domingo, marzo 07, 2021
martes, enero 26, 2021
LA ECONOMÍA DEL EGO, LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL DEL DOLOR
Mañana cumplo 45.
Por eso cada cierto tiempo cierro mi Facebook o bloqueo a la mitad de mis contactos.
Los primeros días vivo bien, liberado. Pero al tiempo necesito volver. No solo para publicar fotos de lo que cómo, dónde como. Si me encuentro con una amiga me tomo una selfie con ella para que mi papá crea que todavía cacho. Pero es pura finta como todo lo que existe en redes sociales.
Veo gente que hizo de sus vidas miserables una narrativa fabulosa, una vida genial, casi de famosos. Entonces todos somos estrellas, así quieras hacer notar que tienes una cadenita de oro que no vale ni lo que gana un ratero al día, pero crees que la gente te ve como si fueras rico y famoso, a pesar que al fondo de la foto que publican, el paisaje es digno de una descripción limeña de Ribeyro. Azoteas asquerosas meadas de perros sarnosos, paredes sin tarrajear, pobreza notoria pero que uno piensa que porque te pones una cadenita de fantasía tus contactos pensarán que tienes plata.
A eso hemos llegado: si tu vida está en Facebook, entonces tu alma es algoritmo deprimido.
Por ejemplo mi perfil no tiene nada que sea yo. Osea una persona miserable.
Solo tengo fotos del programa en vivo que conduzco y que entrevisto desde hace tres años. Por el set del canal pasan los gerentes más serios del país y yo los recibo con la cara dura, con un saco y corbata que mi papá estaba botando a la basura y yo los recogí porque como buen actor que soy sabía que me iba a servir.
Aunque el saco me queda grande, experto en utilería teatral, lo ajusté a mi con imperdibles y ganchos de pelo.
Usualmente los ejecutivos que entrevisto se van encantados de mi programa. Supongo que desconocen que no les entendí un pincho de lo que hablaron porque más anduve pensando en si el sonido entraba bien durante la transmisión o si el asistento tuvo un rapto de inteligencia y cumplió con la parte técnica. O pensando si mi chacal ha traído un paco más para seguirla después de la transmisión. Pero lo que digan los invitados poco o nada. Igual tengo toda la semana para repasar la información y ver qué podemos hacer para ganarme la vida.
Igual la plata que gano queda insuficiente y hago pequeños trabajos que algunos inútiles no pueden hacer, ya sea porque tienen altos cargos gerenciales y no hay tiempo para cumplir con las tareas de sus oficinas, en maestrías, sus MBAs, sus cursos de posgrado con lo que buscan duplicar sus sueldos en grandes organizaciones.
Por ejemplo, a un empresario amigo de mi hermano el negro, su socio a quien cariñosamente le llama 'su sucio', le hice hace poco un ensayo de dos páginas sobre tecnología e innovación para su MBA en Esan. Me pagó una mierda pero igual le tuve que agradecer porque por más miserable que sea él y por más miserable que sea yo, soy una persona agradecida con todo lo que cae del cielo. El negro se molestó conmigo porque le cobro muy poco por los trabajos que le hago, porque además de ese ensayo también le hago su Facebook corporativo, con noticias del sector y algunos podcast que me animo a producir cuando la abstinencia me ataca y necesito dinero al toque nomás. Entonces lo llamo al sucio y le cobro, y él saca de su bolsillo un par de soles y me los avienta por el celular. 'Tú sabes cuánto gana ese huevón?', me saca en cara mi hermano. 'Gana más de 15 mil soles'. Yo más calmado, porque ya me compré la droga que necesitaba para seguir pensando 'zen', que su socio/sucio no podría ganar lo que dice, porque simplemente si tuviese esa cantidad mensual ya se habría hecho hace tiempo un tratamiento contra la sudoración y el mal olor.
Igual con el mismo afán de conseguir monedas le hago las tareas que le dejan a un pata mío que estudia una maestría en gestión deportiva en España. Y me manda unos euros. Igual una amiga viceministra que entre tantas obligaciones que tiene me pide que haga llamadas a gente que ni conozco pero que debo aparentar ser un funcionario del ministerio, y además dicta cursos en la escuela de administración pública, por lo que he redactado el silabus y hasta podría decir que estoy apto para ser docente ahí. Aplicaría la misma metodología que uso en mis programas de televisión online: actuar.
