viernes, marzo 31, 2023

HUELE A MATIZ EN EL CIELO

Diciembre, 2022. Bar Tierra Baldía. Elmer Ríos y Juan José Sandoval. Acompañan Pollo Wilson y el poeta Hugo Kalashnikov. 


Yara loco. De la muerte no se habla porque la mente es poderosa. Lo que desees, Dios siempre te lo dará. Por eso no es bueno mentalizar lo negativo, la venganza, el mal recuerdo. Lo mejor es olvidar. El loco Chilton es Hare Krishna y una vez dijo que a veces es mejor no saber. Yo le creo. Chilton toca bravo, uno de los mejores del país, a su momento Pedro Suárez Vértiz lo quiso tener en su banda oficial. Pero Chilton prefirió quedarse tocando con 'Pedrito Suárez Vértiez', el loco Javier que trabajaba con él haciendo wantanes para un proveedor chino. Todo el día oían música mientras hacían los wantanes y los tequeños. Ellos tocaban con Ronieco en Mamitud. La banda que siguió a Actitud Frenética, la primera banda grunge del Perú. El proveedor chino de wantanes quedaba al costado de la Facultad, que estaba al costado del cine Brasil. Donde estudiaba comunicaciones, y ahí conocí a la gente.

Unos días antes del año nuevo del 99 el Waro celebró su santo en su casa de La Molina, en el tercer piso donde acondicionó todo en formato Woody Allen, con fotos pegadas en la pared, velas e inciensos. Llevaron los equipos y la batería. Fue la primera vez que fui a una fiesta hippie. Me sentí como Cantinflas cuando se camufló en una fiesta hippie, y no sabía qué hacer, o qué decir. Todos eran raro, pelucones, locas de negro, con Hendrix sonando al fondo. La fiesta acabó con la llegada de la policía pero ya había tocado Mamitud. Esa formación tenia a Ronieco en la voz y guitarra, Drogul en la guitarra rítmica y la flauta, Kaniel en el bajo, Pedrito en los bongós y Chilton en la batería. Y tenían buenos rolones, tipo Doors, tipo Stones, o incluso verisonaban la canción Ayahuasca de Juaneco cuando Juaneco estaba enterrado en el olvido. Ronieco ya lo había escaneado.

Esa fiesta antes del 99 marcó mi ingreso a un tiempo lisérgico en casa de Ronieco, creativamente intenso, donde la casa estaba penetrada por el rocanrol y los Beatles, por Ronieco, en San Miguel, un punto de encuentro de gente rara, se oían discos en vinilo toda la tarde y por la noche se armaba la fiesta con rock en vivo. Desde el tiempo que comencé a frecuentar la casa de Ronieco, conocía a su tía, la hermana de su madre, quien a cierta hora de la noche prendía las luces y exigía que se vayan de su casa. Eran momentos de tensión porque la gente estaba a tope de energía y era imposible parar la pichanga. Iban músicos, poetas, locas durazas, gente dispuesta a cagarla hasta el día siguiente. Y ocurria muchas veces. Por eso el vecino de atrás, que luego vendió la casa e hicieron un edificio, que posteriormente hicieron causa común para denunciar a Ronieco por diversos cargos, desde la bulla, hasta corrupción de menores, anti religiosos, de hereje. Pero nunca se pudo parar la fiesta. Tanto así que Ronieco comenzó a cobrar entrada, hasta el día de su santo hizo evento. Vendió todo lo que pudo, desde sánguches vegetarianos hasta la llegada del famoso 'sastre', un diler de La Victoria que patrullaba la ciudad dejando veneno. El rico veneno que impactaba en la gente y los dejaba recontra nock out. Pero seguía el 'saca bien', como lo llamaba Ronieco. Que era también una canción de Mamitud, Saca bien, muy bien muy bien. Y siempre refería Ronieco a que sacar bien era obtener beneficio de la circunstancia. Si estabas con una flaca, te la tirabas y sacabas bien. Si estabas en una fiesta y se armaba el show y no pagabas el trago, también sacabas bien. Y si la flaca ponía todo, incluso te dejaba para tu taxi, eso le llamaba sacar recontra bien. A con cuncha, loco. Si pe. O palta, o tú ? tú ? tú ? tú ? Tú pe que eres eres productor pendeje cutivo ( así me puso Ronieco, el productor pendejecutivo de la banda ). Por eso en el libro Barrunto, en el cuento Tolking Limeñian Blues aparece el botón, Es mejor sacar bien y tal vez perder, que no haber sacado bien nunca. Ese cuento en clave inventada de alguna favela surcana, entre Barranco y Surco hay un Little Chincha, hasta allá íbamos caminando juntando monedas para sacar un documento. Loco, saca bien. Loco, suave loco. Palta loco. Caleta loco. A con cuncha. Conchap. Essssse conche. Ronieco se sentaba en las escaleras de la puerta del teatro Colón, que en ese entonces proyectaban películas porno y gays. Ahí se sentaba con su guitarra y su chata de caña. Porque después de Mamitud le fue muy bien con los homenajes tributo a Nirvana, Rolling Stone, Beatles en todas sus formas, tributo a Harrison, tributo a Lennon versión quinientasmil porque Ronieco, que era la encarnación rockera de Juaneco, también se había mimetizado en Lennon, con sus patillas y sus lentes redondos, y su saco verde militar, ultra pacifista el Ronieco, aunque después de la medianoche rompía toda norma porque siempre tuvo el diablo adentro y nunca lo pudo sacar del todo.
