jueves, enero 02, 2025

COMO DELFINES DE CERRO AZUL, PODEMOS SER HÉROES UN DÍA NADA MÁS




Amanecer deslumbrante en el Valle del Mantaro. Atardecer dramático en La Oroya, para volver a la caótica Lima que se siente desde Chosica. Más caótica estaba mi casa con mi madre enferma por las tres noches que no había estado en la casa. La perra se había cagado en varias partes de la sala. Y se había orinado en cuanto lugar pudiera comunicar su descontento con mi ausencia.
Yo acepto toda invitación que me hacen. No cobro y doy trato de pareja. Soy cama adentro acuariano. Menstrúo todo el invierno limeño. Aprendí a soportar la depresión que ocasiona el frío que cala los huesos por la humedad. Mis actividades fuera de casa están ritualizadas, llegar de madrugada, tomar un caldo de cabeza en el mercado de la ciudad, instalarse en el hotel, salir a dar unas tres o cuatro entrevistas, promocionar el evento que nos ha traído, echarle flores al organizador aún si no ha puesto ni siquiera una cerveza. Recuerdo que fui a Piura y me equivoqué al decirle al taxista que iba al hotel Libertador. Me llevó al centro de la ciudad, y me dejó en la puerta de lo más ficho de lo ficho por alla, güá. Yo me tenía confianza, me dijeron que pasaje no había pero hotel sí, así que supuse mal que había canje con el mejor hotel de Piura. Es más, no sabían de que había una feria del libro, internacional todavía, a quién se le ocurre hacer una actividad cultural en una ciudad que arde a 40 grados. A quién, solo al idiota que invita a Barrunto, cómo no.
En el Libertador no había ni rastro de mi reserva ni nada que tenga que ver con una feria del indio. Del libro, le corregí pero igual por el celular le decía a su jefa que había un loco con una maleta que decía que era escritor invitado. Para ese entonces, el organizador del evento ya ni me contestaba el celular. Debe haber un error, me esperanzaba cojudamente. Pero caí en cuenta que en el chat decía hotel Libertadores. Gúaaaaaa, ese hotel está a diez cuadras. Tómeste un taxi, señor escritor. Güa.
Tomé con buen humor el error. Y en vez de tomar un taxi me tomé unas latas de cerveza mientras caminaba con mi maleta, el sol estaba pleno para seguir bebiendo mi cervecita. Pero a mitad de camino me derretí como una vela y tomé un taxi. Me dejó en la puerta de un cementerio, el hotel quedaba al costado. No era la primera vez que iba a dormir al costado de un cementerio, la segunda gira de los 'viejitos de Barrón' con el Chombo como baterista fue a Iquitos y tuvimos que pasar una última noche en un hostal acorde al presupuesto de músicos que nos tocaba. Lo bueno de esa vez fue que no dormimos porque teníamos que abordar a las cuatro de la mañana, así que nos quedamos tomando rompe calzón y fumando mapachos hasta que tuvimos que partir a Lima. En el aeropuerto estaba la orquesta papelín, papelín, que rico vaselín. Era como veinte puntas, pero uno se puso mal y de pronto comenzó a convulsionar. Sus compañeros lo atendieron pero otros compañeros lo echaron en cancha: si él sabe que es pipiléptico, por qué toma? Sus amigos lo intentaron levantar para abordar el avión pero la tripulación los mandó a la mierda. Se tuvieron que quedar el mánager y un par más. Nosotros pasamos piola al final éramos dos, teníamos seis noches en Iquitos y nos habíamos reventado una tarjeta de crédito. Habíamos tocado en una calle cerrada junto al río Itaya, frente a unas 300 personas en la calle. 
