surco. semana del anticucho. 2005. perú
míster ágreda :
desearía intercambiar unos puntos referidos al texto de hueso húmero y su comentario al respecto.
A
el mail de marco young anunciando ese artículo montalveti-lauer parte muy mal, pues dice que "causará polémica", cosa que es poco probable, tratándose de un simple diálogo escrito, con un discurso acrobático de ambos, donde deambulan en su poca capacidad de curiosidad por eso que llaman la poesía pos 2000.
B
primero el poeta lauer (a quien solo se le puede reconocer la poesía que publica en su columna política en la corporación donde usted también colabora), que tiene eso que huele a mar y revive el apetito sexual, para reflexionar de que sí pues, para buscar los enigmas de esa generación casi perdida del dos 1000, nomás le queda visitar el virrey. (plop!)
C
no es que el virrey tenga a mal recibir publicaciones que muchas veces no alcanzan un nivel digno de mostrarse en un estante, cosa que sucede a partir de esa proliferación de fotolitos y poca la información sobre el arte de la edición de libros.
precisamente, por solo asomar su mustacho por el virrey, míster lauer no podrá ver (o leer) más allá de esa pequeña sociedad poética: Chirif, Coral, Bruno Mendizábal, Melgar, Higa, Herrera.
D
cuando le toca su turno, montalveti, como para que míster lauer no se sienta tan monse de sólo ir al virrey para husmear la poesía del 2 mil. también suelta nombres: Vélez, Piñeiro, Quiroz, Murrugarra, Crisólogo, Helguero, Espinosa. autores integrados ya en el circuito crítico-periodístico. (jet set si desea usted)
E
aquí, yo creo que además de hacer un balance más amplio de autores, desearía hacer un hincapié de la existencia de una cúpula intelectual, que se proclama poesía del 2 mil, y que tienen como factor común dos condiciones: periodista y poeta. esa élite que agrupa a periodistas clavados en los sillones culturales de todo medio escrito, jóvenes aún (porque a pesar de todo, el alcohol te da vida) que publican cuando el suspiro les da y se intercambian "ácidas" críticas de sus poemarios en sus medios, proponiéndose ellos mismos como los representantes de la letra peruana, aunque muchas veces el coetón sea más fuerte que la calidad de verba. de ese coro: otero, pimentel, herrada (y por favor colabore con nombres que hay muchos.)
F
de los underground, de aquella fauna que pasa desapercibida por las agudas vistas de la dupla "la-mo" ( lauer-montalveti ), hay varios que merecen más identidad en esa generación que tropieza sola:
yuri gutiérrez, los del grupo colmena, la ex sociedad elefante, julio fabian, tenorio, martínez, fuenzalida, rosario rivas, podestá, godos y el mismo zelada, y tantos que gastan el peculio familiar para poder seguir vivos.
hay tantos inmortales que se pudren fuera del virrey.
incluso hay círculos poéticos fuera del paradigma "unmsm-ucp", por ejemplo las actividades editoriales de la garcilazo, la san martín, la cantuta, alas peruanas, la sedes sapientae y más de 40 universidades que hay en todo el perú. la actividad nunca murió.
G
de ahí, mencionar poetas de provincias, ya sería caer en la misma espiral en la que cae la dupla "la-mo" al filosofar sobre la pobre arquología de sus inquietudes para con la poesía pos chino, pos violencia, pos apagones o posserazos.
pero unos cuantos caen bien: fuentes, chauca quispe (cusco), filonino catalina (aqp), cara de camión, páucar, la gente de tarapoto, un buen poeta chiclayano que ahorita no recuerdo el nombre, que vive en una silla de ruedas, etc etc etc.
H
sólo revisando con mayor lupa, y dejándose de prejuicios por la calidad de papel, bien podría la dupla "la-mo" recibir mayores alcances de la actividad poética del 2 mil, si atendieran las llamadas de escritores desconocidos solicitando espacio, dignándose a revisar algunas líneas de lo que les llega a las redacciones, fomentando encuentros (o encontronazos no importa) y sobre todo, evitar las argollas a la hora de bucear entre la generación pos dos 1000 que aún desconocen si es lenta, rápida, gráfica, estúpida o contestataria.
disculpe, míster
si usted tiene más nombres de autores fuera del circuito, colabore con el rompimiento de ese marasmo en el que cae el dialogo "la-mo".
atento,
juan josé sandoval zapata
http://barrunto.blogspot.com
lima - perú
sábado, marzo 26, 2005
lunes, marzo 14, 2005
Un poema
Un poema para la tos.