 


Cuánta gente ha pasado por la sala de Ronieco, desde Papi Saico, Fiorella Cava tocando canciones de JAS, todas las bandas beatlemaniacas, Fruta Fresca, Pulpín, Choclo, Kálvaro sin criterio, o Chechitar que fue el primero de Actitud Frenética en morir. Tocaba eventualmente con Ronieco porque Chechitar no estaba muy de acuerdo con el nivel de informalidad de la música que generaba Ronieco. Chechitar hacía deporte de contacto, no tomaba ni fumaba y las drogas las había dejado hacía mucho, si es que solamente había sido un acercamiento lúdico de su juventud. Era un músico consumado, bajista de buen ritmo y chivero al mango. Se fue a tocar con una banda post punk a Cerro de Pasco y un ataque fulminante a los pulmones se lo llevó. Por esa época también el papá de Ronieco empezó a perder la memoria y le vino la demencia, que mezclado con el rocanrol de Ronieco que surgía a diario, porque todos los días llegaba alguien a la casa, chicas, chicos, de todo, y podía terminar todos sacando recontra bien. En el baño, o expulsados hacia el parque, liando siempre con la policía, pero una guitarra bastaba para tener un escudo protector, una guitarra y la voz aguardientosa de Ronieco que hacía de quinto beatle. 
También hizo tributo a Macca y a Ringo. Luego los volvió a juntar y él solo los disolvió, todo en formato tributo. Ronieco ya tenía una agenda armada de músicos que si le fallaba uno, entraba el otro. Pero su batero de planta, su compañero de músicas de los últimos años fue Elmer batero loco. 
Elmer tenía swing y además era guerrero, podía tocar con cualquiera y así sin ensayar tocó varias veces con Los Viejitos de Barrón. 
Antes ya habíamos tenido un batero que arrancó en vivo y luego se murió. El chino rata. De San Juan de Miraflores, amigo de John San Jhon, que tenía su sala allá en San Juan. Con chino rata tocamos en el Barlovento de Barranco, con Buba, que hacía la voz de Axl Rose en la banda que teníamos en el colegio, en cuarto de media. De ahí salió una tocada en el centro de Lima, en El Directorio, y el chino rata fue convocado pero ensayamos mal, el chino se ponía violento conmigo, quería buscarme la bronca, me agarró tirria y como tomaba caña en bolsa y yo traía mis latas, yo venía de mis favelas de Chacarilla del Estanque, pero soy barrio porque vengo de Villacoca. Pero chino rata me alucinó mal y el día del Directorio, el show salió tan mal, que me olvidé mi bitácora perdida, con mis poemas y canciones, un cuaderno inmenso que me había obsequiado la niño que en ese tiempo era mi mejor amigo amiga. Por culpa del chino rata lo perdí, o más por miedo porque me quería pegar. Bueno después me di cuenta que era la misma música que hacíamos Los Viejitos de Barrón era la que generaba un estado de ultraviolencia entre los mal oyentes. O bien sacaba de quicio o bien generaba demasiada euforia porque la única vez que tocamos en el bar Queirolo, en el salón Hora Zero antro de poetas underground, nuestro show terminó a patadas y puñetes, y tuvimos que salir arrancados. O la otra vez en que un ultra punk le comenzó a gritar a Romero, el primer baterista que ahora vive en Dublin y su pata tocó con Amy Winehouse, ahora no sé si porque realmente era un gran músico o porque había que pararle macho a la cantante. Igual su causa Romero tocaba aquí con Barrunto Sandoval, a quien alguna vez un borracho le grito 'el lou reed peruano', pero tampoco era por la música sino por los lentes oscuros que usaba a las diez de la noche. Esa vez que a Romero lo comenzaron a insultar desde la gente, nostros tocando y alguien gritaba FASCISTA FASCISTA, fascista conchetumadre, fascista. Y Romero dudó en seguir tocando, porque parecía que el pata, que tenía todos los pelos parados como un punk londoniense, parecía que lo iban a matar. Menos mal vino un 911 y se lo llevó al pata, y  seguimos tocando. Siempre adonde hayan tocado Los Viejitos de Barrón solo tocan una sola vez. El único lugar donde nos han dejado tocar más de una vez es en Iquitos y en los eventos de Ronieco. Siempre daba pie