Los demás días nos dedicamos a maltratar el cerebro. A lo living Las Vegas. Living Iquitos. O miedo y asco en Iquitos. Igual daba entrevistas a Panamericana y los canales de televisión locales. Gracias a la organización de Estamos en la calle. Gracias a la organización del festival de poesía de Chimbote, a la feria internacional del libro de Tangamandapio. Gracias a la feria Anti Gil por dejarnos tocar junto a un puente en medio de unos juegos mecánicos. Gracias totales. Entonces los locutores mencionan cosas que ya estoy escuchando hace más de 25 años, y cómo escribiste Barrunto ? Fueron vivencias propias o te inventaste todo? Eres también dueño de la cevichería Mi Barrunto ? Es verdad que tu obra se ha llevado al cine, la historieta y el teatro ? Dinos Barrunto, métenos la rata con tus patrañas. Yo me presto al juego siempre. Para eso voy, para vender mis tamales. Me acostumbre a ir a ferias de libro sin tener libros, como me enseñó Eloy. A piura fui sin libros por eso no me sentí tan estafado cuando me quisieron hospedar junto al cementerio. Comprendí que este juego de la vida literaria, alguien juega alguien gana, decisiones. Y como ya estaba borrachito por la cerveza y el calor, le mandé un mensaje al organizador que más que mandar un mensaje era una mandada a la mierda. Le dije que me iba a un hotel que disculpe, pero tenía compromisos familiares. Güáaaaa. Entonces me fui al centro de la ciudad, me instalé bien. y me fui a hacer la segunda actividad que realizo en el ritual de las giras artísticas: preguntar dónde están las putas. Si el hotel lo ha pagado la organización no las llevo a mi habitación, porque ya me ha pasado, malas experiencias a la hora de abandonar el hotel. No creo que sea Charly García cantanto demoliento hoteles, pero sí que con los viejitos de Barrón hemos tenido que pagar más de la cuenta por excesos de alegría que rompen vidrios o salen por la ventana aparatos electrónicos. Cosas de artistas que viajan y no se aguantan más. Las últimas veces, los viajes son por separado, habitaciones en distintos pisos y sobre todo, cuando se trata de los viejitos de Barrón, todos nos juntamos solo en el escenario. Ahí es el único lugar donde podríamos sonreír entre nosotros. Disfrutar de nuestra compañía. Pero se acaba el show y todo vuelve a la tensión que se ha forjado de años, así como la amistad que perdura también se hace fuerte el odio por descubrir que tus amigos no son la mejor expresión humana, sobre todo cuando sucumben (sucumbimos todos juntos) a la perdición de una gira fuera de Lima. O del Perú que también nos ha tocado dejar el nombre del Perú en lo más alto. A Colombia todavía tuvimos que ir a lo más alto. Pero dejamos bien el nombre porque estábamos a la altura de las circunstancias. Así hemos recorrido todo el Perú, Colombia, España y Luxemburgo. Tocando con la banda y dando entrevistas, estafando a la gente con el cuento de que tengo una obra literaria que no tiene ninguna casa editorial ni que existe en ninguna librería retail, sino que subsiste a duras penas en un puñado de gente infectada por algún virus malware en la cabeza que puede pensar que mis palabras generan una energía interna. Y lo encuentran en libro usado, libro viejo, algún ropavejero que desmanteló la biblioteca de algún hijo viejo fumón que acaba de morir sin pena ni gloria, y que entre sus libros tenía un ejemplar de Barrunto, firmado por el autor seguramente en alguna madrugada en el baño de algún bar del centro de Lima, o de Surquillo o de Barranco. O de Barranca, Iquitos, Tacna, Cuzco, Piura, costa, sierra y selva unidos por los viejitos de Barrón y su escritor sin obra palpable, porque como dijo el luttier Facundo Cabral queen realidad lo dijo el principito: lo esencial es helecho y también invisible a los ojos. 
