domingo, julio 15, 2018

Porque yo no quiero trabajar



Aunque los mandos gerenciales y burocráticos siguen siendo dominados por empresaurios en el Perú, la digitalización ha replanteado los espacios de trabajo en todos los rubros productivos y profesionales. 

Aún recuerdo a mi papá que se iba a trabajar muy temprano, y no volvía más. Ya en alguna edad adolescente fui a laborar en su estudio contable, sacando copias de una moderna máquina o yendo a comprar a la bodega. Mi hermano mayor, que me lleva dos años, tenía delegadas responsabilidades mayores como enviar un fax, ir al banco y comprar dólares en la calle. Y el resto del tiempo era buscar qué hacer, pero fracasaba. No había internet, mucho menos computadoras y un televisor era un lujo que no llegaba a la oficina. Por lo que ir a trabajar se convirtió en algo aterradoramente aburrido y generó en mí un rechazo a trabajar sentado, a ser oficinista y sobre todo a la fotocopiadora. 

No volví más y con el tiempo también me cambié de carrera en la universidad por cosas similares, no sabía qué hacer cuando me quedaba sentado, y aunque fue difícil, logré insertarme en el campo de la escritura creativa, donde se requiere la mayor motivación mental para desafiar la palabra, eso implica internet con quince ventanas abiertas por revisar y conversaciones, música en línea, radio de noticias, un televisor, todo esto prendido mientras uno habla por teléfono y wasapea. Solo así me surge la posibilidad de trabajar bien e inspirado, bajo ese entorno. Y en cada empresa donde he trabajado he tenido problemas para desarrollar mi natural ecosistema. Hasta que me aburrí de ir a una oficina.

Actualmente, las oficinas se están despoblando, y quedan obsoletos aquellos oficios que te obligaban a mantenerte en la base hasta que suene la hora de salida, o esperar una firma para poder proceder cualquier acción. Ya no es necesario tener que ir al banco para hacer transacciones, las planillas se pagan digitalmente, los memorandos ya no se imprimen y sacar fotocopias es una falta de respeto al medio ambiente.

El coworking, las oficinas virtuales y el teletrabajo se han convertido en el terreno ideal para desarrollar una empresa exitosa. Si bien ya hay empresas como Comunal Coworking y las oficinas Schereiber que emergen del mercado local, hay multinacionales que se instalan en el país y promueven nuevas formas de hacer comunidad.

Ya va cumplir un año en el país WeWork, considerada la quinta startup más valiosa del mundo, con dos edificios en exclusivas zonas de Lima, donde intervienen el espacio convirtiéndolo en un club de oportunidades de negocio.

De igual forma, The Assemblage, producto bandera de la inmobiliaria Prodigy, se acerca al Perú con su propuesta disruptiva de un espacio laboral. Esta inmobiliaria está liderada por el colombiano Rodrigo Niño y espera convertirse en la primera empresa unicornio de su país (¿tenemos una empresa unicornio peruana?).

¿Cuándo dejarán los empresaurios su sillón y llegarán los nativos digitales a dinamizar las decisiones administrativas? Solo es cuestión de tiempo, el futuro llegó a la oficina y las oportunidades de negocio se generan en nuevos entornos. Hay un desafío muy grande en el empresariado peruano.