a que podamos mostrar nuestro show, creo que éramos una banda de influencia Ronieco. Porque todo lo hacíamos a intuición, a la que chucha, sacar bien es la consigna. Lanza el matiz. Saca bien, A con cuncha. Ronieco carajo estoy con la muerte. Contesta. Está Elmer por ahí? Solo dile que necesito un baterista. Y siempre Elmer estaba ahí para parchar al ausente. A veces el chombo se ponía locaso y se iba, como esa vez que anunciaron show de los Viejitos en dos lugares un sábado por la noche, primero en el partido socialista, en plaza dos de mayo, y más tarde donde Ronieco, en un tributo a él mismo donde la chela estaba barata y llegaba el sastre. Que luego se murió pero su hijo se volvió el sastrecillo valiente. Y prosiguió la estela del padre. En el partido socialista el chombo tomó mucho aguardiente, como habíamos venido de Bogotá, adonde fuimos a tocar también bajo la premisa prima y última, se puso a vomitar aire. Y la gente de la organización se palteó, además que no teníamos baquetas para que Chombo toque la batería y yo no tenía guitarra, solo tenía una uña de guitarra gastada y con un ácido sabor a legía clorox.
Después de chino rata, que murió al tiempo, John San Jhon se convirtió en músico de planta, lo cual nos garantizaba tener equipos para llevar, porque Jhon tenía su sala de ensayo en San Juan y nos cobraba poco o nada, y nos íbamos en su carro a todos lados, así llegamos a Punta Hermosa donde tocamos para cinco personas, todos drogados, los músicos y el público, así que pasamos piola. De ahí nos fuimos a Barranca. El chombo tocaba la batería y rompía los parches, por eso todo terminaba en bronca. Por los muerto y heridos. Y esa vez en el partido socialista no nos dejaron tocar porque nos vieron muy borrachos. Igual dijimos nos vale madre, vámonos Chombo adonde Ronieco, y allá estaba todo el mundo, la Dolly Rocker toda duraza, ahora es hermana pastora y candidata al congreso. Pero antes era una loca bueno siempre va a ser loca, solo ha cambiado de ropaje. Cuando era menor de edad estaba con el Caja y yo le llevaba al Caja los kilos de matiz que me regalaba mi primo Hawai, yo se los vendía en dólares y el Caja pagaba. Ahí conocí  a Dolly pero ella también volaba con luz propia, con los beatles y su música propia. Esa vez que llegamos al segundo show al Chombo le dio diablos azules y nos terminamos peleando a patadas, pero se fue el negro y me dejó sin plata para el taxi, conchesumadre como me dolió quedarme solo. Sobre todo porque la guitarra era de él y se la llevó de picón. Entonces me quedó solo, en el tributo a Mí Mismo que había organizado Ronieco y que estaba lleno por cierto, todos esperaban al sastrecillo valiente, el junior. Pero ahí pues tenía que seguir el show y Ronieco me dijo, loco, o luco, loco loco yo te presto una de mis guitarras, y batería que toque Elmer loco, que toque Elmer, con concha loco si ustedes tocan una sola nota nomás, es fácil. Así tocamos con Elmer la primera vez, y así reemplazo al baterista en otros shows que teníamos con Ronieco, entonces el Chombo se pasaba al bajo y se alucinaba Les Claypoll. Siempre adonde íbamos, nunca más volvíamos porque dejábamos el peor de los recuerdos. 
Ronieco siempre nos apoyó, me apoyó y yo lo apoyé. Y me apoyé en él también tantas veces, un pata que por sobre todas las cosas valoraba la amistad, el amor, la paz, el sacar bien. 
Y cuando Elmer se quedó sin Ronieco, no supo cómo suplir ese vacío musical con la muerte de Ronieco. Entonces una noche, de borrachera obvio de mi parte, soñé con Ronieco, pero lo recordé raro, estaba caracterizado como un emo, con delineador en los ojos, con las uñas pintadas de negro, chancabuques, como si fuera un integrante de Depeche Mode de los ochentas, o los Jesus and Mary Chain. Pero más, con púas en las muñecas, su mirada siempre arrogante de rockero, y me dijo, loco, loco, tienes que tocar con Elmer. Elmer sabe las canciones de los Viejitos, el Pu Pu Putamadre, ojos azules, sabe la coca me ha vuelto loca. Loco, llévatelo loco, si yo ya no estoy...