En ese periplo que debo llevar ventiendo mis tamales por las ciudades, hablando mi libro que no hay, solo hablan de él. Hablando de la banda que va a tocar y que nadie ha escuchado en su vida. Y debo explicar por qué se llama la banda 'Los viejitos de Barrón', y comenzar a explicar que el fundador también es el biógrafo del poeta Luis Hernández Camarero, que mi sobrino frejolito también tocó en los viejitos y ahora es biomagnetista. O que en la banda hemos tenido tres integrantes que ya se han muerto. Primero fue el chino rata baterista, que ya tenia problemas con la caña y me quiso pegar en vivo en pleno show. Esa vez estuvo el Pez Plátano, que fue el segundo bajista de los viejitos y que como arquitecto se ha hecho ilustrador y tiene mucho éxito en Brasil. Desapareció unos días y lo encontraron como al cantante de ACDC, muerto en un carro ahogado por su vómito. El segundo baterista que murió de los viejitos de Barrón no murió ahogado pero tuvo siete vidas, y cuando comenzó a tocar con nosotros ya tenía cinco encima. Yo le dije, loco, si sigues pensando en Ronieco, que fue nuestro integrante supremo y que se murió esperando que lo atiendan, te va a jalar para arriba. Pero mi causa Elmer, batero loco, extrañaba a su Ronieco, extrañaba su saca bien, su ah con concha. Y se dejó ir. No fue que él decidió irse, sino que dejó que lo lleve el sonido de su guitarra con escalas mágicas. Subió al cielo con demonios. 
No se puede decir que la banda los viejitos de Barrón sea mi banda solamente, porque se han presentado aún sin mí. Habíamos viajado a Huancayo con el Chombo en la misma fórmula: me invitaban a un evento como escritor y exigía como parte de mis condiciones, que me consigan un lugar dónde tocar. Había un concierto contracultural. Llegamos e hicimos el ritual, entrevistas, promoción, saludar a alguna autoridad y a partir de ahí, libre. La otra actividad básica de los viejitos de Barrón además de buscar problemas y putas, es también ir a misa. Entonces fuimos a la catedral de Huancayo y yo recé por mi abuelita, que en ese entonces agonizaba y antes de irme para Huancayo me dijo: Jua, ya no quiero que escribas más, le haces daño a la familia. Me dolió tanto como me duele cada vez que alguien me dice que no tengo talento, o que mi novela no es buena, o que mi trabajo no satisface a los clientes, o como si alguien me dijera (como me lo han dicho bitcoins de veces) que estoy demasiado drogado y debo retirarme por mi bien y mi buena imagen. Pero por mi sangre corre la disrupción y me voy por el camino más salvaje, aunque mañana esté con mi cara de autogol, como el gordo Ronaldo cuando perdió el mundial porque le dio la epilepsia.

Esa gira a Huancayo en el 2011 la recuerdo tanto por eso que me dijo mi abuela, como porque al regreso comenzó su real muerte, falleció tres semanas después. Yo solo había pedido a Dios fuerzas para soportar lo que se venía. Pero el vendaval fue más fuerte y me quiso llevar. Terminé internado intoxicado de pastillas y depresión. desaparecí cuatro meses, volví reestablecido pero en ese lapso los viejitos de Barrón siguieron tocando sin mí, y aún así, cuando volví me acompañaron a pesar de que mi beat estaba lento, estaba pausado y hasta dormido, producto de todas las pastillas que tomaba para rehabilitarme. 
Todo eso está grabado disponible en YouTube, no es necesario que lo cuente para que crean que estoy metiendo floro, vendiendo humo, armando mis muñecos. Algunos ya ni me creen. Esa vez en Huancayo estuvimos en un buen hotel, dimos la charla y de frente nos fuimos con los rockeros. Ellos estaban más entusiasmados por nuestra presencia que los organizadores. Igual hicimos contenido y pudimos entrevistar a rapper school, en Huaancayo para la revista Esquina. Por la noche nos llevaron al evento y era a las afueras de Huancayo, había una movida cultural impresionante y lo dimos todo en el show, pero solo duró ocho minutos porque al Chombo le dio soroche y se desmayó tocando los tambores. Igual la gente reconoció nuestra presencia y nos invitaron caliche como mierda. Salimos sin casaca porque ya el frío era un verso que se tuerce en la rama de un río seco.
