domingo, julio 16, 2023

LA RATA DE BARRUNTO



Un país que no ve su teatro, que no lee a sus autores ni ve las películas que hacen sus compatriotas, está destinado a la mediocridad política que nos gobierna. No es culpa del ladrón de ilusiones. A veces es culpa nuestra al despreciar lo nuestro. Lo aprendí a cocachos. Golpe avisa. Era joven cuando me di cuenta, aunque ya era tarde. Estábamos en Montevideo con un amigo chileno y unas guapas edecanes que nos acompañaban, parte de la organización que hacía la asamblea latinoamericana de estudiantes de comunicación social. Participaban 17 países y era mi primera vez en esas lides. Estaba solo, era el único peruano y esperaban mucho de mí. Estábamos caminando por el centro cuando nos cruzamos con un grupo de folclore. Zampoñas, quenas, ponchos y bombo. Era peruanos. La edecán uruguaya me lo hizo notar: son tus compatriotas. Y grito: Hey, aquí hay un peruano. Lo cual me puso tan nervioso que metí mi cara como una tortuga hacia adentro. Aún era tímido, me avergoncé. Y me puse peor cuando mi amigo chileno, Fernando Meza, coleccionista y cinéfilo, ya tenía varios años como dirigente estudiantil. Me dijo: si yo viera a un compatriota fuera de mi país lo abrazaría, lo felicitaría y me tomaría una foto con ellos. Yo no supe qué responder. Como tampoco supe responder cuando al día siguiente en la asamblea latinoamericana, hice una presentación de mi país y luego pasé a una suerte de interpelación que me dejó maltrecho. Hablaron de Perú por horas, decían cosas malas casi todas. Me di cuenta entonces por qué ningún peruano quería ir, porque habíamos tenido por años malos representantes, corrompidos y farsantes. Y yo, cojudamente ingenuo, acepté ir solo porque quería conocer el estadio Centenario e ir a ver al Peñarol. Me comí el muerto. Cada país presente emitió un comentario largo sobre lo que era el Perú para la asamblea latinoaméricana. 
Era año 1999. Y de regreso tuve que hacer escala de once horas en Santiago. Ahí estuché por primera vez la canción 'Al lado del camino', de Fito Páez. Estaba maltrecho, humillado por ser peruano. Como yo humillé a los peruanos que tocaban folclore con mi saludo avergonzado. En esa escala en Santiago comencé a escribir Barrunto. Cuando llegué a Lima estaba totalmente borracho, pero guardaba un manuscrito que sería el primer borrador del cuento. Aún sobrevive en alguna caja abandonada de cartón, en el depósito de mi casa donde vivo con mi mamá. Borrador que llevé al siguiente viaje de la asamblea latinoamericana, que fue en Bogotá y donde descubrí a Andrés Caicedo y su libro Que viva la música. Entonces mi texto se fue haciendo fuerte, fuerte.

Este 2023, mi amigo Fernando Meza, que es el único amigo que conozco quien ha visto a Sumo en vivo, en Viña del Mar en el 87, viene a Lima. Especialmente para el estreno de Barrunto, la obra de teatro del Alianza Lima, en septiembre.
Mi amigo viene desde Chile a ver Barrunto y celebrar. De paso a comer bien también. También viene de Nueva York la actriz Jennymar. Una trujillana a quien le envié la primera edición de Barrunto a EE.UU., y ahora desea llevar la obra a NYC el 2024.
Así, están viniendo por Barrunto varias personas importantes para mí. 
Como lo es también el actor Alain Salinas. Quien desde la primera lectura de Barrunto, con todos los actores, hace seis semanas, vino desde Huaraz. Llegó y apenas pisó Lima nuevamente se ha parado de construir uno de los papeles más importantes de la obra: la rata.
Porque la historia de Barrunto sobre dos hermanos hinchas del Alianza Lima, la pudo haber escrito cualquiera. El hecho de que ocurran hechos que marcan sus vidas, también. Pero lo que hace realmente a Barrunto una historia trascendente es la presencia de una rata. Una rata que se cruza con Yimi, o Barrvnto, el protagonista principal, que lo interpreta Jorge 'Coco' Gutiérrez, experimentado actor que enfrenta un desfaío enorme al construir un personaje malévolo y sin escrúpulos, lo cual representa las antípodas de su personalidad. Porque Coco además de talentoso artista es una persona bondadosa. 

Yimi camina el domingo del clásico. Está de boleto, por Jesús María. Ya es de día pero el cielo de Lima nunca termina de aclarar. Él está necio. camina sin pisar las rayas de la vereda. Se cruza entonces con una rata muerta con una cola enorme. Barrvnto saca un paquetito con cocaína y le da a la rata. 

La rata es interpretada en Barrunto por Alain Salinas, actor de trayectoria importante, en cine, televisión y teatro. Y ahora viene consolidando el real diferencial de nuestra historia. La rata, que representa a nuestro país y a nosotros mismos. Una connotación profunda que identifica a nuestra cultura y el país.

Aquí comparto la lectura de un extracto del cuento Barrunto, leído en Radio Nacional en vivo, en el año 2019, en la promoción del evento en la Casa España donde se presentó por primera vez la versión teatral de Barrunto.