Y por eso fue que contacté con Elmer batero loco, que ya había sido parte de los Viejitos pero le propuse grabar, le propuse hacer nuevas versiones. Porque de ahí recordé que Elmer una vez que tocamos en la avenida La Marina, ahí en una rotonda en plena calle, me dijo: loco, ustedes son energía pura. Le gustaba tanto a Elmer los Viejitos que lo convocamos y comenzamos a tocar. Y cada ensayo era energía mayor, era electricidad que pasaba a través del sentimiento. Era nuestra forma de estar vivos, sin dinero, tomando vino dulce, lanzando ponzoña, imaginando dónde tocar, hasta que el poeta Diego Lazarte me propuso tocar en el Festival de Poesía de Lima, ya antes habíamos hecho show en uno de sus eventos, en el corazón de Surquillo, y fue un show electroacustico recontra sacador. Por eso nos llamó y le dije mira estoy con nueva formación, tengo un bajista brutal con teclados incorporados con midi, tengo un batero loco y un panderetista camuflado, y yo que me enmascaro entre viniles y uretanos para que no se vea que estoy con muecas en la cara. Para que no vean que estoy desquiciado con la nariz y los ojos rojos. La máscara me ayuda a soltar el purgatorio de un solo eructo. Entonces sale la energía de los Viejitos. Y Elmer estaba pilas. Nos invitaron a tocar en el bar Tierra Baldía, el bar en homenaje al antropólogo Fuenzalida, a quien lo canearon quince días por tener 30 macetas de canabis en su azotea, que en realidad eran de su hija que se arrancó para Chile, pero Vargas Llosa y otros conches firmaron una petición para que aclararan el hecho, porque Fuenzalida fumaba sí, como mierda fumaba, pero marihuana, no tanto. No tenía nada de nada que ver con las macetas de su hija. Pero se aclaró el hecho, el doctor murió con dignidad y sus hijas fundaron el bar café cultural Tierra Baldía, adonde he ido varias veces básicamente busando más que libros a ver si están las macetas. Pero nunca he encontrado nada. Hay lindos libros porque la biblioteca del doctor esta a disposición de todos, me quise tirar unos libros pero me sentí viejo y falto de forma. Pero cuando fuimos a tocar, Elmer no llevó la batería completa sino una tarola, un ride y un charles, e hizo magia. Kerbi llevó su sintech y su bajo rickembeiker, a lo Motorhead. Y me prestó una guitarra blanca hermosa, yo no tengo instrumentos, o tengo la consiga de no tener nada porque mi vida debe caber en una maleta. Por eso tengo instrumentos pero luego los regalo a mis sobrinos, a mis novias, a mis amigos, los cambio por pastillas, por un poco de cariño. 
Esa noche que tocamos con Elmer como integrante oficial de los Viejitos, improvisamos poesía con Kareen Spano, lo cual quedó como si fuera una foto de la velvet underground con Nico. Tal vez vuelo mucho con mis recuerdos porque están llenos de matiz. Loco, todo puede ser real. Matiz loco, saca bien. Puede ser, puede ser. O tiene que ser. A con concha. Tiene que ser. Pu. El sastrecillo valiente. Pu. Esteeeeee. O Tal vez. Ah, incluso. Ronieco le hablaba a Elmer todas las madrugadas y el batero loco pasaba las noches entre caña, matiz y canciones de Ronieco. Entonces me di cuenta que Elmer quería tocar más con Ronieco que con los Viejitos. Yo le dije, loco, la mente es poderosa, no lo invoques, si ya se fue, ya se fue. Ya fue. Pero Elmer se embriagó de nostalgia en todo momento, y cada recuerdo suyo era con él, con el Lennon peruano. Con el fundador del grunge en el Perú. Y aunque no le gustaba que se lo dijeran, decían que era el Tongo del rock peruano. Ronieco se fue al cielo a tocar con Chechitar, y Elmer se les unió. La última vez que ensayamos con Elmer, le regalé una botella de un vino blanco que tenía el sello del matrimonio de mi hermana, hacía ocho años. El batero loco lo aceptó con el mayor aprecio, pero nos obligó a tomar a todos por igual. Siempre velando por la causa común. Batero loco daba un salto que alcanzaba los tres metros al dar la última canción y reventaba con un platillazo.