Al día siguiente teníamos la mañana libre así que nos fuimos para Ingenio, un distrito donde se comía trucha a un precio espectacular. Ahora que volvimos a Huancayo no pudimos ir, porque nos dijeron que se había 'apitucado' el distrito y todos eran hinchas de Gastón, servían poco y cobraban carísimo. No fuimos, igual mi road manager estaba en ácidos y no quería comer. Pidió una cerveza a las nueve de la mañana y dijo ir al evento a probar el sonido. A las dos horas me llamó el organizador quejándose de un tipo con lentes oscuros que exigía respeto. Le dije que no le haga caso, que nadie le hace caso ni su familia. 
Esa vez en Chimbote con Eloy, a pesar de que el escritor me había arropado y quería mostrar lo mejor de mí, no perdí la oportunidad para vetarme solo, dije que había estado en el chongo famoso adonde iba José María Argüedas y que cada vez que visitaba  la ciudad de cielo con olor a pescado, iba al tres cabezas y ahí era feliz, como así feliz José María antes de suicidarse, en Chimbote.
Ahora que pude disfrutar algunas horas lúcido en Huancayo, sin altura, vi que tenía dos malls tan grandes como los que hay en Lima, y hay BMWs como los que hay en Lima, y me doy cuenta que el cojudo soy yo que piensa que solo lo que existe en Lima ocurre en Lima, que no hay ciudades del Perú que son más o tan prósperas como Lima. Como La Oroya que es considerada la Manchester de Sudamérica. Seguro quien inventó ese floro fue el mismo que dice que el punk se inventó en Perú por los Saicos. Yo los entrevisté y almorzamos con todos los Saicos, y en el restaurante donde estábamos almorzando, estaba Alan García, en una mesa donde al frente tenía dos platos, uno era un chupe de camarones y el otro era algo como un chaufa aeropuerto. De ambos platos comía con cuchara y se iba riendo con su risa pausada, de mafioso viejo, de conchesumadre, de esos que cuando se matan viene gente a decir que aun sigue vivo, que siempre vivira, o que está en Andorra disfrutando. Con Tomasini o Sandro Baylón. Con Caico Ganoza. Y Paolo Guerrero nació en Ventanilla cuando se murieron los jugadores del Alianza Lima. No me jodan. Eso es literario, inmensamente pajero mental. Mágico masturbador.
Ahora que fuimos a Huancayo, el hotel estuvo lleno de canas que nos dimos cuenta sino hasta el final, donde uno de los tombos salió por su ventana y amenazó a uno de la crew: apaga tu huevada que huele feo. Menos mal yo ya estaba fuera del hostal, con mi maleta casi adentro del taxi. Entonces salió el negro y me dijo Juanjo, putake putake putake, creo que hay un tombo en el hotel. Yo le dije negro hay 43 tombos hospedados, sal rápido nomás compadre. Y nos fuimos nomás, ya ni nos despedimos del organizador. Pero queda en la memoria del corazón que el organizador, del evento homenaje al escritor Sandro Bossio, que fue auspiciado mediáticamente por el profugo de la justicia Vladimir Cerrón, nos invitó a tomar caldo de mondongo de su señora madre, que al costado de Sara, la mamá de Cabral, se merecen no un sitio sino una hectárea en el cielo. Como también el bar a las afueras de la ciudad que nos dejó tocar y convencer a los ocho personajes marcianos que estuvieron en nuestro show, para que repitamos el plato en el ICPNA de Huancayo, frente a uffff, cuanto, mil?, ocho mil ? qué va a ser, frente a ocho personas ilustres que dieron todo por nuestra presencia.
Así uno se va trepando la sierra y comienza a extrañar. Comienza a sentir que todo lo hecho no tiene sentido, que viajar al útlimo lugar del bus se ha vuelto tan repetitivo que pierde un por qué. Sin embargo, esa sonrisa que te regala una niñita en la carretera, esa humita caliente que te ofrecen en Chalhuanca, o la trucha a dos soles la unidad que te ofrece una emrpendedora de Curawasi, o el pan recién horneado que te venden en Jaujga, o el caldo de carachama que te sirven infernalmente caliente en Belén, no cuesta el precio que te poonen en la pizarra, por cuesta más que un tatuaje que te han puesto en la frente borracho incosciente.