domingo, julio 29, 2007

CARA DE PERRO


Solo / Pensando en mí / A tres gigas de casa / Deseando el lado oscuro / Alguien que se me parezca / (O sea tú.) / Para que no digas que te ignoro / Cuando estoy de salida / De este planeta / Que guardo aquí en mi bolsillo / Junto a mis llaves / Y los sueños que persigo día a día / Con mis canciones tarareadas / Al compás de un asesinato / Que corta rabo y dos orejas / Con tijeras / Contigo en el filo de las agujas / Donde las horas pasan más lento / Y tu rubor se enrojece / Me contagias tus manías / Bailamos al compás de la epilepsia de un asmático / Aprovecharé un momento tuyo de desilusión / Para sacar estas últimas palabras / Intentan endulzar tus dedos / Y luego chuparlos sin pretextos / Morderlos sin excusas de canibalismo / Masticarlos sin remordimientos / Digerirlos mientras se mueven cosquilleándome el ojo / Hasta sonreír mañanas / Untarte mantequilla en la nariz / Convertirme en sapo nuevamente / Y suspirar de tus colores, el mejor aroma a piruetas de papel. / . Punto. /
Ahora que tienes algo mío en tus manos / Que estoy desnudo avergonzado de las miserias que encarno / De las malas noches sin encontrarte / Guardando una foto carné de tu sonrisa en el paladar / En mi boca / Contigo adentro / Con miles decibeles encima / Atormentando tu inocencia distraída / Pinchando burbujas de cristal / Luces sicodélicas abundan como vellos en tus brazos / Trenzados con mis fuegos / Calientan los motores / Y te llaman Libertad / Quienes me dicen loco / Y nos detestamos mutuamente / En la mesa del comedor / Escenitas en la calle / Lloriqueos antojadizos / Todo sea por el anzuelo que atrapé buscándote / ¿Será que tu piel es mi piel disfrazada de Dios? / Y todavía te dicen Libertad. / A mi me gusta el ritmo de tu mochila / Porque no le gusta bailar / Ni cantar en público si no estoy junto a ti / Para aplaudir más fuerte / Que el ego se hinche como globo / A ver si nos sacan del lugar flotando / Como haciéndose el muertito en el mar / De modo que el ecosistema se acostumbre a mis delirios de niño atormentado / Y me deje acompañarte hasta la puerta del colegio. / Y todavía te dicen Libertad…
Me tienen en cuarentena / atrapado / Dependiendo de tu ego / Que yo pueda enseñarte la clave / Romper la matriz / Copiar descaradamente un examen / Pasar el año en blanco / Dejar que los días pasen / Que amanezca menos gris / La ley del menor esfuerzo / Te voy a dejar un poco de agua cuando duermas / Leeré tus manos sin que te des cuenta /
A ella le gustan mis cursivas / Más cuando no le muestro mis encías / Podría levantar una muralla de felicidad / Tapar el horizonte con mi lunar de carne / Yo podría ser quien desvele tus encantos / Pero tú y quien queda de mí sabemos que ambos habremos de morir un poquito más / Tengo el espíritu imantado de tus labios / Ando buscando formas nuevas de explorar mis miedos / Quisiera gritar en un nuevo sol mayor sostenido / Melodías que recorren mis venas en tus nerviosos pétalos de girasol / Escribe Mi menor Tristeza bemol / Puntiagudos dibujitos que me hacen diminutivo / De tu nombre / . / . /
Yo iba saltar al vacío / Y volviste a zumbar mis oídos / Yo estaba dispuesto a olvidarme de tu eco / Y apareces por segundos / En mi barba desempleada / Tintineando mis ojos / ¿No serás un duende que me acosa? / ¿Deseas que abrace el asfalto por ti? / Porque cada vez que siento tu perfume dan ganas de estamparme contra el piso / A ver si llego a estar donde te escondes de mi verdad.