Hace poco me llamó otro amigo para que lo ayude a terminar un servicio para el Estado. Había que llamar a 36 instancias sobre la violencia contra la mujer. 36 informes desgarradores de cómo le sacan la mierda a las mujeres a nivel nacional. Pude haber terminado abatido pero ya hace tanto tiempo que estoy acostumbrado a leer basura.
Desde aquella vez en Cusco en el 2000, foto que ilustra este escrito, adonde fui gracias a la familia de mi novia cusqueña y me quedé 45 días en que terminé de escribir Barrunto en una máquina de escribir que me pusieron en una habitación. Todititito para mí, el cuarto con baño y una máquina de escribir, más nada. Pero también aproveché para entrar al diario La República de Cusco, El Gran Sur se llamaba y me mandaron a hacer policiales, entonces todos los lunes iba a la comisaría de la séptima región y me ponía a revisar el cuaderno de ocurrencias. Usualmente el fin de semana estaba cargado ese cuaderno, donde se escribía a mano y se describía cómo violaban a niñas de 5 años, cómo le cortaban la cara a mujeres jóvenes o simplemente aparecía muerta alguna en al ribera de un río, mientras el esposo confesaba aún borracho que la había matado por celos.
Pensé que esos 36 informes del ministerio serían cosa fácil, pude quedar aturdido y hasta deprimido. Pero ya me acostumbré a aplicar la metodología Sandoval: arroparme de drogas que anestecien la realidad y yo pueda seguir sonriendo para las fotos del Facebook. Porque ahí en el Facebook sí que uno puede tener una vida extraordinaria.
He conocido a varios que el Facebook les ha cambiado el carácter. Viven eufóricos por cada like que le dan a sus fotos ordinarias. Pero cuando alguien los trolea o se burlan de sus reales falencias, se ponen como locos y comienzan a insultar a ciegas. Entonces te das cuenta que la ilusión de querer ser una celebridad por redes sociales se queda en una mera patraña. Gente que publica fotos con libros que supuestamente leen, pero a saber de lo que postean denotan que se han olvidado hasta del coquito de la primaria.
Evidentemente es una construcción que se forma de imágenes y pensamientos que ya no son pensamientos sino memes, y que la filosofía de sus vidas (y la mía también) se empodera en la frivolidad y un glamour triste.
Yo entendí eso en el 2009 cuando me invitaron a Europa. Meses antes cuando me llegó la invitación me pidieron una foto. Yo estaba desnudo en mi cama con Capulí, que luego de estar con su novio venía a mi casa y tirábamos unas cuantas veces. Al menos tenía la decencia de bañarse antes de bucear entre mis sábanas. Yo no, entraba al ruedo sucio y enredado. Ella era fotógrafa y aprovechamos en que me tome unas fotos y para sentirme más pendejo me puse un cigarrillo a medio avanzar entre los labios. Luego me tomó otra con el condón (usado) en la mano. Y las mandé a Europa, donde usaron la del cigarrillo.
Tiempo después, cuando volví de ese viaje entré a trabajar como profesor de una universidad que más parecía el Arca de Noé por la cantidad de animales que había. Y el Facebook y el Google comenzaban a invadir las vidas de todos y todas. Entonces aparecieron las dos fotos y comenzaron a circular entre mis alumnos. No solo evidenciaban que era un consumador fumador de canabis sino también un enfermo sexual.
Y los siguientes trabajos que tuve ambas fotos fueron mi carta de presentación. De tanto rechazo preferí dejar de buscar laburo y dedicarme a escribir. Igual esas dos fotos me siguieron por mucho tiempo hasta que comencé a postear muchas fotos, ahora con saco y corbata, para 'chancar' mi pasado.
Intenté superar mi propia imagen, pero adonde iba me siguieron esas dos fotos. Más bien la que dejó de seguirme fue Capulí, que se terminó casándose con su novio.
El otro día me llamó y la atendí con la falsa gentileza que es mi coraza para atender a mis clientes y amigos. Siempre atiendo favores por teléfono y a pesar que la retribución es ingrata cumplo con mi oficio de servidor público sin sueldo fijo.
