domingo, marzo 07, 2021

ESCRITOR JUAN JOSÉ SANDOVAL EN RADIO NACIONAL

POLÍTICA & ARTE


martes, enero 26, 2021

LA ECONOMÍA DEL EGO, LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL DEL DOLOR

Cusco, 27 de enero de 2000.


Mañana cumplo 45. 
Me hubiese gustado estar como el año pasado en un lugar donde nadie me conozca y no tenga que recibir saludos. Pero apenas llegué a Santiago me fue a recoger un viejo amigo de la época universitaria al aeropuerto. Yo no sabía que él sabía que estaba de cumpleaños. Pero vio que mi reacción no fue gentil cuando me dijo feliz día. Entonces no volvió a mencionarlo.

Pero cuando uno ve los cientos de mensajes que te ponen en el Facebook, se te hincha el ego. Te sientes estrella. O influencer con miles de seguidores. Aunque siempre esperas que esa persona que quieres que te salude, nunca lo hace.


Por eso cada cierto tiempo cierro mi Facebook o bloqueo a la mitad de mis contactos.
Los primeros días vivo bien, liberado. Pero al tiempo necesito volver. No solo para publicar fotos de lo que cómo, dónde como. Si me encuentro con una amiga me tomo una selfie con ella para que mi papá crea que todavía cacho. Pero es pura finta como todo lo que existe en redes sociales.


Veo gente que hizo de sus vidas miserables una narrativa fabulosa, una vida genial, casi de famosos. Entonces todos somos estrellas, así quieras hacer notar que tienes una cadenita de oro que no vale ni lo que gana un ratero al día, pero crees que la gente te ve como si fueras rico y famoso, a pesar que al fondo de la foto que publican, el paisaje es digno de una descripción limeña de Ribeyro. Azoteas asquerosas meadas de perros sarnosos, paredes sin tarrajear, pobreza notoria pero que uno piensa que porque te pones una cadenita de fantasía tus contactos pensarán que tienes plata.


A eso hemos llegado: si tu vida está en Facebook, entonces tu alma es algoritmo deprimido.


Por ejemplo mi perfil no tiene nada que sea yo. Osea una persona miserable.


Solo tengo fotos del programa en vivo que conduzco y que entrevisto desde hace tres años. Por el set del canal pasan los gerentes más serios del país y yo los recibo con la cara dura, con un saco y corbata que mi papá estaba botando a la basura y yo los recogí porque como buen actor que soy sabía que me iba a servir.


Aunque el saco me queda grande, experto en utilería teatral, lo ajusté a mi con imperdibles y ganchos de pelo.
Usualmente los ejecutivos que entrevisto se van encantados de mi programa. Supongo que desconocen que no les entendí un pincho de lo que hablaron porque más anduve pensando en si el sonido entraba bien durante la transmisión o si el asistento tuvo un rapto de inteligencia y cumplió con la parte técnica. O pensando si mi chacal ha traído un paco más para seguirla después de la transmisión. Pero lo que digan los invitados poco o nada. Igual tengo toda la semana para repasar la información y ver qué podemos hacer para ganarme la vida.


Igual la plata que gano queda insuficiente y hago pequeños trabajos que algunos inútiles no pueden hacer, ya sea porque tienen altos cargos gerenciales y no hay tiempo para cumplir con las tareas de sus oficinas, en maestrías, sus MBAs, sus cursos de posgrado con lo que buscan duplicar sus sueldos en grandes organizaciones.


Por ejemplo, a un empresario amigo de mi hermano el negro, su socio a quien cariñosamente le llama 'su sucio', le hice hace poco un ensayo de dos páginas sobre tecnología e innovación para su MBA en Esan. Me pagó una mierda pero igual le tuve que agradecer porque por más miserable que sea él y por más miserable que sea yo, soy una persona agradecida con todo lo que cae del cielo. El negro se molestó conmigo porque le cobro muy poco por los trabajos que le hago, porque además de ese ensayo también le hago su Facebook corporativo, con noticias del sector y algunos podcast que me animo a producir cuando la abstinencia me ataca y necesito dinero al toque nomás. Entonces lo llamo al sucio y le cobro, y él saca de su bolsillo un par de soles y me los avienta por el celular. 'Tú sabes cuánto gana ese huevón?', me saca en cara mi hermano. 'Gana más de 15 mil soles'. Yo más calmado, porque ya me compré la droga que necesitaba para seguir pensando 'zen', que su socio/sucio no podría ganar lo que dice, porque simplemente si tuviese esa cantidad mensual ya se habría hecho hace tiempo un tratamiento contra la sudoración y el mal olor.


Igual con el mismo afán de conseguir monedas le hago las tareas que le dejan a un pata mío que estudia una maestría en gestión deportiva en España. Y me manda unos euros. Igual una amiga viceministra que entre tantas obligaciones que tiene me pide que haga llamadas a gente que ni conozco pero que debo aparentar ser un funcionario del ministerio, y además dicta cursos en la escuela de administración pública, por lo que he redactado el silabus y hasta podría decir que estoy apto para ser docente ahí. Aplicaría la misma metodología que uso en mis programas de televisión online: actuar.


Hace poco me llamó otro amigo para que lo ayude a terminar un servicio para el Estado. Había que llamar a 36 instancias sobre la violencia contra la mujer. 36 informes desgarradores de cómo le sacan la mierda a las mujeres a nivel nacional. Pude haber terminado abatido pero ya hace tanto tiempo que estoy acostumbrado a leer basura.


Desde aquella vez en Cusco en el 2000, foto que ilustra este escrito, adonde fui gracias a la familia de mi novia cusqueña y me quedé 45 días en que terminé de escribir Barrunto en una máquina de escribir que me pusieron en una habitación. Todititito para mí, el cuarto con baño y una máquina de escribir, más nada. Pero también aproveché para entrar al diario La República de Cusco, El Gran Sur se llamaba y me mandaron a hacer policiales, entonces todos los lunes iba a la comisaría de la séptima región y me ponía a revisar el cuaderno de ocurrencias. Usualmente el fin de semana estaba cargado ese cuaderno, donde se escribía a mano y se describía cómo violaban a niñas de 5 años, cómo le cortaban la cara a mujeres jóvenes o simplemente aparecía muerta alguna en al ribera de un río, mientras el esposo confesaba aún borracho que la había matado por celos.


Pensé que esos 36 informes del ministerio serían cosa fácil, pude quedar aturdido y hasta deprimido. Pero ya me acostumbré a aplicar la metodología Sandoval: arroparme de drogas que anestecien la realidad y yo pueda seguir sonriendo para las fotos del Facebook. Porque ahí en el Facebook sí que uno puede tener una vida extraordinaria.


He conocido a varios que el Facebook les ha cambiado el carácter. Viven eufóricos por cada like que le dan a sus fotos ordinarias. Pero cuando alguien los trolea o se burlan de sus reales falencias, se ponen como locos y comienzan a insultar a ciegas. Entonces te das cuenta que la ilusión de querer ser una celebridad por redes sociales se queda en una mera patraña. Gente que publica fotos con libros que supuestamente leen, pero a saber de lo que postean denotan que se han olvidado hasta del coquito de la primaria.


Evidentemente es una construcción que se forma de imágenes y pensamientos que ya no son pensamientos sino memes, y que la filosofía de sus vidas (y la mía también) se empodera en la frivolidad y un glamour triste.


Yo entendí eso en el 2009 cuando me invitaron a Europa. Meses antes cuando me llegó la invitación me pidieron una foto. Yo estaba desnudo en mi cama con Capulí, que luego de estar con su novio venía a mi casa y tirábamos unas cuantas veces. Al menos tenía la decencia de bañarse antes de bucear entre mis sábanas. Yo no, entraba al ruedo sucio y enredado. Ella era fotógrafa y aprovechamos en que me tome unas fotos y para sentirme más pendejo me puse un cigarrillo a medio avanzar entre los labios. Luego me tomó otra con el condón (usado) en la mano. Y las mandé a Europa, donde usaron la del cigarrillo.


Tiempo después, cuando volví de ese viaje entré a trabajar como profesor de una universidad que más parecía el Arca de Noé por la cantidad de animales que había. Y el Facebook y el Google comenzaban a invadir las vidas de todos y todas. Entonces aparecieron las dos fotos y comenzaron a circular entre mis alumnos. No solo evidenciaban que era un consumador fumador de canabis sino también un enfermo sexual.


Y los siguientes trabajos que tuve ambas fotos fueron mi carta de presentación. De tanto rechazo preferí dejar de buscar laburo y dedicarme a escribir. Igual esas dos fotos me siguieron por mucho tiempo hasta que comencé a postear muchas fotos, ahora con saco y corbata, para 'chancar' mi pasado.


Intenté superar mi propia imagen, pero adonde iba me siguieron esas dos fotos. Más bien la que dejó de seguirme fue Capulí, que se terminó casándose con su novio.


El otro día me llamó y la atendí con la falsa gentileza que es mi coraza para atender a mis clientes y amigos. Siempre atiendo favores por teléfono y a pesar que la retribución es ingrata cumplo con mi oficio de servidor público sin sueldo fijo.


Siempre me piden orientación en temas empresariales, por lo que brindo lo que sé que es lo que dicen mis invitados al programa. Algo capto y lo comparto. Pero Capulí me pidió orientación sobre un tema no empresarial y que según ella yo conocía. 'Mi primo se ha intentado suicidar y no sabemos qué hacer'.


Como experto en el tema le di el teléfono de mi siquiatra, y le dije que él era el indicado porque había sido director de siquiatría del hospital militar, que había visto casos de gente mutilada durante el terrorismo, así que mis intentos de morir y mi depresión simplemente les parecía puras mariconadas mías.


Tomó nota del doctor pero luego me que si conocía alguna posta porque no tenía recursos. Justamente, le dije que habían inaugurado una posta de salud mental con el nombre de mi doctor, pero no sabía en qué cerro estaba ubicado.


Capulí me pidió algunas sugerencias, aunque sin dinero iba a estar difícil solucionar la situación. A su primo lo tenían encerrado en su cuarto esperando que se le pase el sueño por todas las pastillas que se había tomado. Yo le detallé que lo mismo me pasó a mí, pero al despertarme me di cuenta que había fracasado en mi objetivo y que seguía ahí como una cucaracha o como un elefante, seguía ahí. Y eso me puso furioso y comencé a romper todo incluída las ventanas, mi laptop, la cara de mi madre y el tabique de mi hermano. Hasta que llegaron unos grandulones en bata blanca y me amarraron con correas. Me llevaron un hospital de nombre Noguchi y cuando iba a pasar al Valdizán, adonde ingresaría por el servicio del Estado oficialmente como un loco esquizofrénico. Entonces mi familia me internó en una clínica privada con una habitación propia, televisor con cable y baño. Había estado dos semanas encerrado en una habitación sin ventanas y me pasaban la comida por una puertita que cerraban de inmediato. Por lo que la clínica fue como el paraíso. Pero cuando hubo la oportunidad de ver a mi familia mi madre tenía un parche en la ceja, mi hermano la nariz enyesada y mi hermano mayor estaba ahí aunque vivía en EEUU.


