Estuvimos hablando un rato, estaba una vecina de la familia que era periodista del Trome, y la conversación evitaba que yo sacie mi inquietud. Pero mi ansiedad pudo más, corté la conversación y le pregunté. Tío, qué ha pasado? Y justo cuando me iba responder, llegó mi tío Andy, hermano de mi tía Ceci. Y todos lo abrazaron. Era un pésame raro. Mi tío llegó a decir que el jardinero de la casa de Cieneguilla, ahí donde los Sandoval hacían los encuentros familiares más emotivos, se desquició y atacó a la anciana mujer y a mi tía Cecilia con la pata de cerámica del tanque del water del baño. A lo que mi tía había sobrevivido al ataque, sin embargo, su estado era bastante reservado y requería una operación de emergencia tras una desfiguración total de su rostro.Apenas llegó mi mamá le pedí que no pregunte por mi tía Ceci, vi a mi prima su hija y la volví a saludar. Ya no sabía qué hacer para manifestar mi solidaridad con lo que había escuchado.
Mi tía Angelita no se merecía un castigo así. En realidad nadie merece que le toquen este tipo de situaciones. Mi tía Ceci estaba en su auto y yo afuera le iba diciendo que las cosas no iban bien, que la chamba estaba baja y que se iba a poner peor. Pero ella venía de sobrevivir a un intento de asesinato. Donde tuvo que reaccionar ante la adversidad para salvar su vida. Yo intentaba ver, sobrino, y decía por qué no puedo ver, por qué si abro mis ojos. Y era que mi cara estaba hinchada sobrino, mi cara estaba coagulada y el maldito solo decía ya perdiste. Ya perdiste. Pero no sobrino, yo he estado mucho tiempo pensando que yo había perdido. Y el maldito aparecía en mis sueños y me decía ya perdiste, ya perdiste. Y no, sobrino.Yo no perdí, yo gané. Yo gané a la muerte. Él perdió. Se morirá preso. Y yo gané, estoy viva. Sobrino, la vida te cambia en cualquier momento. Y te lo cuento a ti porque tú eres escritor y lo debes saber. Yo la verdad venía de un estado depresivo que me empujaba constantemente a cuestionarme la vida. El pesimismo embriaga, pero mi tía me puso en sus zapatos. Necesitaba hablar con alguien. Y dios me la puso en mi camino para decirme que aún es posible seguir viviendo. Ella sobrevivió a un intento de asesinato, pero su mamá no. Aunque mi tía Ceci tuvo la piedad de Dios que no le permitió verla a su madre ser atacada mortalmente con el mismo objeto contundente con el que la dejaron casi muerta.
Los medios no dijeron mucho pero el noticiero de veinticuatro horas levantaron la noticia desde el parte policial. También salió en El Popular y detallaron los pormenores del ataque. Una anciana de 90 años fue asesinada por el jardinero, y su hija se encuentra grave. El hecho ocurrió en Cieneguilla y se investigan las causas del hecho. Según el reporte de la fiscalía, el asesino actuó bajo efectos del alcohol, lo que conllevó al ataque con la tapa del tanque del water.
A mi tía Ceci por contarme lo que vivió le vino el dolor de cabeza. Me dijo que estaba con chichones, y su rostro denotaba diversas marcas y cicatrices que daban a entender la magnitud del ataque. Como quisiera que mi tía Ceci vaya al estreno de Barrunto, la obra de teatro. Pero temo que se pueda sentir aturdida, necesita tranquilidad. Hubo un tiempo en que estuve en el lado oscuro y casi me voy de este mundo. Terminé internado por crisis de ansiedad. Y trunqué la posibilidad de publicar mi tercer libro titulado El artista de la familia. Pero volví a los meses y presenté el libro en la FIL, y mi tía Angelita fue a la presentación, también mi tía Ceci y mi tía Dochi. Todas Sandoval, lectoras y orgullosas de mi labor. Están los videos de la época donde sale mi tía Angelita y la saludo. Hace unas semanas atrás estaba borrando archivos de mi computadora y me encontré con un audio del wasap del 8 de diciembre de 2021, santo de mi mamá y fecha en que atravesaba un tratamiento de quimioterapia para vencer el cáncer de seno. Había perdido el cabello y estaba sumamente deprimida y suceptible. Y mi tía Ceci mandó un mensaje enviándole feliz cumpleaños y mucha fuerza, que la vida era una maravillosa experiencia y que debía seguir adelante. Había que luchar, y a lo lejos se escuchaba a mi tía Angelita, feliz día Marujita. Se escuchaba su voz bien viejita pero con tanta alegría. Entonces hice el audio con una foto de mi tía Angelita y se lo mandé a mi tía Ceci como video. Y le puse la frase "la gratitud es la memoria del corazón".
Ese día, como todos los lunes últimamente, salgo de mi casa y no vuelvo hasta la medianoche, voy de Miraflores al centro de Lima en Metropolitano y hago mi programa en vivo. Allá tengo una camisa, un saco y una corbata de utilería. La camisa huele a sudor de varios meses. Está impregnada de mi sudor. La lavo en cambio de estación, por cábala. Ese programa lo hice inquieto porque me había encontrado con mi tía Ceci y me contó cómo sobrevivió al ataque. Me quedé pensando en ella semanas. Pero ese programa, cada corte comercial, me iba al baño a llorar un rato. Luego echarme colirio y proseguir. Y saliendo, ya que tenía que estar en el ensayo de Barrunto, me puse a tomar. Los lunes además de ser el día más cargado de trabajo es también el día que más necesito alcohol. Y llego a ver a los actores en un estadío de efervecencia completo. Ese día había ensayo pero era especial porque iba a ir Ari, una poeta ex pareja mía y que ahora vivía en Tarapoto, pero estaba con su novio francés de pasada por Lima así que bajó al ensayo de Barrunto. Algo me había contado que su hija mayor estaba un poco confundida y agresiva. Le hice un cuaderno collage y le escribí un texto en la primera página. Le puse sobrina, no le hagas caso a tus padres, sé libre. Ellos te trajeron, que ellos te mantengan y págales con mala moneda. Ante la timidez, la autodestrucción. El sexo es el acto de las tinieblas y el enamoramiento la unión de los tormentos. Unas frases que me quedan en la cabeza de la novela Que viva la música de Andrés Caicedo. Libro que inspiró mucho a Barrunto. Me compré ese libro en versión pirata en Bogotá. Cerca del Bronx. Ahora ya no puedo ir a Bogotá porque mi amigo Martín está mal, le pegó una infección en la servical y no puede caminar. Necesita ayuda. Yo quisiera ayudar pero no puedo conmigo mismo también. Cuando siento que la crisis me va a embargar y no tengo solución de nada me pongo a escuchar a Facundo Cabral, pienso en mi tía Ceci y celebro su reivindicación de vida, pienso en mi viejita que a pesar que va olvidándose las cosas nunca olvidaremos que batalló contra la muerte y tuvo que ser valiente frente a lo que decían los médicos. O me pongo a pensar en mi sobrina Hanna, que la manda a la mierda a su abuela y le dice que se vaya o abandona el colegio. Prefiere dibujar. Pienso en gente luchadora que me inspira porque se necesita darle batalla a todo.
El día del velorio de mi tía Angelita, su hijo mi tío Andy tuvo que dar las palabras a nombre de la familia. Pero su estado era de furia y resentimiento. Por eso cuando al cura le tocó hablar lo mandó al carajo. Le dijo, a usted le pagan por rezar. Usted no sabe lo que le han hecho a mi madre. Váyase a la mierda. Amén.