Siempre me piden orientación en temas empresariales, por lo que brindo lo que sé que es lo que dicen mis invitados al programa. Algo capto y lo comparto. Pero Capulí me pidió orientación sobre un tema no empresarial y que según ella yo conocía. 'Mi primo se ha intentado suicidar y no sabemos qué hacer'.
Como experto en el tema le di el teléfono de mi siquiatra, y le dije que él era el indicado porque había sido director de siquiatría del hospital militar, que había visto casos de gente mutilada durante el terrorismo, así que mis intentos de morir y mi depresión simplemente les parecía puras mariconadas mías.
Tomó nota del doctor pero luego me que si conocía alguna posta porque no tenía recursos. Justamente, le dije que habían inaugurado una posta de salud mental con el nombre de mi doctor, pero no sabía en qué cerro estaba ubicado.
Capulí me pidió algunas sugerencias, aunque sin dinero iba a estar difícil solucionar la situación. A su primo lo tenían encerrado en su cuarto esperando que se le pase el sueño por todas las pastillas que se había tomado. Yo le detallé que lo mismo me pasó a mí, pero al despertarme me di cuenta que había fracasado en mi objetivo y que seguía ahí como una cucaracha o como un elefante, seguía ahí. Y eso me puso furioso y comencé a romper todo incluída las ventanas, mi laptop, la cara de mi madre y el tabique de mi hermano. Hasta que llegaron unos grandulones en bata blanca y me amarraron con correas. Me llevaron un hospital de nombre Noguchi y cuando iba a pasar al Valdizán, adonde ingresaría por el servicio del Estado oficialmente como un loco esquizofrénico. Entonces mi familia me internó en una clínica privada con una habitación propia, televisor con cable y baño. Había estado dos semanas encerrado en una habitación sin ventanas y me pasaban la comida por una puertita que cerraban de inmediato. Por lo que la clínica fue como el paraíso. Pero cuando hubo la oportunidad de ver a mi familia mi madre tenía un parche en la ceja, mi hermano la nariz enyesada y mi hermano mayor estaba ahí aunque vivía en EEUU.
Pedí perdón por todo y agradecí por haber pagado la cuenta de mis platos rotos. Pero igual dejaron internado un tiempo más.
Todo eso le conté a Capulí quien mientras más le contaba más lloraba por teléfono. Y el problema era que su primo no tenía recursos. Entonces le recomendé que lo mantengan encerrado y le pasen la comida por debajo de la puerta. Pero que si la cosa se ponía brava que le dieran una bolsa de veneno para ratas. Y que él decida.
domingo, diciembre 27, 2020
COPLAS POR LA MUERTE DEL PAPÁ DE MI PATA
domingo, noviembre 15, 2020
CALAMBRITO LA REVOLUCIÓN
miércoles, noviembre 11, 2020
PALABRAS (INS)URGENTES !!!
Santiago, 2020. |
Una bala sale de la cabeza de un padre de familia que quería separar la bronca de barrio con policías. Antes, había pasado su cuello cuando el policía caído y reventado a golpes por un inocente grupo de peloteros que infringían la ley del estado de emergencia, cagándose en las normas, que apenas vio efectivos del orden los requisitoriados se pusieron bravos y de sanos deportistas pasaron a vándalos en turba asesina. El policía, el tombo, el paco, asustado y viendo su propia vida en peligro de extinción, apretó el gatillo en defensa de su propia integridad, a la mierda la patria y los valores. Entonces el miedo de su arma desvió su disparo hacia alguien que ni siquiera lo había agredido.
domingo, octubre 25, 2020
SER TENDENCIA
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Rodaje de la publicidad de la película 'Hogar', de Jano Burmester, 2020. |
martes, septiembre 22, 2020
¡CUIDADO! CIBERDELINCUENCIA EN EL JUEGO FORTNITE
HUITOTO DIGITAL NOTICIAS DE TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN
¡CUIDADO! CIBERDELINCUENCIA EN EL JUEGO FORTNITE
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miércoles, septiembre 02, 2020
viernes, agosto 21, 2020
¿CUÁL ES EL SALARIO PROMEDIO EN LIMA TRAS LA PANDEMIA?
