jueves, julio 26, 2007

Un mundo en la oscuridad


Filmar vidas no es cosa de juego. En medio de la confusión que genera esa cosa llamada globalización, uno puede morirse de frío en esta ciudad y no haber visto nunca cine boliviano, o paraguayo, o austro-chileno. Hollywood es el imperio que pisotea la retina del mundo, y los hindúes calzan esas huellas de manera galopante. No se trata de sonreír frente a una cámara y decir adiós para dejar en claro que en nuestro planeta las cosas van de maravilla. En las afueras de nuestra atmósfera deambulan pasajeros en tránsito que nos ven, a lo lejos, cómo bombardeamos nuestras propias religiones. Un platillo volador zigzaguea sobre un bar de mala muerte para ver si todavía existen gentes que escriben poesía en servilletas. No pregunten de dónde vienen esas visiones, porque en la sala todo está oscuro y nadie ve nada más que la ilusión de un proyector que ha aterrizado en nuestras nucas. Los terrícolas somos seres muy extraños, dirán: cambian el color de sus cabelleras, usan pendientes en las orejas, lengua y genitales. Visten trapos rasgados que celebran la muerte del pudor. Exhalan humo blanco en lugares multicolores mientras reciben ataques de epilepsia. A veces sus bocas se tocan en señal de algún sentimiento que aún los disidentes no logran definir. ¿Serán esos actos lo que luego generan explosiones en forma de un hongo?

Las localidades agotadas, el telón de terciopelo alzando vuelo. La magia salta al ruedo, torea con la realidad. El sonido ultraviolento, las mascarillas de oxígeno para los asmáticos del feeling. Los murmullos excitados, las niñas huyen de sus locos. Un susurro de menta se contornea por el pallar de la pequeñita oreja femenina. Las salas de cine no solo se inventaron para conmoverse con las películas. Existe una vida paralela que se escribe con cada apagón, donde la intuición se convierte en una vedette de siete décadas, mitad humano mitad espejo. De aquel espacio proyectado en lo blanco nacen nuevos mundos. Nuevos retos para la imaginación: matrimonios malditos, infidelidades adolescentes, patologías malsanas, mares de lágrimas, la felicidad de los avestruces, la psicología del ratón, las travesías al más allá de un chamán que duerme placenteramente en los intestinos de cada ciudad. Habré cortado un poco de sueños en juliana para que nuestras historias se entretengan, mientras la inspiración llega junto con el té y las galletas. Zucarina para la piel, tome cafeína, te da balas. Apague su celular o póngalo a tres gigas sobre el nivel del mal. Que empiece la fiesta: Acción.