Escribí el cuento Barrunto en el año 2000, sumido en una profunda tristeza provocada por la muerte de Sandro Baylon, e inspirado en la fatalidad que alberga al club Alianza Lima desde la tragedia del Fokker.
Barrunto es una historia de amor y desamor, de lealtades y antivalores. Se publicó por primera vez al año siguiente y desde ese momento no he dejado de ver crecer el cuento. Primero fue la versión fílmica, que dirigió Mauricio Franco con la que obtuvo el premio nacional a Mejor Cortometraje Peruano de Ficción. En dicha producción se logró congregar a diversos actores y profesionales audiovisuales que hicieron de Barrunto una representación de la identidad peruana. Incluso el actor Emilran Cosio, quien años después co-protagonizó la novela televisiva Misterio, tuvo su primer acercamiento con el mundo del fútbol y la cultura que lo rodea, lo cual fue importante para todos quienes estuvimos en el rodaje y posterior presentación en festivales de cine de todo el mundo.
Para ese entonces, en 2004, se logró sacar una segunda edición de Barrunto, gracias a la editorial Sarita Cartonera, con la que se logró incrementar su presencia en el imaginario literario local.
Ya para el 2008 aparece una tercera edición de Barrunto, editado por Urbania y con la que se logra una invitación para presentar Barrunto en el Salón de Libro de Luxemburgo, donde se resaltó la importancia valiosa de la cultura urbana, del lenguaje vivo de la ciudad y la identidad cultural del peruano.
Luego, una vez más, esa fatalidad que mencioné líneas arriba con la blanquiazul, hizo que la ficción que creé se hiciera realidad, cuando ocurrió la tragedia de Oyarce en 2011, lo cual hizo que Barrunto recobre vigencia.
A partir de ese entonces surgió la propuesta editorial para llevar el cuento a la historieta, a la versión gráfica, para lo cual se asoció al proyecto David Galliquio, un prolijo dibujante, artista endemoniado y talentoso creador de personajes célebres en el comic.
Durante dos años el proyecto se fue gestando a pesar de diversas vicisitudes personales de cada uno de los involucrados, pero se mantuvo el entusiasmo y la paciencia necesaria no solo para sortear los problemas comunes con la familia y el trabajo, sino también para no claudicar y llegar a este momento, en que Barrunto pasa a ser una obra consolidada en el tiempo, quince años después de su creación, el cuento tiene vida propia.
David Galliquio y yo quisiéramos agradecer a tantas personas por su apoyo y muestras de afecto, en especial a nuestras familias, hijas, parejas y padres. Personalmente, quisiera dejar en público un agradecimiento especial a mi padre, Carlos Sandoval Aliaga, socio fundador de Matute, por inculcarme esa identidad blanquiazul que ha marcado mi camino profesional como escritor.
Lima, junio de 2015.
Juan José Sandoval Zapata