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jueves, agosto 13, 2020
Cine - Samichay, en busqueda de la felicidad vía Joinnus.com | 24 Festiv...
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jueves, agosto 06, 2020
BARRUNTO, UNA LEYENDA
Por: Giacomo Puccio Vega / Lanzallamas Blog. 25-dic-2019.
A Juan José Sandoval lo llaman leyenda.
Así se lo hizo saber el antropólogo Alexander Huerta Mercado cuando Sandoval hace unos años fue a la PUCP a realizarle una entrevista para la revista Dosis. El profesor universitario le dijo que ha recibido trabajos de alumnos sobre Barrunto, libro de cuentos publicado en el 2001 cuya homónima historia principal gira en torno a la violencia desatada por las barras bravas.
A pesar de no ser su única publicación, Barrunto lo persigue. Y a él eso no le molesta. “Hay muchos escritores preocupados por que su nombre salga. Quieren portadas y la gente ni siquiera sabe qué libros han publicado. En cambio, a mí casi no me conocen por mi nombre, pero saben que tengo un libro que se llama Barrunto. Y saben que hay un pata al que llaman ‘Barrunto’.”

Ahora que ha sacado la cuarta edición, busca aprovechar la efectividad de la fórmula —la historia de dos hermanos, uno nerd y otro achorado que sueña con convertirse en presidente de la barra aliancista— para llevarla a las tablas como ópera salsa. La adaptación está a cargo de Herbert Corimanya, actor y dramaturgo que aparece en la flamante portada. “Él sería Jimmy, el personaje principal”, cuenta Sandoval, quien señalando la remozada carátula dice que confía en el potencial de esta edición para trabajar el coaching deportivo en las canteras de Alianza Lima. “Considero que esta portada es imbatible como herramienta cultural para un deportista en formación. ‘Oye, pero habla de drogas’, dirán algunos. Pero es lo que muchos de ellos ven en sus barrios. Un deportista con un libro es más fuerte, eso lo demostró Constatino Carvallo. Los futbolistas tienen una carrera de 15 años que les va a dar de comer el resto de su vida”.
La sangre blanquiazul corre por sus genes: su padre fue dirigente y, por tanto, él es socio vitalicio. Esa pasión futbolera lo llevó a escribir el mentado cuento, que rezuma tragedia, una palabra frecuente para los aliancistas: en 1987, el vuelo del Fokker se llevó la vida de todo su plantel; el Año Nuevo del 2000, el defensa Sandro Baylón murió en un accidente automovilístico en la Costa Verde cuando tenía 22 años; y, en el 2011, en un giro casi profético, Walter Oyarce, un joven hincha grone, fue lanzado desde un palco del Monumental por barristas de Universitario. Estos hechos aciagos con los años han construido la mística, lo que marca la identidad del club. Y tienen correlación con la muerte de uno de los personajes de “Barrunto”.

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Alcanzar notoriedad en el circuito literario no es algo que le quite el sueño. “No he andado mucho con la gente [del mundillo], aunque conozco a muchos de ellos. No me interesa ser ni del mainstream ni de la manchita”. Sin embargo, un escritor de su generación con el que lleva una larga amistad desde su juventud es Sergio Galarza, quien incluso escribió el texto de la contratapa de Barrunto. Desde la distancia —Galarza radica en España—, se mantiene el vínculo. “La última vez que fui a Madrid estuve en su jato un toque. Nos tomamos unas chelas. Le hice una entrevista. En varias ocasiones coincidimos antes de ser escritores”. Fueron del mismo barrio y también se encontraron de casualidad en el ICPNA, mientras aprendían inglés. Montaban skate, jugaban pelota. Frecuentaban juntos a un amigo que tenía una tienda de discos en Polvos Rosados, que le proveía la música a Helen Ramos, conductora del programa 2001, en Radio Miraflores. Las canciones trasmitidas en este espacio —y las historias protagonizadas por jóvenes del escritor caleño Andrés Caicedo— fueron influencias vitales para la concepción de otros cuentos de Barrunto como “Luz verde para morir” y “Tolquim limeñian blues”.
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Sandoval vivía en el barrio de Los Sauces, en el límite de Surquillo con Surco, lugar que sería conocido como Villa Coca: en los alrededores se descubrió que tenía su base de operaciones el narco Reynaldo Rodríguez López. Un día, cuando era niño, el laboratorio del narco explotó. “Con experiencias como esta, un escritor no tiene pierde”, dice Sandoval, quien ha ficcionalizado el hecho en su libro El artista de la familia.
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—Puta, esto parece spam —se dijo Sandoval cuando recibió una invitación a Luxemburgo en el 2008. El correo contenía el siguiente mensaje: “Tú no sabes quién soy yo, pero yo sí te conozco por tus libros”. Pero no era un intento de estafa: era verdad. Y fue así como viajó a Luxemburgo.
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Una vez a la semana, Juan José Sandoval se pone un terno para sonreír frente a cámaras —algo que, confiesa, no le resulta nada fácil pero sabe actuar—. Conduce Tecnología & Negocios, un programa en Miraflores TV Digital. Ha publicado también un ebook para empresarios y escribe sobre esos temas —emparentándolos con su carrera como escritor— en su cuenta de Linkedin.
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—Los escritores son parásitos —dice en un momento de la conversación. Antes me relata las complicaciones que atravesó para lograr sus emprendimientos culturales. Me dijo que en la mayoría de casos todo ha salido, con mucho esfuerzo, de su bolsillo. Él se mantiene independiente desde que sacó esa primera edición de Barrunto con una imagen de Basquiat. Por eso arremete sin piedad contra los estímulos para la cultura. “Toda esta gente que ha ganado los estimulantes económicos —porque para mí no son estímulos, son estimulantes: es una droga que te amansa, que te ahueva, y que viene de papá gobierno— me dan asco”.
Le pregunto si en alguna oportunidad intento postular a alguno y me responde que una vez trató llenar un formulario pero desistió por considerarlo demasiado burocrático. “Y soy un hombre de palabras todo el tiempo”.
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—A mí siempre me ha ocurrido que cuando algo muy bueno me pasa, me ocurre una cosa muy mala. Por eso cuando gano algo me asustó. Digo: “Ahorita va a llegar el mal”.
Para la presentación de la última edición de Barrunto en el Centro Cultural de España, Sandoval contrató músicos de la orquesta de Jhon Kelvin para que acompañen el adelanto de la versión teatral que preparó Herbert Corimanya. A los músicos —un cantante que tocaría la tumba, un cajonero y un tecladista— les dijo, en referencia al pago: “Con cuarenta libros que se vendan, la cosa se salva”. “Ya”, le dijeron. Pero al final solo se vendieron cuatro ejemplares. “Igual salió todo de puta madre”, cuenta Sandoval. Y el fracaso comercial no fue motivo para desanimarse. Ya se vería la forma de pagarles. La celebración debía continuar, así que se dirigieron a la casa de teatro en Miraflores donde Corimanya ensaya. Una hora después de bajar del taxi, recordaron que en el vehículo dejaron uno de los instrumentos musicales, el cajón dual —mitad criollo, mitad flamenco—. El final de la historia la cuenta Sandoval en uno de sus textos en Linkedin:
Peor aún, para consagrar mi infortunio, fuimos con el músico agraviado, el cantautor Ger Vergara, a la fábrica Atempo en San Juan de Lurigancho, donde conocimos al lutier dueño de la marca, a quien le expliqué que debía comprar un cajón […]. El dueño de la fábrica nos dio una facilidad de pago y pude cumplir con el músico afectado por el robo de los instrumentos el día de la presentación de Barrunto, la obra de teatro. Una semana después, el lutier fue asesinado por sicarios delante de sus hijos.
Se entiende entonces el sentido de la superstición.
***
Entre sus proyectos a futuro está publicar la novela breve Me voy a vivir y regreso, escribir sobre el músico Caitro Soto, seguir tocando de forma esporádica con su banda Los Viejitos de Barrón y, por mediación del poeta David Novoa, realizar un taller de escritura en el penal El Milagro, de Trujillo. Al momento de la entrevista, está contando los días para ir a Chimbote, donde —aparte de hacer un peregrinaje por el Tres Cabezas, mítico prostíbulo que tuvo como insigne parroquiano al escritor José María Arguedas— presentará Barrunto en la Feria del Libro de la ciudad pesquera junto al cronista Eloy Jáuregui. //
Los libros de Juan José Sandoval no se venden en librerías. Si quieren obtener el libro, escriban a barrunto@gmail.com.
martes, agosto 04, 2020
martes, julio 21, 2020
viernes, junio 12, 2020
LAS CIUDADES, LA LOCURA Y EL MIEDO
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MAZAMARI, VRAEM. 2012. PERÚ. |
Pero yo me había hospedado en medio del caos. Y para remate, apenas llegué jugó el Colo Colo y a las afueras los policías mataron a un hincha. Entonces la cosa estaba enardecida con saqueos y bombas lacrimógneas. Había santuarios urbanos, lugares donde habían muerto jóvenes protestantes se convertían en esquinas sitiadas, donde marginales, punks y radicales colindantes con 'la cana', ofrecían sus pulseras hippies y bebían algún vino.
Yo apliqué mi régimen de turismo urbano, caminando random buscando nada, comiendo cualquier cosa al paso, comprando algún recuerdo y preguntando dónde podía conseguir algo de acción. Comí en casa de amigos comida de casa, oí testimonios, brindé con entusiasmo y me fuí a marchar con los manifestantes. Me acogí en medio del miedo para estar a buen recaudo.
Antes de volver a Perú, mi tía me dijo no te puedes ir sin conocer a la mamá de tu tío. Una oportunidad valiosa para conocer la cultura. Mi tía llamó a la señora para preguntar si quería algo. Y le pidió que le lleve una botella de vino. Fuimos a su casa, donde el tío vivió su niñez. Era una casa grande porque había sido en forma de establo, tenían sus animales durante la guerra. La casa era enorme y tenía miles de detalles del partido nazi. Platos colgados, condecoraciones, banderines. Parecía un museo de familia. La señora era viejita y con las justas andaba, se apoyaba en un cochecito de cuatro ruedas con una canasta donde tenía el teléfono, su cuaderno y las llaves. La señora fue sumamente amable conmigo, me hablaba en alemán y parecía que le importaba poco que yo no le entienda. Ella seguía hablando cordialmente, nos invitó a comer y me pareció curioso que no comimos en platos, sino en unas tablas de madera, todo típico alemán. Y lo bueno que me sentí aliviado de no poder comunicarme, la señora hablaba y daba explicaciones de mnera natural y yo la oía y parecía que hablaba con mi abuela.
Días después, mis tíos volvieron a la casa de la abuela. La familia se había preocupado y su molestia partía por la botella de vino que le habíamos llevado a la señora. Pues al parecer le había caído un poco mal y comenzó a delirar rememorando tiempos de guerra, además de comenzar a hablar con su esposo, que ya había fallecido hacía muchos años atrás.
Se juntaron todos los hermanos del tío, señores serios que discutían por la conducta de la abuela. La señora estaba contenta de volverme a ver y me hablaba en alemán. Yo no estaba muy cómodo porque sabía que todo lo habíamos ocasionado con mi tía, por llevarle la botella de vino. Pero a la señora no parecía importarle tanto como hablarme a mí, a su sobrino escritor que venía de sudamérica. Estaba también su nieto que usualmente cuidaba a la abuela, pero más interés era estar con la novia a solas en casa, mientras la abuela estaba a buen recaudo. Pero todos quedaron preocupados con el vino y con los delirios de la señora.
A los pocos días la señora se cayó y fuimos con mi tía al hospital. La señora estaba muy molesta y tenía un parche grande en la cabeza. Aún así se puso muy contenta de verme y me habló con la misma naturalidad que siempre tuvo. Pero estaba muy molesta con el tío, porque él siendo médico había permitido que la internen. Lo peor de todo era que por ser una anciana sumando sus delirios de guerra y la presencia del esposo que ya había muerrto, la mandaron al pabellón siquiátrico, donde pasaba la tarde en una gran sala de juegos con yonquis con cara de asesinos, gringas locas con cicatrices frescas en las muñecas. Todos fumaban cigarrillos, pero tenían café y gaseosas libre. La señora estaba molesta porque ella quería estar en su casa, y me lo reclamaba a mí que no le entendía nada. Pero el tío siendo médico podía haber hecho algo, decía la señora. Aunque yo no le entendía. Conocer el hospital siquiátrico en Alemania fue parte de ese turismo que me marca como viajero.
Cuando vayas a Perú, te llevaré a comer cebiche frente al mar, tío. Le decía. Pero cuando vino mi tío a Perú con mi tía yo estaba internado en un hospital siquiátrico, batallando con mis miedos. No me pudieron ver. Mi tío ya no volvió más a Perú. Solo mi tía. Mi tío fue un excepcional anfitrión y me hubiese encantado ser igual de amistoso.
jueves, abril 23, 2020
domingo, abril 12, 2020
WILELMO

Tienes que quedarte dos semanas más / me dijo Wilelmo y se me ha venido el recuerdo cuando escuché al presidente anunciar que la cuarentena debía alargarse / ¿Dos semanas más? / Le cuestioné en súplica / Ya tenía internado un mes encerrado incluyendo la clínica y los dos hospitales en donde me atendieron / Antes, había dejado una carta culpando a mi editor-estafador por haberme paseado seis meses con la publicación de mi nuevo libro / Si pude aguantar seis meses, puedo aguantar dos semanas / pensé / - / . / Además, el editor ya había enviado los libros a mi mamá y disculpado por haberme estafado / No sé si los recibió de buena gana o le reprochó el maltrato a un artista depresivo / Porque luego me enteré que el Chombo lo amenazó de muerte al editor y de igual forma un par de amigos cercanos le destrozaron su librería en la avenida Larco / . / . / -
Soportar dos semanas, luego de todo lo que me había pasado era ciertamente manejable / Luego de mi reunión con Wilelmo, el doctor se reunió con el señor Kojatsu y le dijo que debía quedarse seis meses más en la clínica / el señor Kojatsu, con tres hijas y esposa, estaba furioso / llevaba dos años internado y no había forma de salir / tenía un fundo de plantaciones de uva que se exportaban mucho al extranjero, en Ica / pero al señor Kojatsu lo tenían encerrado / luego supe en las reuniones de terapia que le gustaba la maquinita, el casino y la bebida / por eso lo habían internado, por ludópata / Yo a todos mis compañeros les decía que había llegado ahí por culpa de mi editor / porque pasaban los meses y no me entregaba mis libros . / - / - . yo ya había anunciado que tenía libro, tenía fecha y tenía vino de honor / uvashado de horror / digno de barrunto / . / . / entonces llegó una invitación para la feria del libro de Huancayo / todo pagado / y sábado / así que le dije al chombo que me haga la taba / tenía un causa baterista que nos consiguió una fecha para tocar con los viejitos de barrón / entonces teníamos banda / teníamos fecha / teníamos presentación del libro pero no tenía el puto libro / . / : ( . el editor me dijo que en abril salía / la fecha era el 1 de julio / el libro 'el artista de la famlia' / . / . no puedes irte sin libros, me dijo el xuxa su may / . / . / .
horas antes de viajar me entregó diez ejemplares / pero solo la portada porque por dentro las páginas estaban en blanco / era un libro vacío que no podía autografiar a nadie / pero qué chucha me dije / nos vamos y nos fuimos / . / . / .
la presentación salió espectacular / no pude vender ningún libro pero ya está / había cerveza y comida y la vida era buena conmigo / el concierto de los viejitos de barrón fue en un festival de rock alternativo underground que vendían un trago que se llamba caliche a sol cincuenta / tocamos tres o cuatro canciones porque el chombo no pudo más, estábamos en Huancayo / y la altura era brava justo cuando íbamos a meterle un cover 'juégala' de Ronieco se desplomó en la silla de la batería / ahí nomás terminó el show y como siempre hubo un silencio incierto / la gente no sabía si aplaudir o no / siempre nos pasa / no pude hacer mi acto suicida de tirarme al suelo con todo y guitarra en la canción adiós adiós amigos míos / mis canciones quedan grabadas para que tú de mí te acuerdes / así reza una canción de Alicia Delgado que fue el último tema que cantó antes de morir asesinada / . / .
Al día siguiente de boleto nomás nos fuimos para Ingenio, una ruta que conocía ya por mi hermano Rafo / donde se come el mejor cebiche de trucha del mundo en unas casitas que parecieran que están construídas en un árbol / . / . /