Pedí perdón por todo y agradecí por haber pagado la cuenta de mis platos rotos. Pero igual dejaron internado un tiempo más.


Todo eso le conté a Capulí quien mientras más le contaba más lloraba por teléfono. Y el problema era que su primo no tenía recursos. Entonces le recomendé que lo mantengan encerrado y le pasen la comida por debajo de la puerta. Pero que si la cosa se ponía brava que le dieran una bolsa de veneno para ratas. Y que él decida.

domingo, diciembre 27, 2020

COPLAS POR LA MUERTE DEL PAPÁ DE MI PATA


Mi pata Ralph me llamó un día antes del partido de Perú contra Uruguay. Careperro, me dijo. Siempre me dice así. Desde el colegio. Estaré en Lima este fin de semana, vente a la casa de mis viejos. Sus viejos vivían a unas cuadras de mi casa. Entonces fui porque ya iba ser muy atorrante con uno de mis mejores amigos. Ya le había fallado al no asistir a su matrimonio. Ya le había fallado tantas veces en la juventud, que era momento de reivindicarse. Era su último fin de semana disponible, porque se iba de Panamá, luego de más de diez años como ejecutivo de una importante transnacional, hacia España, donde también había vivido tantos años de máster y trabajando en otra importante empresa global. Ahí estaré, le dije mientras cancelaba toda la cerveza que había ordenado para beber con mis compinches de vicio mientras veíamos el Perú-Uruguay de la Copa América del 2019 que llegamos a la final. 
Entonces lo esperé en la puerta del edificio y llegó a las justas en el taxi porque el partido ya comenzaba. Por teléfono me dijo que me iba a contar el por qué estaba en Lima y por qué se iba a España. Pero llegó tan rápido que solo dio tiempo para entrar, saludar a sus hermanos que también se habían dado cita en el depa de los papás, sus hijos y esposas. Todos con la camiseta de Perú, con las caras pintadas.  Y a ponerse frente al televisor, sin poder tener detaller de por qué me había invitado. Pero mi mente roedora funciona veinticuatro siete. Y me di cuenta que a Ralph le habían hecho no solo su almuerzo preferido, un sancochado espectacular preparado por su madre, sino que recibía todo tipo de atenciones como si se tratara de su cumpleaños. Y pensé: este huevón está con cáncer. Y seguimos viendo el partido.

Perú aguantó el cero a cero y le ganamos a Uruguay por penales. Fuimos héroes y nos bebimos una cerveza más. Se hizo de noche y viendo que sus hermamos se iban yendo, yo más me quedaba y sacaba otra botella de la refrigeradora. 

Nos quedamos Ralph, su padre y yo. Todos vaso en mano nos divertimos filosofando un poco de la vida en general. Hacía mucho tiempo que no la pasaba tan bien, con una conversación tan versátil que me hizo olvidar un poco de la vida ordinaria que llevo a veces. Y también me di cuenta -porque nunca me lo contó- que mi amigo no estaba enfermo, sino que se estaba separando de su esposa. Lo cual fue un alivio que al menos, frente a cualquier problema, la vida y la salud son irremplazables.

Al viejo de Ralph lo conocí adolescente. Mi papá ya no vivía en casa y no tenía quién me recoja de las fiestas por la medianoche. Y Ralph vivía a unas cuadras, entonces me comencé a colar a su carro y me dejaba en mi casa, ya tarde. 

Eran tiempos de pendejadas incipientes, de primeras borracheras que muchas veces eran en casa del doctor. La casa de Ralph era además de grande, porque era una esquina en surco, con una arquitectura de clase, con subidas y bajadas, una gran sala, y un estudio, donde su padre tenía además de sus equipos de oftalmología un equipo de radio aficionado. Ya en ese entonces, los noventas, el equipo era un tanto antiguo pero todo estaba funcionando a la perfección. Además, colgaba en la pared un dibujo enmarcado, una caricatura de cinco amigos de la niñez, entre los que estaba el papá de Ralph y Genaro Delgado Parker. Entonces Ralph nos contaba que su padre era amigo del dueño del canal cinco, entre otras amistades claro, porque era un señor con altas relaciones. Pero nosotros estábamos siempre al juego y en ese entonces esas cosas pasaban desapercibidas. Solo había cabeza para pensar en ir a las fiestas y emborracharse. 

Teníamos una fiesta y el papá de Ralph nos llevaba en su auto, junto con un pata que le decíamos poeta. El poeta, llevaba una chata de ron en el bolsillo, que habíamos comprado para llevarla a la fiesta y tomar caletas. Pero la chata de vidrio se rompió en su bolsillo en el camino mientras íbamos a la  fiesta. Y el carro andando comenzó a oler extrañamente a alcohol, ni siquiera a licor. El papá de Ralph tuvo que parar su carro para que el poeta se saque los vidrios del bolsillo. Pensamos que el plan y la fiesta se habían arruinado, pero el señor nos habló de la manera más cariñosa que no volvimos a tomar buen tiempo. Igual nos llevó a la fiesta, pero no fue lo mismo porque la reprimenda, que no fue una reprimenda sino un consejo racional de forma apasionada que iba directo al corazón. 

Ese tiempo de adolescencia me ayudó mucho tener un amigo como Ralph, con una familia como la de Ralph, tan sólida y armoniosa, frente al caos que tenía en mi casa, por lo que a veces sentía que su amistad me ayudaba a mí, pero mi amistad más bien era para Ralph una mala influencia. 

Igual las pendejadas siguieron con el tiempo, había salido en ese entonces la popular 'margarito', una versión de litro de la cerveza. Nosotros no éramos ajenos a ese furor y un domingo, mientras la gente compraba pan nosotros éramos quinceañeros que prendíamos un cigarrillo tras otro. Y compramos una botella de 'margarito' heladita y nos sentamos junto a la bodega. Pero pasó el papá de Ralph con su bolsa de pan y volviendo de la panadería se nos acercó. Su cara no fue la más cortez por lo que nuestra sonrisa se opacó rápido.

El papá de Ralph pidió el vaso y se lo llenó sin hacer una sola raya de espuma. Y se tomó el vaso en seco y volteado. Luego miró a Ralph y le dijo: prefiero tomarme el vaso yo que te lo tomes tú.

Y se fue, y nuevamente nos cagó el vacilón. Seguramente dejamos otra vez de tomar y fumar un tiempo. Luego ya dejó de recogernos y le encomendó esa tarea a su hermano que era estudiante de medicina. Usualmente llegaba un poco tarde a propósito para dejarnos un rato más en el tono, y nos recogía en un vocho rojo que usualmente llevaba varias botellas de cerveza, algunas llenas otras vacías, y portaba su arma porque era del centro federado de la San Marcos. Sus historias eran alucinantes, como cuando nos contó cómo se le escapó un tiro en el cuarto de la casa mientras limpiaba su pistola. 

También tenía un hermano mayor que estudiaba con nosotros en el colegio, que me ayudó mucho a pasar de año, era tan capo que no necesitó matricularse en ningún centro pre universitario para que lo bequen en una universidad de Estados Unidos. 

Hace no mucho pude tenerlo en mi programa Tecnología & Negocios, en ese momento era líder regional de IBM, una persona extremadamente inteligente. Y luego también pude invitar al programa su otro hermano, el cirujano estético, con quien pude hacer buen contacto e incluso tomarnos unos tragos. Por eso fue que me invitó a su casa a un almuerzo de despedida, pues ahora sí que no iba a volver a Perú. 

Ya entonces había entendido que la invitación de mi pata Ralph a su casa, para ver el partido Perú Uruguay en el 2019, no era precisamente porque estaba separándose, sino que también había decidido volver a España para estar cerca de su hijo, lo cual lo iba a impedir tal vez ver a sus padres otra vez.

El almuerzo en casa del hermano de Ralph fue una sinfonía de sabor, con chancho al palo y merlot, con cerveza y tantos recuerdos que perdi la memoria. Tomé hasta que sus hermanos se fueron y me quedé solo con el doctor y con Ralph, hablando de cualquier cosa, pero siempre con la exigencia que implicaba conversar con gente realmente inteligente. 

En mi borrachera me disculpé por no haber ido a su matrimonio y le deseé lo mejor en su nuevo periplo europeo. Aunque agradecido una vez más de compartir con una familia extraordinaria, y haber visto a su padre como un roble que siempre copa en mano te soltaba un comentario que emprendía una alturada conversación controversial. Lúcido y divertido era el papá de Ralph, que falleció hace algunas semanas. Con el mayor dolor de saber que alguien sufre a la distancia, le mandé un mensaje escueto a Ralph, que también respondió con poco detalle. A los días vi que su hermano el cirujano plástico apareció en vivo en un programa de televisión, hablando de implantes e innovaciones, y a las semanas vi que su otro hermano era el flamante socio de una firma mundial. Y que Ralph había lanzado una startup en España y comienza a aparecer en los medios de comunicación. Ellos siguen creciendo en sus vidas mientras 
yo recién comienzo a asimilar lo valioso que fue estar en esos dos almuerzos con la familia de Ralph.