Un poema para la dicha, la flor y las margaritas de sayón.
Para la esperanza, un poema.
Para que la muerte no llegue. Y si llega, que sea bueno con la abuelita.
Un poema para la pena, la lluvia, el cielo gris, la pista gris, mi lengua gris, tú gris, él gris, vosotros gris.
Un poema para la alquimia.
Para las madres con arteroesclerosis, con cáncer de mama, la glucosa en hiperinflación, la diabetes, nicotina el vicio la timba de la vida.
Para la locura un poema.
Para que la realidad siga cuadrapléjica.
Un poema para los tubérculos.
Un poema para los enamorados chicle globo, para los quinceañeros sin invitación, sin chaperón, sin baile, sin bocaditos, sin aliento, sin sabor, sin vergüenza, sin sentido.
Un poema para justificar los abortos en Plaza Italia.
Para el humanismo diet.
Para burocratizar el camino a la extinción.
Para el perreo, la disco light de ambiente chicha de jora.
Para la sexualidad oprimida.
Un poema para borrar cicatrices de la cara, o para remarcarlas.
Un poema para hacer llorar a tus hijas.
Para avergonzar a la familia.
Para soltar el purgatorio completo de un solo eructo.
Para la alegría, el perdón, el pecado.
Un poema para ti, para mí, para quien quiera colaborar con un sol. Con un nuevo sol.
Un poema para el estofado, el pisco, el caballo sin pueblo.
Y la indigencia mental...
Y para los políticos ¡También su poema!
Un poema para surgir en la ciudad.
Para hundirse un poco más.
Para amar y ser odiado por eso.
Para ustedes, un poema. Gracias por oírme.
Un poema para la dicha, la flor y las margaritas de sayón.
Para la esperanza, un poema.
Para que la muerte no llegue. Y si llega, que sea bueno con la abuelita.
Un poema para la pena, la lluvia, el cielo gris, la pista gris, mi lengua gris, tú gris, él gris, vosotros gris.
Un poema para la alquimia.
Para las madres con arteroesclerosis, con cáncer de mama, la glucosa en hiperinflación, la diabetes, nicotina el vicio la timba de la vida.
Para la locura un poema.
Para que la realidad siga cuadrapléjica.
Un poema para los tubérculos.
Un poema para los enamorados chicle globo, para los quinceañeros sin invitación, sin chaperón, sin baile, sin bocaditos, sin aliento, sin sabor, sin vergüenza, sin sentido.
Un poema para justificar los abortos en Plaza Italia.
Para el humanismo diet.
Para burocratizar el camino a la extinción.
Para el perreo, la disco light de ambiente chicha de jora.
Para la sexualidad oprimida.
Un poema para borrar cicatrices de la cara, o para remarcarlas.
Un poema para hacer llorar a tus hijas.
Para avergonzar a la familia.
Para soltar el purgatorio completo de un solo eructo.
Para la alegría, el perdón, el pecado.
Un poema para ti, para mí, para quien quiera colaborar con un sol. Con un nuevo sol.
Un poema para el estofado, el pisco, el caballo sin pueblo.
Y la indigencia mental...
Y para los políticos ¡También su poema!
Un poema para surgir en la ciudad.
Para hundirse un poco más.
Para amar y ser odiado por eso.
Para ustedes, un poema. Gracias por oírme.
martes, marzo 08, 2005
La Copa Bamba
Yo he jugado fútbol desde chico. No era virtuoso, pero confieso que he entregado mucho delirio a la tribuna. Y eso que era arquero suplente y sufrí goleadas lamentables. Y eso que era el más gordo del equipo. Por eso me hice arquero, para evitar quedar entre los últimos en las pichangas.
La cosa fue que hubo una invitación para un torneo de clubes en Argentina. La Junta de Padres aprovechó las vacaciones de fiestas patrias para organizar el viaje y asistir al campeonato. Nosotros no éramos más de quince, pero la delegación fue de cuarenta, incluyendo la barra y el Comité de Padres.
