizo duro frente a la derrota y hábil para salir adelante de abajo. Ese campeonato relámpago en el Club El Bosque, la final se dio como a las tres de la tarde, pero nos quedamos hasta la noche, porque estaba mi tío el Ciego Borda, gran amigo de mi papá y nos dio su búngalo, y fuimos ganadores una sola vez. Todos juntos. Haciendo familia aunque a la vuelta me esperaba una inyección de odio.