domingo, noviembre 15, 2020

CALAMBRITO LA REVOLUCIÓN




Para no chocar con temas personales, no incluiré el nombre de mi pata calambrito. Aunque algunas personas sabrán de quién se trata. Pero el nombre es instrascendente frente al mensaje que quisiera transmitir.
Calambrito era mi causa de niño, del mismo colegio, mismo salón, mismo barrio, misma cantidad de hermanos. Hinchas de Alianza cuyos ídolos eran los potrillos de Escobar y Tomasini. Mi papá y su papá provenían del mismo barrio en La Victoria.
Yo paraba en casa de calambrito, jugábamos pelota en el jardín de su casa o en el parque. Nos fuimos a probar al Iqueño y formamos parte de la categoría 76. El Centro Iqueño, mítico club de fútbol profesional, ahí éramos las canteras futbolísticas. Incluso nuestro debut fue en el Lima Cricket, un exclusivo club al costado del Larco Herrera, adonde el viejo de calambrito nos llevó en su auto a varios muchachos. 
No recuerdo cómo quedó el partido, pero sí un hecho raro cuando salíamos del club y llenábamos el auto de chibolos maltrechos y sudados. Vimos que un loco se escapaba por la pared del manicomio, cayó desde arriba hasta el suelo, se levantó, nos miró y se fue. Teníamos diez años. 
Ya para la secundaria nuestra amistad era cómplice, pues calambrito era extremadamente inquieto y avesado, y yo totalmente influenciable. Las califiaciones eran medianas, pero la materia conducta siempre estaba en rojo. Y a medida que crecíamos, hacia la adolescencia, los cigarrillos y el trago se hicieron parte de nuestro derecho a ser libres.
A calambrito también le gustaba el mar, le gustaba correr tabla y yo de copión también me compré mi 'morey'. Una vez nos metimos al sur y nos metimos al fondo a buscar olas, calambrito era atrevido y se trepaba buscando tubos. Yo la verdad no volví a meterme tan al fondo del mar, siempre que entro al mar pienso en los potrillos del Alianza, me entra un miedo aterrador estar flotando en la oscuridad.
Ya en los últimos años de colegio no fuimos tan pegados, aunque siempre fiel a la pendejada, a la chacota, a maltratar a los débiles, ponerles apodos perversos. Yo me comencé a pegar más a los músicos, mientras que él al surf, pero siempre coincidíamos en la cosa seria, en la mafia, como le pusieron a una mancha de galifardos del salón. A finales de la secundaria nos mandaron a un retiro con los sodálites y por una gigantografía que nos mandaron a expresar lo que significaba para nosotros el salón, se dibujó un Fredy Krugger, de la película, era la chapa que le habíamos puesto al director del colegio. Y en la gigantografía de papel, con plumones hicimos 'arte', le pusimos uno dos, ya viene por ti, tres cuatro, etc. 
El retiro se suspendió de inmediato, volvimos a Lima y llamaron a los padres de todos los involucrados. Nos expulsaron del colegio, pero luego nos perdonaron y nos rebajaron el castigo a una suspensión. 
Luego, ya para la pre, calambrito se fue a economía a la U de Lima y yo no sabía qué estudiar, pero entré a contabilidad y me demoró tres años comprender que no servía para los números, y me cambié a comunicaciones y descubrí la palabra.
En esos años ya no frecuentamos más con calambrito, salvo algún saludo en alguna reunión, o alguna fiesta. Aunque siempre le jalaba la idea para hacer alguna pendejada, tomar un trago, un cigarrillo, cosas malas, aunque ya como adultos el trato fue más distante.
Alguna vez lo vi en la filmoteca, viendo una película en animación. Entonces mantuve contacto porque cada vez que publicaba mis libros, le enviaba un ejemplar a su casa. Yo me hice periodista y comencé a recorrer ciudades y países. Y para el año 2000 era un redactor contratado en la revista Gente.
Era el tiempo de la tercera elección de Fujimori, que ganó con fraude, del tiempo de los 4 Suyos. Entonces yo iba a las manifestaciones y hacíamos cobertura periodística, y al volver a la redacción armábamos información diferenciada. Si habíamos visto a mil personas, poníamos de titular: cuatro gatos en protesta violenta. Si las actrices de moda salían a las calles a lavar la bandera, les poníamos 'terrucas' y publicábamos las peores fotos, donde salían haciendo muecas, sus peores ángulos. Y así vendíamos un montó de revistas.
Cuando se declaró el fraude electoral, la gente salió a las calles. Era domingo, casi las 6pm, quería descansar porque el ritmo de trabajo era arduo, la mitad del tiempo te la pasabas borracho. Y tenía la universidad todavía que aunque era un estudiante fantasma (porque era dirigente estudiantil), pero estaba agotado. Y me llamaron de la revista. Sandoval, tienes que ir. 
Y en la plaza San Martín la gente reventaba de arengas, 'a palacio', 'a palacio', gritaban en turba. Yo saqué la cámara de fotos (aún usábamos rollo fotográfico), y comencé a disparar hacia la gente que marchaba ya un poco corriendo, hacia la plaza de armas. 
En eso veo, entre la turba, a calambrito cargando un bate de beisbol, me vio y gritó '¡a palacio!' y siguió su camino libertario.
Nunca me olvidé de esa vez, donde reconocí a calambrito marchando, luchando por la democracia. Y lo admiré por su coraje y además por su vocación de acción. Entonces recordé que su viejo había sido candidato a la alcaldía y entendí que calambrito no era el chico frívolo que se desvivía por meter chongo, sino un tipo con conciencia social y política. 
Desde ahí he seguido su carrera, es uno de los marketeros más prestigiosos del Perú, y cuando he tenido oportunidad de entrevistarlo lo he hecho con el mayor gusto. Un pata inteligente y visionario, negociante asesino y talentoso orador. 
Entendí que, como yo escribía en la revista, no todos los que marchaban eran terrucos, que había gente valiosa que conocen la calle y saben exigir, indignarse frente a lo que pasa y no necesariamete pertenecer a un colectivo político. 
Una entrevista que le hice en mi programa le pregunté si tenía en mente alguna vez entrar en política. Pero no lo había visualizado, estaba muy enfocado en los temas corporativos. Calambrito sería un buen líder para mi país.
Hace no mucho llevé a mi vieja al hospital, a su cita. Antes de pandemia, y me quedaba en el auto esperándola mientras hacía su cola. Y cuando volvió me dijo 'estoy con la mamá de calambrito', que se la había encontrado en la cola. 
Nos fuimos los tres en el auto mientras le contaba que su hijo era un capo de capos, que era un gerente muy importante, pero más le tenía gran respeto porque recordaba haberlo visto marchando en los 4 suyos. 
Su mamá nos contó divertida que su hijo siempre los había hecho sufrir, era intrépido, que cuando se enteró que calambrito se había ido a la marcha, lo habían visto en televisión y unos vecinos le habían pasado la voz a la señora, que se puso a orar porque calambrito no conocía el centro de Lima y temía que le pase algo. Al final derrocaron a Fujimori, la presión social fue importante. Luego el chino se fugó a Japón. Y desde ahí han pasado varios presidentes pero la situación sigue siendo la misma. 
Ahora que han salido a las calles y se acaban de bajar al presidente en Perú, recuerdo una vez más que de la masa popular emerge la gente valiosa, porque es la gente que pisa el asfalto, que sabe de la calle y no se dejan pisotear. 
Ahora veo algunos jóvenes pulpines que no van a las marchas porque sus papás no les dan permiso, o les advierten que si pasa algo que ni los llamen de la comisaría. 
Acaso ser joven no es parte del aprendizaje, es un deber luchar y también ir a conocer lo que es el Perú más  allá de nuestra urbe. 

miércoles, noviembre 11, 2020

PALABRAS (INS)URGENTES !!!

Santiago, 2020.

Una bala sale de la cabeza de un padre de familia que quería separar la bronca de barrio con policías. Antes, había pasado su cuello cuando el policía caído y reventado a golpes por un inocente grupo de peloteros que infringían la ley del estado de emergencia, cagándose en las normas, que apenas vio efectivos del orden los requisitoriados se pusieron bravos y de sanos deportistas pasaron a vándalos en turba asesina. El policía, el tombo, el paco, asustado y viendo su propia vida en peligro de extinción, apretó el gatillo en defensa de su propia integridad, a la mierda la patria y los valores. Entonces el miedo de su arma desvió su disparo hacia alguien que ni siquiera lo había agredido. 

El paco chileno que mató a un hincha de Colo Colo hace ocho meses también tenía miedo y tambaleaba el timón del camión policial que manejaba mientras intentaba huir de la turba. Me consta que la furia chilena nos supera, en los pocos días que estuve me subí al metro y nos tuvimos que bajar por protestas, me subí a un bus y en una luz roja nos agarraron a piedrones e incluso unos jóvenes, de no más de 18 años cargando extinguidores, estaban dispuestos a romper los vidrios del transporte. Las farmacias, que al parecer estaban dominadas monopólicamente por grupos de poder, estaban cerrados por el miedo al  vandalismo. 

Yo también puedo tomarme una foto en medio de las protestas y pegarla de progre. He asistido a grandes manifestaciones, como los 4 Suyos cuando cayó el gobierno de Fujimori, en el 2 mil. Conocía en la plaza San Martín un bar en el último piso de un edificio. Nadie iba y la cerveza era precio justo. Ahí nos reuníamos a intercambiar poesía. Pero a los 4 Suyos no estaba marchando, nunca marché. Para ese entonces, aunque estudiante de periodismo, ya trabajaba en la revista Gente, la gran revista del Perú que jugaba en favor del gobierno. Estaba arriba en el bar mientras la manifestación se volvía un Woodstock versión chicha. 

Desde el cominenzo de mi carrera dediqué mi pluma a grandes desafíos. El primero fue entrevistar a Bernie Paz, un actor modelo que era muy famoso. Luego hice una crónica sobre el 'skunk' la nueva droga de Lima, para lo cual me dieron un presupuesto para comprar el bendito skunk. Pero mi hermano me regaló una bolsa de paraguaya envuelta en cáscaras de mandarina. Ahí está el skunk, me dijo. Yo no me sentí estafado porque igual era para cumplir con el periodismo. Con esa nota salimos en portada y seis páginas, hicimos fotos exclusivas. 

Como el fotógrafo más viejo vio que yo era rata para la prensa, me dijo para ir a la séptima región policial. Tenía un comandante amigo que le había pasado la voz de un burrier que habían capturado en Fiori, yéndose en bus al norte. Sandoval, me dijo. Vamos a Comas a sacar la exclusiva. Vamos, le dije. Tenía clases pero me valía madre la universidad, ya estaba en la cancha.

El burrier era un colorado holandés, tenía un ojo de vidrio y no hablaba español. Lo curioso era que lo habían atrapado con dos kilos de polvo blanco que no era coca, sino talco. El burrier estaba relajado, pero opuso resistencia cuando le propusieron salir a la puerta y hacerle unas fotos simulando la detención. Luego mostraron los paquetes que en realidad no eran coca, sino talco. Pero del cajón del comandante amigo del fotógrafo sacó un pomo lleno de un polvo que brillaba más que el talco. La caspita del inca, me dijo ansioso el fotógrafo. 

La nota volvió a salir en portada y con cinco páginas exclusivas. Entonces me encomendaron algo más desafiante aún: un perfil de las mejores piernas de la televisón: Magaly, Laura y Gisela. Me convertí en un redactor que hacía lo que nadie quería hacer. Ya sea porque les indignaba la misión o no estaban de acuerdo con la línea editorial que le querían poner a las notas. 

El dueño, don Enrique, desde las dos de la mañana comenzaba a escribir mandatorios: que fulano entreviste a Ferrando, que sultano le tome fotos en bikini a Karina Mía, que le propongan una publirreportaje al jefe de la FAP... y así llenaba metros de metros de escritos que indicaban lo que todos teníamos que hacer. Entonces a partir de ese momento el fax de la revista comenzaba a llenarse páginas y páginas de pedidos. 

En una de esas, pidió que vayan a Santiago con Lupe Zevallos, la dueña de Aerocontinente y hermano de 'Lunarejo', famoso narco peruano. Como era el único redactor que tenía pasaporte, me tocó a mí. Y nos fuimos con toda una comisión de periodistas que acompañamos a la señora Lupe a realizar una demanda judicial porque le quería quitar su aerolínea, que al final quebró porque se descubrió que todo era una fachada para sus operaciones con la droga.

