lunes, mayo 24, 2004

atentado

A quienes creen en la belleza, este atentado telúrico


Si escribo esto es por venganza.
Pero más, es por vergüenza a mi desaliño.
Lo que sea, es para ti que bajas la mirada cuando hablo.

Para que no griten las sordas.
Para no repetir mil veces los deberes de mi generación, mientras el gris de la ciudad gira incontinente. Para nada.

Mientras haya agua existirán lágrimas de cocodrilo.
No quisiera expandir las arrugas de la tercera edad sin que nos terminemos comiendo las uñas de la desesperación.
No llegues tarde a ningún lado. Mejor no salgas de casa. No te ensucies con nadie. No seas vago ni te juntes con los del otro lado del mundo. No seas un glotón de amores sin haberte medido la presión. Mejor no ames.
No te pinches en público. No vayas a misa sin haber pecado. No seas peruano. Peor, ayacuchano. No hagas meta-textos en miraflorino. Mejor no pienses.
No grites felicidad sin haber cenado un poco de vida injusta. No digas malas palabras. Mejor no hables para siempre.
No ayudes al prójimo sin un puñal en los bolsillos. No seas soberbio porque la poesía te hará bajar de las nubes. No escribas literatura porque sólo te darán el camino más corto a la jubilación.

Corolario:
En la noche patearé el vientre de mi madre para sentirme vivo, sólo si es que los ángeles se pudren bajo tierra.


Juan José Sandoval Zapata . 2004 . Lima . Perú