sábado, mayo 06, 2006

UN DÍA DE COLA

mi esposa dice que yo odio a todas las mujeres. incluso a mi mamá que ya me tiene harto y todas las mañanas que amanece orinada me da más cólera todavía. tamadre.



y peor aún. dice la bruja menor, que la vieja mayor un día de estos se me puede morir. a la mierda, le respondo. le respondo y sigo comiendo mi pan con mantequilla, rápido para ir a trabajar. a la mierda, me dice: como si tú la fueras a enterrar. misio de mierda. tamadre. a comer nomás.



pero hubo un día que había que llevar a la vieja a hacer un trámite en el banco. un asunto que demoraba -por lo menos- unas tres horas. como yo soy el hermano que vive con la vieja, arrinconándola, viviendo de su pensión, dicen, vertiéndole mi veneno, también dicen, o simplemente jodiéndole la vida.



entonces fuimos temprano. ella se había preparado hacía como tres días para ir. estaba lista a primera hora, con los pañales bien puestos y bien desayunada, para aguantar la velada. el banco, aún de amanecer, era un basural de gente. puros ancianos, todos jodiéndose al otro, todos gritándose, todos quejándose. nos pusimos a la cola. éramos como el número sesentaicinco. chuchesumadre, caray. así no iré a trabajar. murmuré con preocupación. para lo que trabajas, murmuró la vieja. comenzó la joda.



la cola no avanzaba. estática, quieta. tamadre, vieja. fui a comprar un diario. lo leí todo. la cola seguía inmobil. me hice el crucigrama, nada. el horóscopo, ni mierda. tamadre. fuí a comprar maní. me cayó mal, fuí ventilarme del maní a la puerta y la cola seguía malditamente quieta. para esto, la vieja era conversa y conversa. comenzaba con que tenía tres hijos. los tres eran profesionales. uno era economista, tenía residencia en eeuu. el otro era auditor, ya tenía tres niñas y se iba por el varón. como era el más rebelde, comenzaba a contar que lo tuvo que llevar a la Normal por años. dice que le funcionó, aunque siempre va tener esos arranques... y se comenzaba a señalar la rodilla. aquí fue la primera vez. se abría un poco el escote y se señalaba con su mano: aquí también me mordió un día que llegó sampao. tamadre, vieja, cállate.



cuando habló de mí, fuí por un cigarrillo. pero escuché a lo lejos. tamadre. el tercero es el gordito de allá que fuma. sí, tiene su patilla de loco. yo siempre he sido tímido y mi mamá sabe que esas cosas me molestan. mas, me ofuzcan. recuerdo que una vez a los tres años yo me rebelé en el patio y me resistí a entrar a la casa por muchas horas. recuerdo haber carburado las peores maldades en contra de mis padres, quería que se vayan de ahí, que nos dejen en paz. que no vuelvan a lanzarse nada. tamadre. y cuando se hizo de noche, cuando ya tenía todo calculado para reporcharles lo que sentía, salió mi mamá y bastó una sonrisa para derrumbar ese odio que cargaba por nada.



él escribía sus cuentos. sí, había ganado un concurso distrital, sí. claro, también es poeta, mijo. tamadre. se acabó el cigarrillo. pero el sonso embarazó a su novia y se tuvo que casar. ahí lo tengo, pues. yo volvía y ella hablaba más bajito, pero nunca paraba de hablar.



la cola de mierda nunca avanzó. fui a reclamar allá adelante. que espere que ya el funcionario comenzaba con fuerza. tamadre. y todo para seguir manteniendo viva a la vieja. y por qué no se muere si tanto jode? por qué mejor no la mandamos al asilo? acaso se va morir ahí? pero si ahí tendrá amigas, para que juegue timba... y por qué no usamos el dinero que manda el negro para pagarle un nicho. total, si se muere, yo mismo la entierro en el jardín, eh. tamadre. vieja de mierda.



yo quemaba pensamientos. todos malos. me he percatado que cuando me altero el mal humor siempre recae en mi mamá. me dan ganar de meterle un cocacho, de abofetearla, jalarle el pelo. patearle la canilla, pisarle un dedo del pie, meterle un codazo, morderle la pierna... hacerle doler.



generalmente, cuando tengo estos pensamientos, genero un poco de gastritis y me comienzan unos dolores en la parte derecha del estómago. ya te he diiiicho, no me haces caaaaaaaaaaso, toma tu pastiiiiiilla. deja de fumar tu cigarriiiiiiito. y seguí cuchicheando con la del costado: este muchacho está igual que su padre. así andaba tenso, tenso, hasta que un día ¡pum!, se le reventó la panza. síiiiiiii. tamadre, vieja. deja de decir mentiras.



me senté un rato para sobarme el estómago. tamadre, si no fuera por la vieja esto no pasaría. ojalá te mueras. tamadre. y mi mamá seguía con el raje: mi juanito fue el que me hizo esto en el codo. ¡mamá!, salté alterado del asiento. ¡basta!, pero ella no paró de hablar con la de a lado: ya ve, ya ve? así se pone siempre. el cigarrito lo tiene así.



apenas escuché esto último, decidí regresar solo a casa. que se joda, grité saliendo. la cola comenzó a avanzar. ¡soria!, ¡ventocilla!, por acá. ¡sotelo!, por acá. ¡zapata!, no hay.

¿¡cruz cornejo arsenia!?, lanzaron por el parlante. el nombre era inconfundible.



volví con ella y del brazo me presenté en ventanilla. vengo por un poder...



yo iba mirando alrededor, los viejitos que no paraban de hablar, no paraban de saludarse y sonreírse como si se estuvieran cireando. entonces vi a una señora que cargaba pesadamente a su hijo down. y esto joven no paraba de moverse, de reír, de carcajearse y de pronto ponerse a llorar, a resondrar, a morderle el brazo a su madre. le comenzó a pisar el pie. le jaló el pelo, la arañó por el cuello, le pateó la canilla y le metió cocachos. finalmente, le escupió la cara. la señora nunca se quejó. la señora le pedía que se calme. ya, mijo, ya. juanito, ya. tranquilo. ya, juanito. el niño se alteraba más y más y volvía a golpear. ahora más fuerte. comenzaba a gritar con toda su alma y babeaba y se tiraba al suelo y lloraba de impotencia. la madre le sonreía y le pedía que se vuelva de pie. ya, mijo. tamadre.



la vieja terminó el trámite, firmó y me entregó todo el billete. yo lo metí al bolsillo sin contar. vámonos de aquí, hay mucho ladrón, le dije. ella asintió. saliendo del banco fue que me di cuenta que mi mamá era una anciana que dependía del bastón para mantenerse en pie. tamadre. a pesar de todos los golpes que ha recibido de sus hijos, aún no la hemos podido matar. tamadre. por algo será.