Igual fuimos porque a los periodistas si no nos llama el deber, nos llama el trago o los viajes. Pero nos trataron fatal. Nos trataron como a Perú en las eliminatorias del 98, cuando agredieron a Juan Reynoso y nos comimos 4 goles. Humillante, igual nos trataron, nos gritaban narcos, nos hacían con la mano como si estuviéramos metiéndonos algo por la nariz. Y regresamos más o menos parecido a como regreso Juan Reynoso y su equipo. Goleados, porque al final perdieron la aerolínea y la señora Lupe tuvo que pasar a la clandestinidad, hasta hoy.

domingo, octubre 25, 2020

SER TENDENCIA

Rodaje de la publicidad de la película 'Hogar', de Jano Burmester, 2020.


UNO
En 2017 presenté el libro de Elvis 'Viqui Victoria, cuestos escritos con chaveta' en la FIL, éramos él, su amiga Kraken, el pollo Wilson que le habían pedido que presente el libro aunque no lo habían incluído en el programa, y su familia. No pasábamos de 20 personas, pero la fe se había puesto de nuestro lado. Negro, yo también quiero ir a Luxemburgo como tú. Me dijo.
Entonces es mismo día escribimos a Europa y nos mandaron la invitación, pero indicaba que había que conseguir pasajes, fuera de eso lo demás estaba garantizado. El evento era en marzo de 2018, había tiempo, pero Elvis estaba sin chamba y con pocas ganas de buscar trabajo, acababa de presentar su libro y comiendo papitas fritas en el malecón de Larcomar, soñó con viajar.
Pero los primeros días de enero no había novedades de pasajes, allá en Luxemburgo la gente estaba esperando que confirme. Pero el chato no daba luces, solo se remitía a decir negro, voy a ir, tú no te preocupes.
Estábamos ensayando con los viejitos de barrón, era jueves y ya ni le preguntaba por el financiamiento. Tocamos el repertorio inutil que hacemos desde hace 15 años y al final, Elvis comentó que se iba a hacer un video. 'Con un pata productor de Magaly'. Y nos fuimos.
Pero a la medianoche apareció en Facebook un video donde salía Elvis subiéndose a un bus a vender su libro, y decía 'No te voy a hacer pobre ni a mi rico, pero quiero ir a Europa a presentar mi libro. Así como Perú llegó al mundial YO QUIERO LLEGAR AL MUNDIAL DE LA LITERATURA', y la gente le comenzó a comprar su libr. 
No solo eso, el video superó el millón de vistas en cuestión de horas y los medios hablaban del 'escritor de los buses' y su cruzada para llegar a Europa.
A la siguiente semana nos íbamos a juntar para ensayar, porque teníamos dos o tres shows con los viejitos, pero Elvis andaba tan ocupado que no pudo confirmar, nos comenzamos a enterar más por los medios que por su celular, lo llamaban de todos los canales y la gente de todos los distritos lo llamaban para comprarle el libro. 
Pero no falló al ensayo y se apareció en la sala con cámaras de televisión, era un reportaje de canal 5, Elvis Herrada se había convertido en 'El escritor de los buses'. La reportera era muy famosa y le hizo repetir varias veces las cosas. Elvis se había dejado crecer el pelo y una vincha le agarraba los rulos de la fama. Hablaba sonriente, reluciente. Ensayó un rato con nosotros y nos grabaron, luego se tuvo que ir con los periodistas porque tenían que grabarlo ahora con su perro.
Un empresario de gamarra le pidió que vaya a su casa, que quería comprarle un libro, pero en realidad le compró dos pasajes a Europa. Lo citó en su casa y ahí delante de él le compró los pasajes desde su celular. 
El libro 'Viqui Victoria, cuentos escritos con chavera', se presentó el 4 de marzo de 2018 en Luxemburgo, Elvis vistió un terno impecable auspiciado por una marca peruana y pudo saludar al primer ministro de Luxemburgo, Elvis y su pareja pasaron un momento inolvidable, tanto así que el 4 de marzo de 2019 nacía su hija Morgana.


DOS
Perú fue al mundial y Cuevita falló un penal que pudo ser el triunfo. La gente, la hinchada peruana, sufrida hinchada peruana le echó la culpa. Ya la había cagado antes y verlo daba cólera.
Lo mismo habrá pensado mi compadre el Negro Renzo, que además de ser un cancerbero hincha de la U, es recontra hincha de Perú y estuvo en la tribuna en Rusia adonde fue a parar la pelota que cueva pateó en el penal. 
Más lo sintió su hermano Beto, que sintió que le había cagado su mundial. 'Cagón tenía que ser', replicaba en sus redes sociales echándole la culpa al pobre Cuevita que luego del mundial fue fichado con un contrato millonario por un equipo de Rusia.
Justo que se iba a Madrid, el negro Renzo lo encontró en la cola, lo reconoció y se dio cuenta que iba a viajar en el mismo avión. Lo midió y espero abordar el vuelo para acercarse a la zona de primera clase y muy cortésmente le pidió un selfie. Para mi hermano Beto que te quiere mucho, le dijo.
Entonces grabó y dijo 'esto que hago es por ti Beto, Cueva reconchatumadre le cagaste el mundial a mi hermano'. 
El video se lo mandó a su hermano que al toque lo subió orgulloso a sus redes, pero también se lo mandó a mi hermano que me lo pasó de inmediato, y yo se lo pasé al amigo de Elvis, productor de Magaly. 
Durante el avión los llevaba por 13 horas en Perú al negro Renzo lo habían declarado persona no grata, el video superaba millones de vistas y el nombre de sus hijas, dirección de sus negocios y datos de sus autos estaban en internet pidiéndole a la nación grone, aliancistas que son barristas pero también son delincuentes secuestradores, líderes de construcción civil y otras perlas, rellenaron de amenazas de muerte.
Apenas llegó el avión a Madrid, el negro Renzo era un apestado para más de 30 millones de peruanos, mientras que Cuevita, asado y recontra achoradazo lo buscaba en la cola de migraciones. Cuando lo tuvo en frente le mostró su celular y le dijo: 'mira lo que has hecho, estas son las fotos de tus hijas'.
De inmediato el negro Renzo, resaqueado y sorprendido, hizo un video rectificatorio a todos los peruanos, pero nadie le creyó y su empresa familiar tuvo que sacarlo públicamente de su cargo gerencial, faltó nomás que sus amigos dijeran 'no lo conozco'. 
El negro Renzo tuvo que llevarse a su familia y comenzar una nueva vida fuera de Perú por las amenazas. 
La pelota no se mancha, habría dicho Cuevita.


TRES
Teníamos un show con los viejitos de barrón, el último del año y el negro Palomino no podía cantar. Ya desde que se había ido a Luxemburgo a exponer sus pinturas se había vuelto snob. Pero la pituquería se le acabó en la comisaría porque su mujer le había hecho una denuncia por violencia doméstica.
No podía soportar estar en una situación donde el policía te tiene que indicar el proceso judicial, él se había acostumbrado a los ensayos con los viejitos, a las inauguraciones de arte, al vino de honor. Pero andar en una comisaría le parecía muy chabacano. Y eso lo había deprimido, y no quería cantar.
Bueno y como los viejitos de barrón es una banda que toca el que está sobrio, yo agarré la guitarra, me puse la máscara y canté lo que pude, porque ya me había olvidado las letras. Desde que teníamos un cantante delante ya me había dedicado a tocar la guitarra, y como las canciones de los viejitos son de una sola nota, la chamba es fácil y me permite tocar borracho. Pero ya me había olvidado de cantar.
Era 30 de diciembre, santo del waro, manager de los viejitos de barron y la azotea de su edificio había sido intervenida. 
Yo regresaba a las tres de la mañana en un taxi, estaba a punto de dormirme y trataba de hablarle al taxista, que era un viejito que me seguía la cuerda. Estaba ebrio pero de pronto un impacto me puso en órbita. Nos habían chocado por detrás.
Salimos del auto y oh sorpresa era un patrullero de policías.
El policía copiloto salió a intentar apaciguar, pero el carro del viejito taxista estaba recontra abollado. Más bien el viejito me dice 'tienes cámara?', y dentro de mi locura etílica me dio la Hildebrandt, prendí la cámara y comencé a grabar e insultar a los policías. Estaban borrachos porque el conductor no quería bajar, yo le abrí la puerta y le metí un lapo en la cara, y ni así reaccionó, no me dijo nada, le volví a faltar el respeto y le escupí. Entonces la gente que estaba ahí en la esquina, esperando taxi, me comenzó a gritar a mí, que no sea irrespetuoso.
Pero ya me había ofuzcado, al punto que el viejito taxista me dijo que me calmara, que ya había arreglado con los tombos y que no haga más roche. 
Llegué caminando a mi casa porque el viejito se tenía que ir a recibir la plata.
Yo indignado al día siguiente le paso el video a Elvis, le digo negrito mira lo que me ha pasado en la madrugada. Y le cuento la situación.
Elvis me dijo que podía ser un buen viral, ya nos habíamos convertido en expertos generadores de contenido psicosocial. 
Y lo subió a Facebook y de pronto el video comenzó a crecer, la gente misma comenzaba a compartirlo en grupos de denuncias. 
Pero nadie reclamaba que los policías hayan chocado un auto en estado de ebriedad, sino atacaban al que grababa, osea yo, por la sarta de insultos que les profería a los tombos.
Quién es ese malcriado? Que se esclarezca, quién es el faltoso. Decían en redes. Miles de comentarios insultándome, diciendo lo cobarde que era y lo irrespetuoso. 
Hasta que un perfil falso pone un comentario: es Juan José Sandoval, cantante de los viejitos de barrón.
Bastó que salte esa chispa para que mi perfil de Facebook comience a recibir mensajes de amenazas. 
Luego apareció mi foto en grupos de policías, donde me sindicaban como un faltoso de la ley. Un malcriado que merecía castigo. Y los comentarios eran intimidantes.
El video no superó el millón de vistas, pero tuve que cerrar un tiempo mi Facebook y sobre todo andar con mucho cuidado por mi casa, porque comenzaron a merodear los patrulleros. 
Triste fama que le tocan a algunos pobres NNs.



martes, septiembre 22, 2020

¡CUIDADO! CIBERDELINCUENCIA EN EL JUEGO FORTNITE



HUITOTO DIGITAL NOTICIAS DE TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

¡CUIDADO! CIBERDELINCUENCIA EN EL JUEGO FORTNITE



HUITOTO DIGITAL NOTICIAS DE TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

miércoles, septiembre 02, 2020

BIG DATA EN LA NUEVA NORMALIDAD

viernes, agosto 21, 2020

¿CUÁL ES EL SALARIO PROMEDIO EN LIMA TRAS LA PANDEMIA?



HUITOTO DIGITAL NOTICIAS DE TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

jueves, agosto 13, 2020

Cine - Samichay, en busqueda de la felicidad vía Joinnus.com | 24 Festiv...



HUITOTO DIGITAL NOTICIAS DE TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

jueves, agosto 06, 2020

BARRUNTO, UNA LEYENDA

Por: Giacomo Puccio Vega / Lanzallamas Blog. 25-dic-2019.


Juan José Sandoval lo llaman leyenda.

Así se lo hizo saber el antropólogo Alexander Huerta Mercado cuando Sandoval hace unos años fue a la PUCP a realizarle una entrevista para la revista Dosis. El profesor universitario le dijo que ha recibido trabajos de alumnos sobre Barrunto, libro de cuentos publicado en el 2001 cuya homónima historia principal gira en torno a la violencia desatada por las barras bravas.

A pesar de no ser su única publicación, Barrunto lo persigue. Y a él eso no le molesta. “Hay muchos escritores preocupados por que su nombre salga. Quieren portadas y la gente ni siquiera sabe qué libros han publicado. En cambio, a mí casi no me conocen por mi nombre, pero saben que tengo un libro que se llama Barrunto. Y saben que hay un pata al que llaman ‘Barrunto’.”

Ahora que ha sacado la cuarta edición, busca aprovechar la efectividad de la fórmula —la historia de dos hermanos, uno nerd y otro achorado que sueña con convertirse en presidente de la barra aliancista— para llevarla a las tablas como ópera salsa. La adaptación está a cargo de Herbert Corimanya, actor y dramaturgo que aparece en la flamante portada. “Él sería Jimmy, el personaje principal”, cuenta Sandoval, quien señalando la remozada carátula dice que confía en el potencial de esta edición para trabajar el coaching deportivo en las canteras de Alianza Lima. “Considero que esta portada es imbatible como herramienta cultural para un deportista en formación. ‘Oye, pero habla de drogas’, dirán algunos. Pero es lo que muchos de ellos ven en sus barrios. Un deportista con un libro es más fuerte, eso lo demostró Constatino Carvallo. Los futbolistas tienen una carrera de 15 años que les va a dar de comer el resto de su vida”.

La sangre blanquiazul corre por sus genes: su padre fue dirigente y, por tanto, él es socio vitalicio. Esa pasión futbolera lo llevó a escribir el mentado cuento, que rezuma tragedia, una palabra frecuente para los aliancistas: en 1987, el vuelo del Fokker se llevó la vida de todo su plantel; el Año Nuevo del 2000, el defensa Sandro Baylón murió en un accidente automovilístico en la Costa Verde cuando tenía 22 años; y, en el 2011, en un giro casi profético, Walter Oyarce, un joven hincha grone, fue lanzado desde un palco del Monumental por barristas de Universitario. Estos hechos aciagos con los años han construido la mística, lo que marca la identidad del club. Y tienen correlación con la muerte de uno de los personajes de “Barrunto”.

Resultado de imagen para david galliquio
Novela gráfica ilustrada por David Galliquio. El caso Oyarce se introduce en esta adaptación.

***

Alcanzar notoriedad en el circuito literario no es algo que le quite el sueño. “No he andado mucho con la gente [del mundillo], aunque conozco a muchos de ellos. No me interesa ser ni del mainstream ni de la manchita”. Sin embargo, un escritor de su generación con el que lleva una larga amistad desde su juventud es Sergio Galarza, quien incluso escribió el texto de la contratapa de Barrunto. Desde la distancia —Galarza radica en España—, se mantiene el vínculo. “La última vez que fui a Madrid estuve en su jato un toque. Nos tomamos unas chelas. Le hice una entrevista. En varias ocasiones coincidimos antes de ser escritores”. Fueron del mismo barrio y también se encontraron de casualidad en el ICPNA, mientras aprendían inglés. Montaban skate, jugaban pelota. Frecuentaban juntos a un amigo que tenía una tienda de discos en Polvos Rosados, que le proveía la música a Helen Ramos, conductora del programa 2001, en Radio Miraflores. Las canciones trasmitidas en este espacio —y las historias protagonizadas por jóvenes del escritor caleño Andrés Caicedo— fueron influencias vitales para la concepción de otros cuentos de Barrunto como “Luz verde para morir” y “Tolquim limeñian blues”.

***

Sandoval vivía en el barrio de Los Sauces, en el límite de Surquillo con Surco, lugar que sería conocido como Villa Coca: en los alrededores se descubrió que tenía su base de operaciones el narco Reynaldo Rodríguez López. Un día, cuando era niño, el laboratorio del narco explotó. “Con experiencias como esta, un escritor no tiene pierde”, dice Sandoval, quien ha ficcionalizado el hecho en su libro El artista de la familia.

***

—Puta, esto parece spam —se dijo Sandoval cuando recibió una invitación a Luxemburgo en el 2008. El correo contenía el siguiente mensaje: “Tú no sabes quién soy yo, pero yo sí te conozco por tus libros”. Pero no era un intento de estafa: era verdad. Y fue así como viajó a Luxemburgo.

***

Una vez a la semana, Juan José Sandoval se pone un terno para sonreír frente a cámaras —algo que, confiesa, no le resulta nada fácil pero sabe actuar—. Conduce Tecnología & Negocios, un programa en Miraflores TV Digital. Ha publicado también un ebook para empresarios y escribe sobre esos temas —emparentándolos con su carrera como escritor— en su cuenta de Linkedin.

***

—Los escritores son parásitos —dice en un momento de la conversación. Antes me relata las complicaciones que atravesó para lograr sus emprendimientos culturales. Me dijo que en la mayoría de casos todo ha salido, con mucho esfuerzo, de su bolsillo. Él se mantiene independiente desde que sacó esa primera edición de Barrunto con una imagen de Basquiat. Por eso arremete sin piedad contra los estímulos para la cultura. “Toda esta gente que ha ganado los estimulantes económicos —porque para mí no son estímulos, son estimulantes: es una droga que te amansa, que te ahueva, y que viene de papá gobierno— me dan asco”.

Le pregunto si en alguna oportunidad intento postular a alguno y me responde que una vez trató llenar un formulario pero desistió por considerarlo demasiado burocrático. “Y soy un hombre de palabras todo el tiempo”.

***

—A mí siempre me ha ocurrido que cuando algo muy bueno me pasa, me ocurre una cosa muy mala. Por eso cuando gano algo me asustó. Digo: “Ahorita va a llegar el mal”.

Para la presentación de la última edición de Barrunto en el Centro Cultural de España, Sandoval contrató músicos de la orquesta de Jhon Kelvin para que acompañen el adelanto de la versión teatral que preparó Herbert Corimanya. A los músicos —un cantante que tocaría la tumba, un cajonero y un tecladista— les dijo, en referencia al pago: “Con cuarenta libros que se vendan, la cosa se salva”. “Ya”, le dijeron. Pero al final solo se vendieron cuatro ejemplares. “Igual salió todo de puta madre”, cuenta Sandoval. Y el fracaso comercial no fue motivo para desanimarse. Ya se vería la forma de pagarles. La celebración debía continuar, así que se dirigieron a la casa de teatro en Miraflores donde Corimanya ensaya. Una hora después de bajar del taxi, recordaron que en el vehículo dejaron uno de los instrumentos musicales, el cajón dual —mitad criollo, mitad flamenco—. El final de la historia la cuenta Sandoval en uno de sus textos en Linkedin:

Peor aún, para consagrar mi infortunio, fuimos con el músico agraviado, el cantautor Ger Vergara, a la fábrica Atempo en San Juan de Lurigancho, donde conocimos al lutier dueño de la marca, a quien le expliqué que debía comprar un cajón […]. El dueño de la fábrica nos dio una facilidad de pago y pude cumplir con el músico afectado por el robo de los instrumentos el día de la presentación de Barrunto, la obra de teatro. Una semana después, el lutier fue asesinado por sicarios delante de sus hijos.

Se entiende entonces el sentido de la superstición.

***

Entre sus proyectos a futuro está publicar la novela breve Me voy a vivir y regreso, escribir sobre el músico Caitro Soto, seguir tocando de forma esporádica con su banda Los Viejitos de Barrón y, por mediación del poeta David Novoa, realizar un taller de escritura en el penal El Milagro, de Trujillo. Al momento de la entrevista, está contando los días para ir a Chimbote, donde —aparte de hacer un peregrinaje por el Tres Cabezas, mítico prostíbulo que tuvo como insigne parroquiano al escritor José María Arguedas— presentará Barrunto en la Feria del Libro de la ciudad pesquera junto al cronista Eloy Jáuregui. //

Cortometraje de Mauricio Franco, inspirado en la obra de Sandoval.

Los libros de Juan José Sandoval no se venden en librerías. Si quieren obtener el libro, escriban a barrunto@gmail.com.

martes, agosto 04, 2020

DÍA MUNDIAL DEL TEATRO 2020



barrunto

ROBOTS PERUANOS EN CIRUGÍAS MÉDICAS

martes, julio 21, 2020

SECTORES MÁS VULNERABLES A CIBERATAQUES EN PERÚ



barrunto

viernes, junio 12, 2020

LAS CIUDADES, LA LOCURA Y EL MIEDO

MAZAMARI, VRAEM. 2012. PERÚ.


He viajado mucho y nunca ha sido por vacaciones. Incluso cuando voy de paseo, impongo un rigor de trabajo que involucra investigación y huzmeo. Como viajero, pienso que hay cuatro o cinco lugares que te llevan a conocer la real cultura del lugar: el cementerio, el bar, el estadio, el burdel, la misa o comer en una mesa familiar. Cualquiera te ayuda, yo usualmente si voy solo elijo el burdel, y hago anotaciones de cómo aman a su gente. Luego cómo la entierran, o cuando bautizan a una niña. Adonde haya ido, he buscado esos lugares. 
Pero hay sitios que han sido impregnados por el miedo. Yo ya sabía de eso porque crecí a principios de los noventa en el Perú. 

Yo me crié en Villa Coca. Un barrio que al lado derecho vivía el narcotraficante 'el padrino'. Y al lado izquierdo vivía Abimael Guzmán. A un lado los narcos, al otro los terroristas. Y entre ambas realidades muy distintas estábamos nosotros, la clase media, militares, policías, comerciantes o profesionales. Pero de ellos dependía nuestra paz.

La primera vez que hubo una explosión fue cuando la casa de 'el padrino' explotó. Estábamos jugando fútbol con arcos de piedra en la pista. Como no pasaban autos, que no habían mucho en ese entonces, las calles eran sitiadas para el deporte. Y jugábamos en la pista cuando explotó una ventana y salió volando un hombre. Cayó en la pista y vimos que estaba ennegrecido, solo quedaban sus ojos blancos. Nos vio, se paró y corrió. Al rato vino la policía y los periodistas. Salimos en televisión sonriendo y haciendo 'tumay' con las manos detrás de la gente que daba testimonio frente a cámaras. 

A los años, cuando detuvieron a Abimael, comenzaron a lanzar bombas por el barrio. A veces fueron tan cerca que las lunas de la casa se rompieron. Fue de temer, pero ya estábamos domesticados del miedo. 