Estoy cansado de asustar gente / Siento pavor de que te alejes del volumen de mis parlantes / Me gustaría tener colores en los pasos que doy / Cosa que si un día te olvidas de mí, yo sabré por qué camino volver / Las veces que huyes de mi cama / Son pesadillas con jamón ahumado / Entonces jalo un cabello tuyo para saber si realmente existes / O es que una ficción se metió en mi vida / O si eres una hechicera vestida de ilusión / Intentando acabar con mis bemoles delirantes / Con mis zapatos sin lustrar y la camisa prestada / Eres un caramelo de limón compartido / Podría llevarte colgada en mi cuello / Para que cuando mis amos me dejen varado en la calle / Vengan los vagabundos y sepan que alguna vez te pertenecí. / Si te conocieran / Me devolverían a tu lado.


¿Y qué me dices de tu ombligo? / ¿Es malo ver más allá de tus pantanos? / ¿Es que estás temiendo por tu vida junto a la mía? / ¿Vas a tenerle miedo a mis ladridos cuando llegue después de misa? / ¿Quieres mantener una distancia milimétricamente espontánea? / ¿Quieres bailar este poema? / ¿Tienes documentos? / ¿De qué tamaño son tus pestañas? / ¿Puedo tocarte un codo sin que tus mejillas se braseen? / ¿Puedo freír el viento en mi barriga? / ¿Tocas la guitarra? / ¿Por qué lloras cuando cantas? / ¿Qué te hace tan bonita? / ¿O es que una flecha afiebrada me atraviesa el ojo? / . / . / Mi chip está dañado. / . /
Hoy me descubrí muy triste en el parque que mira tu ventana / Todos conspiran contra mi hígado / ¿Quieren pleito los chocarreros? / Que vengan hasta aquí / Les tengo una sorpresa: tú / Descargas todo el rimel / Suena / con Fuztón / Acopla mis tímpanos / Hazme que llore un río como el grupo Maná. / . / . / Déjame una huella digital bajo mi sopa de letras.
Tú eres astuta / Yo un pobre infeliz / Tú sonríes cuando hablo / Yo me psicoseo cuando me escucho a tu lado / Yo te mando una lluvia de mails / Tú descubres que no oyes por un oído / Y por la nariz puedes oír cuando se mueven mis cejas / Tarántula coja / Yo te digo las cosas como son / Con son cubano / Antioqueña con olor a waro / Con lisura, sin compasión de nada / Las historias tal cual las viví mientras me las contaban mis ancestros hermanos de una generación despelotuda / No se dan cuenta que mis rencores y tu risita congenian con miel / Y una catarata de coca cola nos baña ///(¿con ropa todavía?) /// El gas burbujea cosquillas para ti / Toma, te regalo un dulce: . / .Para que digas siempre que me cuelo cuando quieres concentrarte en aquella clase de universidad que yo abandoné hace ya tres punto catorce dieciséis semestres. / . Tú me ayudas a escalar tristezas. / ¿Y si me resssssssssssssssssssssssssssbalo?
/ No te conozco aún y ya te extraño /
¿Y si nunca encuentro el fondo? ¿Y si nunca me vuelves hablar? ¿Respondes mis cartas impacientes? ¿Contestarás mi mirada canina? ¿O es que temes que yo pueda dañar tu chip? / . / . / . / Hoy te obsequio mi cuarto creciente / Mis jorobadas historias / Los espectáculos de rock encerrado en la habitación de la casa de mi mamá / Las entrañas de mi parto / Cuando nació el desamor / _ / _ / . / . Mientras tú le eras fiel a un i pod / Me endoso tu ausencia / La hago mía / La abrazo / Como abrazo siempre a mi almohada pensando que eres tú. / . . . Que somos una sola rareza. / . / : / . / Me he convertido en estribillo silvestre / Imposible de domesticar.
Voy a taparme los oídos para no escucharte decir eso que no quiero oír / así hagas el gesto con tus hombros / Los encojas / Digas que la vida es más bonita cuando todos son amigos / Comiendo flores / Bebiendo lluvias / Rascacielos / Un planeta lleno de ovnis que solo vemos tú y yo / O solo yo / Todo por el miedo a la rabia que contagio con los píxeles de mi voz / Tiemblan mis sonrisas / Promesas incumplidas de un pobre diablo / Y compañía / Revientan las olas / En un caracol en las orejas / Todo porque no quiero escucharte decir que ya te vas / Y recién comienza la poesía a surcar el lienzo / Me voy a forrar el pecho con papel platino / Te agradezco la tristeza / - / . / Ella no quiere dormir aquí /

