Influencers los de mis tiempos, porque primaba el vínculo de los papás, los profesores, los tíos, los nonos, los amigos de la pista o el parque. La perversión de los medios genera protagonistas de la infamia, hijos de la inteligencia artificial. Educados con publicidad. Han amamantado mensajes generados bajo el influjo del opio de la banalidad.
Entonces nos interesa más la zapatilla de un conductor de televisión que lo que pueda comentar un colega suyo en medios sobre la experiencia desoladora que tiene al ver que sus cuatro hijos escuchan y cantan con la letra de paporreta las canciones de Bud Bunny. El escritor Christian Castro ha sido traducido a ocho idiomas, sus novelas se venden en Europa y lo acaban de invitar a Colombia para presentar sus libros. Pero llega a casa y el mensaje a través de la música que oyen sus adolescentes es un tributo a la frivolidad.
Hoy en día puedes ser lacaniano sin leerlo, sin abrir un libro de Lacan, te toma una mañana anotar bien los videos documentales y analíticos, para dummies, tutoriales, y puedes ser un experto lacaniano. Y así Borges y Cortázar. Pero nadie pregunta por ellos en el ecosistema millenias ni centenial, no les interesa. Acaso el futuro está en sus planes?
Son nativos inmersos en el enfoque de vida como generación de data, a través de likes, a través de virales. Ya no somos lo que decimos o demostramos, somos lo que ponemos en redes sociales sobre nosotros. Lo que comemos, dónde lo comemos, con quién lo comemos, adonde viajemos tiene que ser un lugar de ensueño y fantástico, sino no alcanzará para que las redes te inviten a monetizar tu vida.
La explosión de las redes sociales, el protagonismo que toma el teléfono celular dándole de baja a la cámara fotográfica en la vida cotidiana. Todo eso genera un entorno inédito en la vida del mundo. Los smart tv, los smart clock, a ese punto llegaría un robot 'tonto', que la inteligencia llegue a un tope en que comience a decaer, y el robot comience a involucionar como un mono. Se podría ?