He ido a zonas de guerra por circunstancias del periodismo. Pero también me han llevado a bellos lugares de primer nivel mundial, sin un mango en el bolsillo. Parezco un vagabundo primera clase, como decía Facundo Cabral. 

Acepté ir a Ayacucho, a un pueblo hermoso pueblito llamado Cangallo. La empresa de mi papá necesitaba hacer un inventario y el ingeniero se rehusaba a ir. Entonces me encomendaron la misión, en un auto del estado, un chofer y un ingeniero. Lo recuerdo bien porque era mi cumpleaños, aproveché el viaje para no estar con nadie. Disfruto la soledad pero más me incomoda estar abrazado al afecto. En Ayacucho, vi una marcada identidad por las víctimas de Ucchuraccay. Los periodistas, héroes de Ucchuraccay. Una historia horrenda de asesinato que recordaba de niño, pero que ahora estaba ahí percibiendo el miedo de la historia. Mataron a ocho periodistas y uno de ellos llegó a tomar últimas fotos. Debido al hecho, en Perú se hizo una comisión de la verdad, y trajeron a Mario Vargas Llosa para que investigue el caso. Mario llamó a los mejores estudiosos, sociólogos que ayudaron a argumentar el por qué de los hechos. Y cuando Vargas Llosa entregó su informe nadie le creyó. Es más, le hicieron una interpelación que lo obligaron a estar de pie por más de diez horas, escuchando el por qué se había equivocado en su versión de los hechos. Él había dicho que a los periodistas los habían matado los ronderos, en un hecho confuso. Pero el gobierno necesitaba culpar a los terroristas. No fueron los terroristas, fue el miedo a los terroristas lo que ocasionó el asesinato de los ocho periodistas muertos. Pero nadie le creyó a Vargas Llosa y lo acusaron de haber novelado un tema político. 

Camino a Cangallo, me enteré por qué no quería ir el ingeniro a quien yo reemplazaba. Teníamos que ir a inventariar unas torres de alta tensión eléctrica que habían sido atentadas con explosivos. Es más, habían hecho volar ya una camioneta como la que estábamos usando para llegar. Los terroristas saboteaban toda forma de progreso, y volar las torres de alta tensión era su pasatiempo favorito. 

Adonde fuimos era lo más alto de la sierra, montañas donde solo se sentía el zumbido de la electricidad que circulaba. Hicimos el inventario y las fotos, pero no les dije a los comisionados que estaba de cumpleaños. Entonces volvimos y cada uno se fue a su habitación. Yo me cambié y me fui a Huamanga, me pedí una pizza y una botella de vino. Y me sentí más solo que nunca, pero feliz.

++++++

Me fui a Santiago a una conferencia de tecnología. Ya el evento se había suspendido varias semanas por las protestas sociales. Pero la presentación se tenía que realizar, a pesar de la convulsión. Entonces busqué un lugar para quedarme, lejos de la zona exclusiva, cerca de la zona roja, cerca de la iglesia pero también cerca de un nightclub. La zona cero, le llamaban. Las paredes estaban vandalizadas como si hubiera pasado un huracán. Los centros culturales graffiteados, con afiches pegados de gente muerta. Llegué el día de mi cumpleaños a Santiago, buscando evitar los abrazos. Tenía una reunión de trabajo a la mañana siguiente, así que aproveché el tiempo para aprender a tomar el metro subterráneo. El progreso era evidente, pensé. Llegué al edificio de la reunión que tenía mañana, marqué el tiempo y volví a mi hotel más tranquilo, pensando en estar temprano al día siguiente. Pero al día siguiente los vagones estaban abarrotados de gente y era verano, mi camisa comenzó a traslucir mi sudor en las axilas, pero me agarré bien del pasamanos y me entregué al destino, pero a la siguiente estación anunciaron los altavoces que había que salir cuanto antes, que los manifestantes se había apropiado de los rieles y estaban dispuestos a morir por la lucha.

Llegué tarde a la reunión, en taxi y caminando, casi perdido. Todo mi planificación se descompuso por las protestas. Y al día siguiente, a otra reunión, decidí ya no ir por metro. Me subí a un autobus y vi que eran más modernos que los de Perú. Me senté, pero a las pocas cuadras nos topamos con una turba de jóvenes con hondas y hasta llevaban extinguidores con los que quisieron romper las lunas del bus. El conductor aceleró con todo y pudimos pasar pero se rompieron algunas cosas. Tuve que bajarme y caminé. Las protestas se ponían más bravas pero hacia afuera de la zona cero vivían como si estuvieran en Miami, se podían ver autos deportivos, edificios gigantes y centros comerciales exclusivos. Santiago es tan diverso que a cien kilómetros puedes estar en la playa, y hacia el otro lado a cien kilómetros también puedes esquiar en la nieve. Igual a unas cuadras podía pasar del caos al glamour.

Pero yo me había hospedado en medio del caos. Y para remate, apenas llegué jugó el Colo Colo y a las afueras los policías mataron a un hincha. Entonces la cosa estaba enardecida con saqueos y bombas lacrimógneas. Había santuarios urbanos, lugares donde habían muerto jóvenes protestantes se convertían en esquinas sitiadas, donde marginales, punks y radicales colindantes con 'la cana', ofrecían sus pulseras hippies y bebían algún vino.

Yo apliqué mi régimen de turismo urbano, caminando random buscando nada, comiendo cualquier cosa al paso, comprando algún recuerdo y preguntando dónde podía conseguir algo de acción. Comí en casa de amigos comida de casa, oí testimonios, brindé con entusiasmo y me fuí a marchar con los manifestantes. Me acogí en medio del miedo para estar a buen recaudo.

++++++++

Cuando me invitaron a Europa a presentar mi libro, hice un plan para visitar a todos mis amigos. Imaginaba viajar por cinco países más allá de Luxemburgo, adonde me habían invitado. No tenía trabajo, acababa de quebrar Urbania, el periódico cultural que dirigí por más de treinta números y donde hicimos magia para sobrevivir. Había sido una época maravillosa porque también daba clases en la universidad y llevaba a mis alumnas como practicantes. Después las acosaba con mi sutileza poética. En esas me enamoré de una y con ella cerramos la redacción. Una oficina entera llena de documentos, sillas, cojines y miles de cables de teléfono e internet. 

Contacté a mi tía Tania, que vive en Alemania y me ofreció su casa. Apenas terminó el evento, pensando aún hacer una ruta mochilera europea, me fuí en tren hacia Hannover, adonde mi tía me recogió y me llevó a Soltau, una ciudad a dos horas. 

En el camino me fui dando cuenta que mi presupuesto no estaba a la altura de mis ambiciones viajeras. Mi tía me ofreció su casa y llevarme a conocer las ciudades importantes. Total tenía tres semanas y unos cuantos euros en el bolsillo que pude comprar en Perú, algunas propinas de familiares y pasé migraciones ajustando porque pensaba que me iban a saltar las deudas bancarias. Era un escritor quebrado financieramente, con una empresa que acababa de quebrar, misio. Pero estaba en el primer mundo con los mismos zapatos con que iba a Ica a dar clases en la universidad. 

Mi tía me dijo que no había problema en su casa, porque en el sótano tenía una habitación. Y no solo era una habitación, era prácticamente un departamento subterráneo donde se podía pasar días sin salir. 

El esposo de mi tía se llamaba Cord, se llama Cord. Es médico y estudió en México, por eso hablaba español. Tenía una clínica privada pero también atendía en el hospital. Entonces me llevó un día a ver cómo era su labor. Yo en ese entonces sufría una hernia en la columna, que me tenía a punta de antidepresivos. Aún la tengo pero más tenía miedo a que me operen. Mi tío Cord realizaba infiltraciones dos veces a la semana y me llevó con él al hospital. En unas tres horas se hizo unas 50 infiltraciones, entraban a una habitación uno por uno, la gran mayoría ancianos a quienes el tío le metía una aguja como de veinte centímetros, a algunos les ponía la inyección a la altura de la cintura. A otros por el cuello. Todos entraban a una máquina de tomografía y ahí iba viendo dónde estaba el mal. Y clavaba su aguja. A veces se equivocaba el paciente producía algunos movimientos de reacción, sacaba la aguja y la volvía a poner y les metía toda la medicina. Se iba el paciente y ya no volvía en meses. Infiltraciones para la espalda, por dolores habituales de la vejez. 

Yo le dije a mi tío que tenía 200 euros que le podía dar si me hacía una infiltración. Pero se rió y me dijo: tú no estás enfermo. Y me curé, nunca más me volvió a doler la cintura.

En el sótano de la casa de mi tío Cord había como dos mil botellas de vino, tenía una refrigeradora solo para mí, repleta de jamones y quesos. Tenía baño propio y televisor que usaba para no entender nada. Pero sonaba bonito el idioma. Mi tía me dijo que abriera cualquier botella y incluso había un pack inmenso de agua de manzana que el tío había comprado pero que nadie había consumido. Pensé que llevaba varios años intoxicado de alcohol así que determiné que sea el momento de limpiarme a punta de agua saborizada de manzana. Además, cuando el tío decía 'vamos a tomar una copa', era literalmente una copa. Yo estaba acostumbrado a que tomar una copa era emborracharse hasta el vómito hablando sandeces. 

Mi tía me llevó con su Mercedes a ciudades enormes, Hamburgo, Frankfurt, Bremen. Nos íbamos a los centros comerciales y comíamos algún postre. Mis pocos euros me alcanzaron para comprarme un blaiser que hasta ahora uso. Un terno marrón que me costó ocho euros, regalos para mi mamá. Un tiempo maravilloso, pero también estaban los museos de la segunda guerra mundial. 

Mi tío animado por mi visita me invitó a Berlín, ciudad donde vivió, mientras estudiaba medicina y trabajaba como taxista, por lo que conocía la ciudad a plenitud, tanto occidente como oriente. Nos fuimos al muro y tomamos una copa, un vaso de cerveza. Escucharlo al tío era saber de historia, de política, pero también de medicina y la vida. Un erudito porque me parece que en Alemania todo es calidad total, un país de avanzada, ultra moderno y de vanguardia. 

En Berlín, la catedral de Berlín me hizo recordar el edificio de Tarata en el 92, en Miraflores. Una edificación inmensa y hermosa había sido destruída por misiles de la segunda guerra mundial. Dejaron la catedral tal cual para que quede de recuerdo. Y de igual forma los museos eran realmente aterradores, oscuros y con registros alucinantes. La guerra había marcado, y el nazismo también era impresionante, sus iconografías, las fotos de los congresos nazis eran una película de terror. 

Fue una experiencia alucinante recorrer la ciudad y pasar de la modernidad de la parte occidental y pasar a la parte oriental, que se notaba más antigua. 

Mis tíos en Berlín me pagaron una noche de hotel y nos fuimos a un bar acuario. En medio de peces tomamos una copa y luego me llevaron a un restaurante con tres estrellas Michelín. 

Pero en el hotel no pude dormir, porque todo el día viendo museos, inspirado en la historia del horror de la guerra, temía que por la ventana pasara un avión militar y reventara mi habitación. Se me había impregnado el miedo de una ciudad alucinante como Berlín.

Antes de volver a Perú, mi tía me dijo no te puedes ir sin conocer a la mamá de tu tío. Una oportunidad valiosa para conocer la cultura. Mi tía llamó a la señora para preguntar si quería algo. Y le pidió que le lleve una botella de vino. Fuimos a su casa, donde el tío vivió su niñez. Era una casa grande porque había sido en forma de establo, tenían sus animales durante la guerra. La casa era enorme y tenía miles de detalles del partido nazi. Platos colgados, condecoraciones, banderines. Parecía un museo de familia. La señora era viejita y con las justas andaba, se apoyaba en un cochecito de cuatro ruedas con una canasta donde tenía el teléfono, su cuaderno y las llaves. La señora fue sumamente amable conmigo, me hablaba en alemán y parecía que le importaba poco que yo no le entienda. Ella seguía hablando cordialmente, nos invitó a comer y me pareció curioso que no comimos en platos, sino en unas tablas de madera, todo típico alemán. Y lo bueno que me sentí aliviado de no poder comunicarme, la señora hablaba y daba explicaciones de mnera natural y yo la oía y parecía que hablaba con mi abuela.

Días después, mis tíos volvieron a la casa de la abuela. La familia se había preocupado y su molestia partía por la botella de vino que le habíamos llevado a la señora. Pues al parecer le había caído un poco mal y comenzó a delirar rememorando tiempos de guerra, además de comenzar a hablar con su esposo, que ya había fallecido hacía muchos años atrás.

Se juntaron todos los hermanos del tío, señores serios que discutían por la conducta de la abuela. La señora estaba contenta de volverme a ver y me hablaba en alemán. Yo no estaba muy cómodo porque sabía que todo lo habíamos ocasionado con mi tía, por llevarle la botella de vino. Pero a la señora no parecía importarle tanto como hablarme a mí, a su sobrino escritor que venía de sudamérica. Estaba también su nieto que usualmente cuidaba a la abuela, pero más interés era estar con la novia a solas en casa, mientras la abuela estaba a buen recaudo. Pero todos quedaron preocupados con el vino y con los delirios de la señora.

A los pocos días la señora se cayó y fuimos con mi tía al hospital. La señora estaba muy molesta y tenía un parche grande en la cabeza. Aún así se puso muy contenta de verme y me habló con la misma naturalidad que siempre tuvo. Pero estaba muy molesta con el tío, porque él siendo médico había permitido que la internen. Lo peor de todo era que por ser una anciana sumando sus delirios de guerra y la presencia del esposo que ya había muerrto, la mandaron al pabellón siquiátrico, donde pasaba la tarde en una gran sala de juegos con yonquis con cara de asesinos, gringas locas con cicatrices frescas en las muñecas. Todos fumaban cigarrillos, pero tenían café y gaseosas libre. La señora estaba molesta porque ella quería estar en su casa, y me lo reclamaba a mí que no le entendía nada. Pero el tío siendo médico podía haber hecho algo, decía la señora. Aunque yo no le entendía. Conocer el hospital siquiátrico en Alemania fue parte de ese turismo que me marca como viajero.

Cuando vayas a Perú, te llevaré a comer cebiche frente al mar, tío. Le decía. Pero cuando vino mi tío a Perú con mi tía yo estaba internado en un hospital siquiátrico, batallando con mis miedos. No me pudieron ver. Mi tío ya no volvió más a Perú. Solo mi tía. Mi tío fue un excepcional anfitrión y me hubiese encantado ser igual de amistoso. 








jueves, abril 23, 2020

TE LEO UN CUENTO



barrunto

domingo, abril 12, 2020

WILELMO


Tienes que quedarte dos semanas más / me dijo Wilelmo y se me ha venido el recuerdo cuando escuché al presidente anunciar que la cuarentena debía alargarse / ¿Dos semanas más? / Le cuestioné en súplica / Ya tenía internado un mes encerrado incluyendo la  clínica y los dos hospitales en donde me atendieron / Antes, había dejado una carta culpando a mi editor-estafador por haberme paseado seis meses con la publicación de mi nuevo libro / Si pude aguantar seis meses, puedo aguantar dos semanas / pensé / - / . / Además, el editor ya había enviado los libros a mi mamá y disculpado por haberme estafado / No sé si los recibió de buena gana o le reprochó el maltrato a un artista depresivo / Porque luego me enteré que el Chombo lo amenazó de muerte al editor y de igual forma un par de amigos cercanos le destrozaron su librería en la avenida Larco / . / . / -

Soportar dos semanas, luego de todo lo que me había pasado era ciertamente manejable / Luego de mi reunión con Wilelmo, el doctor se reunió con el señor Kojatsu y le dijo que debía quedarse seis meses más en la clínica / el señor Kojatsu, con tres hijas y esposa, estaba furioso / llevaba dos años internado y no había forma de salir / tenía un fundo de plantaciones de uva que se exportaban mucho al extranjero, en Ica / pero al señor Kojatsu lo tenían encerrado / luego supe en las reuniones de terapia que le gustaba la maquinita, el casino y la bebida / por eso lo habían internado, por ludópata / Yo a todos mis compañeros les decía que había llegado ahí por culpa de mi editor / porque pasaban los meses y no me entregaba mis libros .  / - / - . yo ya había anunciado que tenía libro, tenía fecha y tenía vino de honor / uvashado de horror / digno de barrunto / . / . / entonces llegó una invitación para la feria del libro de Huancayo / todo pagado / y sábado / así que le dije al chombo que me haga la taba / tenía un causa baterista que nos consiguió una fecha para tocar con los viejitos de barrón / entonces teníamos banda / teníamos fecha / teníamos presentación del libro pero no tenía el puto libro / . / : ( . el editor me dijo que en abril salía / la fecha era el 1 de julio / el libro 'el artista de la famlia' / . / . no puedes irte sin libros, me dijo el xuxa su may / . / . / .

horas antes de viajar me entregó diez ejemplares / pero solo la portada porque por dentro las páginas estaban en blanco / era un libro vacío que no podía autografiar a nadie / pero qué chucha me dije / nos vamos y nos fuimos / . / . / .

la presentación salió espectacular / no pude vender ningún libro pero ya está / había cerveza y comida y la vida era buena conmigo / el concierto de los viejitos de barrón fue en un festival de rock alternativo underground que vendían un trago que se llamba caliche a sol cincuenta / tocamos tres o cuatro canciones porque el chombo no pudo más, estábamos en Huancayo / y la altura era brava justo cuando íbamos a meterle un cover 'juégala' de Ronieco se desplomó en la silla de la batería / ahí nomás terminó el show y como siempre hubo un silencio incierto / la gente no sabía si aplaudir o no / siempre nos pasa / no pude hacer mi acto suicida de tirarme al suelo con todo y guitarra en la canción adiós adiós amigos míos / mis canciones quedan grabadas para que tú de mí te acuerdes / así reza una canción de Alicia Delgado que fue el último tema que cantó antes de morir asesinada / . / .
Al día siguiente de boleto nomás nos fuimos para Ingenio, una ruta que conocía ya por mi hermano Rafo / donde se come el mejor cebiche de trucha del mundo en unas casitas que parecieran que están construídas en un árbol / . / . /

*******

Yo pensé que Wilelmo era el primer siquiatra que conocía en mi vida / pero recorde que diez años antes / cuando estaba en la universidad y era dirigente político y no andaba en clase nunca / Ronieco me llamó y que un amigo de él / trujillano / producía un programa en RPP y que necesitaba unos testimonios sobre la marihuana / vamos le dije en una nomás / y fuimos a la radio y el programa era del famoso doctor Masé / era un programa de discusión y trujillano el productor / el tema del día era el consumo de canabis y habían traído al director de cedro / 'cedrogan' nos cagamos de risa / la chamba era polemizar en vivo / con nombres falsos guerrearle las ideas del director de cedro /  . / . / . Entonces entramos a la cabina en vivo / radio a nivel nacional nosotros con ronieco alucinados como estrellas de rock / y el famoso doctor Masé comenzó su programa y habló de la marihuana / luego le pasó el balón al especialista / luego el doctor dijo: 

por ejemplo tengo un paciente que me dije: doctor, ¡yo no puedo vivir sin fumarme un troncho! / 


Ya volvemos con dos testimonios que nos darán qué hablar... / y entró la música de intensidad y los comerciales / ahora que lo recuerdo eso fue lo que me hizo incluir una sección radial en mi cuento barrunto / con ronieco en rpp con trujillano y el doctor Masé / y el director de cedrogan / le dimos pelea / ronieco contó que cuando era muy amigo del dueño de 'el más allá' de barranco / fumaba unos 15 tronchos al día / el director de cedro se ofuzco y dijo que eso era imposible que ningún cerebro podría soportar tremenda brutalidad desgastante / debe ser, señor. porque a mi amigo antes que lo metan preso y cierren el bar a su hijo recién nacido le salió un tercer ojo en el medio aquí mire / . / .  el director de cedro se quedó estupefacto / pero el doctor Masé tranquilo, hablaba pausado y te daba una sensación de confianza / yo conté que iba a las clases de  la universidad entonado y que luego me iba con mis amigos y amigas al parque a tocar la guitarra y recitar poesía / el director de cedro perdió los papeles / entonces llamaron de cuzco unas señoras que estaban indignadas con los testimonios que habían puesto al aire / .  / . 

trujillano nos despidió contento / feliz / nos dijo que habíamos hecho un programa de la puta madre / . / . nos fuimos por la avenida cuba a seguir matizando / . / . / . 

Al tiempo estaba con mi primo toto en su carro / en realidad era la camioneta de nuestro abuelo fundador de la bodeguita loretana / la primera bodega en Lima, en la victoria / carro que usaba para recoger los plátanos que venían de la selva, los helados de aguaje / los pescados y la miel / ahora toto la usaba para asaltar bancos y secuestrar gente / además microcomercializar drogas / estábamos en una luz roja mientras ponía un troncho del tamaño de un habano y me decía: primo la verdad que yo no puedo vivir sin fumar un troncho / acercando su cara a la luna y mirándo el troncho y la llama por el espejo retrovisor / y se lo he dicho varias veces a mi siquiatra, pero no me entiende / . / . / .

yo le dije: tu siquiatra es el doctor Masé de RPP / sí me dijo contento por la coincidencia / . /  . / 

Wilelmo en cambio / mi flamante siquiatra en medio de una crisis depresiva que siguió al viaje a huancayo / viéndome en bancarrota y con diez ejemplares de mi libro pero sin letras adentro / mi abuela se cayó en el baño a la semana siguiente y al mes se murió / al siguiente mes estaba arruinado y toda la responsabilidad se la achaqué al editor / . / entonces agarré un papel de mi block y escribí a mano que ya no quería vivir / me tomé varias pastillas y me abracé a vato en mi cama / de ahí una seguidilla de imágnes fulminantes durante los siguientes días / como el casimiro ulloa donde me entubaron algo en la nariz / parece que dolía pero tenía una ñata reistente porque soy poeta / sí, poeta y poeta también tocándome el orificio nasal / luego mi casa intentando masturbarme babeando / tirando la laptop por la ventana rompiendo la luna y guardando mis moños entre mi ropa / pensando que una vez más me agarrarían los tombos pero esta vez no fueron los de verde sino más bien era de blando y con guantes quirúrgicos / me llevaron en una ambulancia hasta algún lado / y saliendo me dio una crisis aún peor y rompí algunas lunas y la nariz de mi hermano Rafo de un cabezaso / luego un cuarto de cuero sin ventanas / amarrado / luego amanecí relajado como si estuviera nuevo / y mi cuarto daba a un jardín / como la canción de sui generis / y al costado mío había un tío, compañero de habitación / ya mayor el señor hablaba tranquilo y me contó que oía voces que le decían que lo iban a llevar los marcianos / ahí creo que me fui ubicando en el tiempo y el espacio / había pasado una semana y estaba en el hospital valdizán con una fuerte dosis de medicinas para la inducción al sueño / por eso me sentía tan pacífico esos días /  me juntó un doctor joven que me explicó la situación / que ya había pasado el tiempo límite de lo que significaba una emergencia y que tenía que desalojar / afuera estaba mi mamá y mi tía elizabeth su mejor amiga del colegio / había dos opciones o me activaban mi seguro público y pasaba al hospital noguchi como paciente siquiátrico / o me iba a una clínica privada / mi familia tuvo que juntar una plata para internarme bajo mi consentimiento y firma . / . / . 

La clínica la recomendó Wilelmo / a quien había contactado mi hermano en EEUU /  el doctor había sido director de siquiatría del hospital militar y su rostro era duro / no se parecía en nada al doctor Masé que era más chic / y esbocé la frase de mi primo toto: lo que pasa doctor es que no puedo vivir sin un troncho / . / . / pero no encontró mayor gracia en mi postulado / más bien su cara deletreaba unas ganas enorme de agarrarme a patadas / entonces me dijo que había tenido una crisis compulsiva que devino en un incidente con mi hermano Rafo / a quien pude ver después de unas semanas ya cuando la ñata se había mejorado / . / .  Wilelmo me dijo que necesitaba no solo descansar sino también trabajar en mis ideas /. / .

Por lo pronto, te vas a quedar aquí veinte días / . / . Sentenció el doctor / . / . 

Yo había llegado una tarde noche a la clínica pinel / una casa muy discreta en un parque de San Miguel, que tenía una gran puerta de seguridad casi imbatible que era regentada por una viejita de unos cien años que a las justas caminaba / adentro, cual hostal al paso, había una comunidad de internos / algunos con televisor / otros con cuartos comúnes / . / . / .

Yo tenía cuarto propio con televisor y baño / estaba parecido al cuarto de hotel de huancayo / pensaba porque yo creía que era gratis / . / . pero Wilelmo con harto desahueve me fue haciendo entender que realmente la había recontra cagado / . / . / 

El primer amigo fue Hugo / recién tenía mayoría de edad / su padrastro era dirigente de la U y la familia de su madre era dueña de un famoso burdel de san isidro / el chico tenía severas tendencias adictivas desde drogas, mujeres y sobre todo el juego / tenía en su casa una caja fuerte que había asaltado para irse a buenos aires a jugar pokker clandestino con una puta del negocio de su familia de quien se había enamorado locamente / Wilelmo le había dicho que tenía que estar seis meses en terapia y prácticamente vivía ahí / su pata era Robles, un colorado pituco que necesitaba estar limpio un año para poder  pasar un examen que le haría ingresar a una aerolínea / la única forma de mantenerse sobrio era estando internado / tenía una guitarra electroacústica que un día me la prestó / pero me puso la condición de que quería oirme tocar / le pareció locaso lo que tocaba porque le mostré las canciones de los viejitos de barrón 'la coca', 'juégala', poema surrealista del elefante y del canto' / y se loquearon / después había una flaca bailarina hermosa / tenía más chuzos en los brazos que un canero de Lurigancho / su voz era aguardientosa pero de buen gusto / tenía adicción a la cocaína / aunque ella tenía persmisos para salir una vez al mes, momento que aprovechaba para drogarse hasta más no poder / el colorado robles se murió a los años en un accidente al sur de lima en asia / la loca todavía vive pero no me acuerdo su nombre / Hugo sí los recuerda a toditos / vive en barcelona y mientras cuida a su bebita me escribe y le pide que le comparta lo que he escrito de él / mi promoción de la clínica pinel / . / . 
También había un tío ya mayor que vivía como huesped / era dueño de una importante empresa de transporte interprovincial / su cuarto era permanente y colgaba un cuadro de cristo pero de cabeza / siempre empezaba el día peinándose su frondoza cabellera y sus patillas / mientras nosotros los internos comíamos lo básica en la mañana / pan con mantequilla y leche / él tío comía un bisteck y traía sus propios cubiertos / tenía anillos de oro y un rolex reluciente / salía a comprar a wong y tenía una alimentación diferenciada / además que fumaba marlboro / ahí todo era fumar cigarrillos / yo también aunque nunca había sido hincha del tabaco pedí a gritos cajetillas de cigarrillos / después de algunas semanas ya pude ver a mi familia / se me caía la cara de la vergüenza pero wilelmo me fue ayudando / . / . / 

Me comenzó a gustar el ambiente / joder con los internos y hablar con las chicas / había una niña preciosa de nombre sergina / no era mayor de edad / es más la habían sacado de quinto de media para encerrarla / un día se escapó de la clínica pero como estaba en piyama con pantuflas de timoteo la policía la trajo de vuelta de inmediato / durante el día se hacían actividades a las cuales podías asistir como no / el problema es que si no asistías se iba registrando un comportamiento que influenciaba en la cara de wilelmo / entonces las primeras semanas no estaba respondiendo / seguía siendo hosco y reacio al cambio de actitud / me gustaba estar ahí con mis nuevos amigos / pero no se trataba de eso sino de salir a la calle y afrontar mis realidades / y si quería salir a la calle había que responder al mínimo de cordura / el comportamiento mío condicionaba las visitas familiares / si me portaba mal me restringían todo / si no tomaba las medicinas me cortaban el cable / y así me tuve que amoldar a la lucidez / en ese trance me fue a visitar mi tía gladys a quien le leí un poema que había escrito en el encierro dedicado a walter oyarce el aliancista que mataron en el clasico dias antes de mi crisis / a los hinchas de la u también les eché la culpa de mi mala suerte de no tener mi libro publicado y wilelmo me recetó risperidona que me generaba unos dolores de cabeza espantosos  / wilelmo de pronto se puso severo conmigo / le eché la culpa a la muerte de mi abuela y me mandó a tomar quetiapina que me produjo peores síntomas / me desconectaba de todo y solo tenía capacidad de decir sí señor / . / la viejita era una monjita dueña de la clínica / ella también tenía su taller todas las tardes donde hacía saltar a los internos / Yo trataba de hablar con gente de mi nivel / osea que estén internos por drogas o ludopatía / un pata ashehof, que leía mucho y su padre dirigía un importante diario limeño / pero ashehof no podía vivir sin beber y el vodka era su debilidad por las mañanas / pero no le gustaba la clínica pinel y su familia se lo iba a llevar a un lugar en Miami / había un ex jugador del municipal del 92 / carajito le decían porque le daban tantas pastillas que su mandíbula no podía articular las palabras y todo parecía que decía 'carajito' / y varios locos raros / prospectos de asesinos / delincuentes / proxenetas o traficantes / yo me escudaba con que era un escritor famoso pero se dieron cuenta rápido que era un fracasado más igual que ellos / . / . 

Con las semanas ya mi vieja me pudo sacar a la avenida la marina y comimos un pollo a la brasa con mi tía elizabeth / un viejito que vivía en la clínica dio plata para que le compren un pollo y dos cajetillas de cigarrillos / vivía de la pensión de sus nietos y le gustaba compartir los cigarrillos / . / . 

Wilelmo cuando iba atendía varios casos / no todos los internos éramos sus pacientes / luego venía otro siquiatra que le decían bart simpson / y las practicantes de psicología que paraban detrás de hugo y el colorado robles / yo ya iba entrando en razón y perdiendo la paciencia / hasta hacía unos meses atrás tenía un importante puesto en la universidad / ya ni siquiera era profesor / tenía rango de ejecutivo / pero todo se fue al tacho cuando lo mandé a la mierda a mi director / ya había terminado de escribir mi libro y sentía que necesitaba romper con algo / pero elegí mal porque pensé que con mi libro generaría un nuevo empleo ... pero el libro nunca llegó / me fui a huancayo con mis diez libros vacíos y me fui a la mierda / . / .

Una noche, ya cuando todos dormían apareció el chombo (¿?) / pensé que era un mal sueño pero no / por alguna razón la viejita le abrió la puerta / había pasado como 50 días y la gente ya estaba preguntando por mí / yo lo único que quería era fumarme un troncho y el chombo me dejó en una cajita de fósforos dos chicharras / ahí entendí el adagio aquel que dice 'el que te ofrece droga no es tu amigo, es tu hermano' / . / . / y lo compartí con mis compinches en los siguientes días pero en la clínica todos se enteraron por la cantidad de humo / . / . / 

mandaron a llamar a wilelmo y me dijo: estabas yendo bien, pero ahora te tendrás que quedar dos semanas más / lo cual fue un golpe letal para mi autoestima / ni siquiera en terapia podía superar mis propios engaños / me sentí faltal y me volví a deprimir unos días / tiempo que el colorado robles me enseño a inhalar todas las pastillas nocturnas / también a 'poppear' con un baigón y celebrar el cumpleaños de un compañero con una mezcla de colonia y canú /  .  /

Las dos semanas pasaron rápido / mi mamá apareció con una cajita con diez libros / el hijo de puta del editor se había aparecido por mi casa dejando mis ejemplares / entonces mis primeros autógrafos fueron para mis amigos de la clínica pinel / cada uno de los que menciono en este testimonio recibieron sus libros y lo leyeron con buena onda y hugo me dijo que también quería ser escritor / pero yo ya tenía que ir saliendo de ese lugar / ya no lo sentía para mí / . / . 


Apenas llegué a mi casa me vi al espejo y tenía el pelo larguísimo / parecía jose velásquez / le dije a mi mamá que tenía que irme a la peluquería pero apenas salí tomé un taxi directo a la casa de mi primo toto / . / . / me recibió con una causa de cangrejo y nos fuimos a su playa a mirar estonasos el mar / . / -