El primer partido apenas inició y nos metieron el primero. A nuestro DT le dio un colapso nervioso y suspendieron. Él era un tipo treintón que con aroma de cantina que siempre tenía un mondadientes en la boca. Eventualmente soltaba un “che”, pero era del Llauca. De joven había soñado con triunfar en el fútbol argentino hasta que una patada en la rótula lo alejó de las canchas. Era nervioso, una vez llegó a golpear al árbitro y acabó preso dos días.
En el segundo encuentro hice mi debut y arrancamos bien. “Chaca” Trelles inauguró el marcador, era un negro larguilucho que apuntaba a ser de esos delanteros que para anotar un gol necesitan fallar cien veces y soportar las rechiflas. Y eso que el negro terminó siendo un gran futbolista, cosa que lo hizo famoso y se olvidara de muchas caras (entre ellas la mía).
Fue en un tiro de esquina, cerró los ojos y, encogiéndose con miedo, saltó sobre el tumulto del área chica, escuchó el grito de la tribuna y de tanta impresión corrió hasta la pista atlética, se sacó la camiseta y empezó a flamearla. Antes de reanudarse el partido, el negro fue expulsado. Los ánimos se caldearon un poco y al “profe” le volvió el colapso, pero íbamos arriba en el marcador y al menos nadie presagiaba un empate.
Lo marcó un delantero muy pequeñito que había ingresado faltando diez minutos para el final del encuentro. La defensa pensó en off side y nadie corrió tras él. Ya en el área, no tuvo que hacer mucho para hacerme caer en su amague. Cuando llegó al arco empujó la pelota con el taco.
El partido definitorio para la clasificación enfrentamos al equipo organizador. Yo pensé que el gol que me habían encajado era un buen pretexto para volver a la banca. Pero el DT sacó su tablero de madera con once chapitas y soltó la alineación, fui el primer nombrado: “Che, Juan, tú vas al arco. ¡Es tu oportunidad, eh, fierita!”
Todo el equipo se juntó en arengas: “¡Pe-rú, Pe-rú!”.
Salimos al gramado y corrimos un rato mientras la gente bajaba la silbatina. Yo me acerqué trotando hasta el arco, encomendándome a Dios, y desde la tribuna se oyó: “¡Che, perucho, si no ganamos hoy, no te doy de comer, eh, chorro di merda!”. La gente en la cancha carcajeó pero yo quedé temblando en el pórtico.
Perdimos dos a cero y al final del encuentro el “profe” se le fue encima al árbitro pero todos cooperamos para hacerle entender que el campeonato estaba consumado.
Mientras nos cambiábamos para volver al hotel, el DT entró al camerino y lanzó unas palabras: “Muchachos, hemos llegado al final de nuestro viaje y quiero felicitarlos por lo que han logrado. Estoy muy conforme, vamos a seguir entrenando fuerte porque el próximo año el campeonato ¡TIENE QUE SER NUESTRO!”.
El lugar explotó en aplausos y vivas mientras se pasaban las botellas de agua y pomadas para los golpeados. Y prosiguió: “Además, quiero informarles que he hablado los del Comité. Acordamos decir en Lima que hemos quedado subcampeones. ¡Y QUE ADEMÁS LE GANAMOS UNO A CERO A LANÚS CON GOL DEL NEGRO!”
Todos fuimos al encuentro de “Chaca” para felicitarlo por el tanto que habían inventado en su nombre. Entonces nos sentimos ganadores. El negro se había convertido en el goleador del equipo gracias a la alucinada versión del “profe”. Tanto así fue nuestro éxito, que el Comité buscó por toda la ciudad una tienda de trofeos y compraron unas cuantas medallas.
Al volver a Lima el gerente del club nos recibió con la prensa. Y durante el almuerzo, el “profe” lanzó un discurso emotivo sobre “este gran grupo de niños futbolistas, futuros ídolos del país”, que provocó fuertes palmas acompañadas de “¡Pe-rú, Pe-rú!” por todos lados.
El campeonato lo volvimos a perder el siguiente año, pero por fiestas llegamos a Europa y, allá, sí que la hicimos.
