no es para Ch.B.
Ella era una pobre diabla
que almorzaba la basura de toda la ciudad
y esperaba la mañana aullando en cuatro patas.
Ella bebía orines para saciar su dolor
y aún así
seguía sufriendo.
Él era un pedazo de papel higiénico manchado por la indigestión.
Ni siquiera
había conocido el sabor dulzón del desagüe,
ni las amapólicas caricias de la peste roja
y ya imploraba su muerte a las cuatro flatulencias.
Al encontrarse el uno al otro
no aguantaron sus olores mutantes,
se hicieron muecas
hasta que de tanto asquearse
se comenzaron a gustar...
Entre las cloacas de cualquier parte del mundo existirán
historias como éstas
sin que los hombres tristes reclamen nuestra porción de paraíso merecido.
(octubre, 2005)