jueves, julio 26, 2007

La Ruta del San Pedro


Todo está en la mente, decía el chamán, barba crecida, medio hippie, pelilargo y el hambre atrasado. Lo que más caracterizo a los peruanas es el hambre, remata un gringo con un español casi incomprensible, pero comprensible. En medio de una civilización huarasina totalmente aislada de la realidad, felizmente distante de aquella realidad que se llama el Perú. Una comunidad minera que respira la otredad, despierta con el sol llevando el pan más rico de la galaxia, sólo si es con mantequilla. Y los las montañas empolvadas de azúcar, heladas figuras que se van formando a lo alto de nuestra cordillera. Estamos a 3 mil 100 m .s.n.m., una belleza de lugar.

No hay mejor aperitivo que un rico soroche. Síntomas que se hacen evidentes cuando la glotonería se apodera de uno. Entonces no queda otra que expulsar los malos espíritus. Ya instalados en Los Alamos, a las afueras de Huaraz, tuvimos que soportar ayunas. La tradición decía que la sagrada planta se tenía que tomar sin nada en el cuerpo. Fuera comida, fuera licor. Fuera de acá. (¿A mí con vainas?). Nos fuimos a comer pizza, pan con chicharrón y pollo a la grasa. Nos bebimos hasta los maceteros de tres discotecas y no volvimos a casa sino hasta el amanecer, después de encontrar ese rico pan que se deshacía en las manos.

La jarra verde estaba lista desde hacía varios días. Nuestros anfitriones –extranjeros ultranaturales y posmodernos- se habían encargado de todo el preparado. El chamán, que no tomó mucho licor, pero sí comió lechón frío “porque da buena suerte”, también había dado el visto bueno para el brindis. Entonces nos embarcamos hacia Waying, un louge turístico ubicado a 3 mil 800 m .s.n.m., en las montañas puras de la Cordillera de los Andes.

Para llegar al lugar tuvimos que subir una trocha zigzagueante por hora y veinte minutos. Tiempo en que el pan se hizo un milagro. Un cooler con hielos mantenía la jarra a buen recaudo, además de muchos litros de agua, que según el chamán iban a ser necesarios para el viaje.

El louge está administrado por Alex, un arquitecto francés que declara tener su lugar totalmente liberado de las malas vibras. Es un lugar bendecido por la vida, saca pecho. Su hijo, de un año, corre por maizales mirando a millones de metros, unos puntitos que en su conjunto se denominan ciudad, la ciudad de Huaraz, allá a los lejos. Allá está el Huascarán. Aquí también está el Huascarán. Aquí también, mira. El San Pedro ha llegado. Algunos chicos comienzan a vomitar. Los demonios, dice el chamán que luego de tomar el horrible brebaje, se le ha antojado un juguito de fresa que vio en el bar del louge de Alex. Otros van mirando las montañas, otros van yendo en ascensor. La mayoría de extranjeros prefiere salir a caminar. Antes del brindis, Jack se ha puesto su mochila y se ha amarrado bien los zapatos caminantes. Listou, dice. Listos. Salud. Huákala. Abunda el Walter, el Hugo y el buitre. Todos caminan sin dirección, pero hacia las montañas, hacia la nada que en estos momentos lo es todo. El cielo se abre. Luego alguien cierra la cortina. Un chico dice llamarse Miguel. Pero a partir de ahora ha decidido que lo llamen Miki. Confiesa nunca haber tomado esto, dice ver las montañas en magenta, luego en cyan, luego en yellow. