Un poema para la tos.
Un poema para la dicha, la flor y las margaritas de sayón.
Para la esperanza, un poema.
Para que la muerte no llegue. Y si llega, que sea bueno con la abuelita.
Un poema para la pena, la lluvia, el cielo gris, la pista gris, mi lengua gris, tú gris, él gris, vosotros gris.
Un poema para la alquimia.
Para las madres con arteroesclerosis, con cáncer de mama, la glucosa en hiperinflación, la diabetes, nicotina el vicio la timba de la vida.
Para la locura un poema.
Para que la realidad siga cuadrapléjica.
Un poema para los tubérculos.
Un poema para los enamorados chicle globo, para los quinceañeros sin invitación, sin chaperón, sin baile, sin bocaditos, sin aliento, sin sabor, sin vergüenza, sin sentido.
Un poema para justificar los abortos en Plaza Italia.
Para el humanismo diet.
Para burocratizar el camino a la extinción.
Para el perreo, la disco light de ambiente chicha de jora.
Para la sexualidad oprimida.
Un poema para borrar cicatrices de la cara, o para remarcarlas.
Un poema para hacer llorar a tus hijas.
Para avergonzar a la familia.
Para soltar el purgatorio completo de un solo eructo.
Para la alegría, el perdón, el pecado.
Un poema para ti, para mí, para quien quiera colaborar con un sol. Con un nuevo sol.
Un poema para el estofado, el pisco, el caballo sin pueblo.
Y la indigencia mental...
Y para los políticos ¡También su poema!
Un poema para surgir en la ciudad.
Para hundirse un poco más.
Para amar y ser odiado por eso.
Para ustedes, un poema. Gracias por oírme.