sábado, abril 16, 2005

¡TRANQUILO SANCHO PANZA!

En uno de esos países
cuyo nombre no vamos a mencionar,
hace 400 años
hay el mito de que existen seres que hablan donde no está permitido hablar.
Gente de mal gusto que flamea el desarie
y perturban a quienes se dejan atrapar por el nervio de sus historias.
Seres absolutamente peligrosos
capaces de de corromper la moral de cualquier religión,
de estropear revoluciones
de atentar contra el bien ajerno,
porque sí señores, como hoy, hace 400 años se cometían plagios y estafas editoriales,
cuyos nombres no vamos a mencionar.

Estos seres asaltados por el mito, son tildados de holgazanes, de autistas, de bufones cantineros, de habérseles secado el cerebro por tanta televisión.
De ser ciudadanos de segunda, malos representantes de la lucidez.
Que cuando explotan son retirados de toda institución
y consignados en lugares para enfermos mentales.

El mito ha perdurado a pesar de las epidemias.
Ellos libran batallas que la gente común no llega a percibir,
que no llega a tocar.
Luchas donde sólo esta gente indigna es capaz de morir.

A pesar de los maltratos, de haber sido acusados de maricas,
porque sí señores, en estos países cuyos nombres no vamos a mencionar,
aún a 400 años,
se le sigue vinculando al arte con la ambigüedad sexual.

Y sin embargo, pueden aborber culpas ajenas, sufrir herejías,
revolcarse con la miseria
y salir ileso de sus propias llamas.

Hay quienes se contagian del mito y son tomados por necios,
por gente inutil
que cargan la ironía del mundo que los colorea.

Esta gente carcomida por la magia de sus palabras,
entregados a la voluntad del azar
son los llamados a reinar el polvo con heroísmo.



Dedicado a todos los artistas mutilados por el peso de la cordura,
esta celebración de la palabra bien escrita.


Texto leído en abril del 2005. Centro Cultural Peruano Británico. II Festival de las Letras Peruanas.