La cosa fue que hubo una invitación para un torneo de clubes en Argentina. La Junta de Padres aprovechó las vacaciones de fiestas patrias para organizar el viaje y asistir al campeonato. Nosotros no éramos más de quince, pero la delegación fue de cuarenta, incluyendo la barra y el Comité de Padres.
El primer partido apenas inició y nos metieron el primero. A nuestro DT le dio un colapso nervioso y suspendieron. Él era un tipo treintón que con aroma de cantina que siempre tenía un mondadientes en la boca. Eventualmente soltaba un “che”, pero era del Llauca. De joven había soñado con triunfar en el fútbol argentino hasta que una patada en la rótula lo alejó de las canchas. Era nervioso, una vez llegó a golpear al árbitro y acabó preso dos días.
En el segundo encuentro hice mi debut y arrancamos bien. “Chaca” Trelles inauguró el marcador, era un negro larguilucho que apuntaba a ser de esos delanteros que para anotar un gol necesitan fallar cien veces y soportar las rechiflas. Y eso que el negro terminó siendo un gran futbolista, cosa que lo hizo famoso y se olvidara de muchas caras (entre ellas la mía).
Fue en un tiro de esquina, cerró los ojos y, encogiéndose con miedo, saltó sobre el tumulto del área chica, escuchó el grito de la tribuna y de tanta impresión corrió hasta la pista atlética, se sacó la camiseta y empezó a flamearla. Antes de reanudarse el partido, el negro fue expulsado. Los ánimos se caldearon un poco y al “profe” le volvió el colapso, pero íbamos arriba en el marcador y al menos nadie presagiaba un empate.
Lo marcó un delantero muy pequeñito que había ingresado faltando diez minutos para el final del encuentro. La defensa pensó en off side y nadie corrió tras él. Ya en el área, no tuvo que hacer mucho para hacerme caer en su amague. Cuando llegó al arco empujó la pelota con el taco.
El partido definitorio para la clasificación enfrentamos al equipo organizador. Yo pensé que el gol que me habían encajado era un buen pretexto para volver a la banca. Pero el DT sacó su tablero de madera con once chapitas y soltó la alineación, fui el primer nombrado: “Che, Juan, tú vas al arco. ¡Es tu oportunidad, eh, fierita!”
Todo el equipo se juntó en arengas: “¡Pe-rú, Pe-rú!”.
Salimos al gramado y corrimos un rato mientras la gente bajaba la silbatina. Yo me acerqué trotando hasta el arco, encomendándome a Dios, y desde la tribuna se oyó: “¡Che, perucho, si no ganamos hoy, no te doy de comer, eh, chorro di merda!”. La gente en la cancha carcajeó pero yo quedé temblando en el pórtico.
Perdimos dos a cero y al final del encuentro el “profe” se le fue encima al árbitro pero todos cooperamos para hacerle entender que el campeonato estaba consumado.
Mientras nos cambiábamos para volver al hotel, el DT entró al camerino y lanzó unas palabras: “Muchachos, hemos llegado al final de nuestro viaje y quiero felicitarlos por lo que han logrado. Estoy muy conforme, vamos a seguir entrenando fuerte porque el próximo año el campeonato ¡TIENE QUE SER NUESTRO!”.
El lugar explotó en aplausos y vivas mientras se pasaban las botellas de agua y pomadas para los golpeados. Y prosiguió: “Además, quiero informarles que he hablado los del Comité. Acordamos decir en Lima que hemos quedado subcampeones. ¡Y QUE ADEMÁS LE GANAMOS UNO A CERO A LANÚS CON GOL DEL NEGRO!”
Todos fuimos al encuentro de “Chaca” para felicitarlo por el tanto que habían inventado en su nombre. Entonces nos sentimos ganadores. El negro se había convertido en el goleador del equipo gracias a la alucinada versión del “profe”. Tanto así fue nuestro éxito, que el Comité buscó por toda la ciudad una tienda de trofeos y compraron unas cuantas medallas.
Al volver a Lima el gerente del club nos recibió con la prensa. Y durante el almuerzo, el “profe” lanzó un discurso emotivo sobre “este gran grupo de niños futbolistas, futuros ídolos del país”, que provocó fuertes palmas acompañadas de “¡Pe-rú, Pe-rú!” por todos lados.
El campeonato lo volvimos a perder el siguiente año, pero por fiestas llegamos a Europa y, allá, sí que la hicimos.
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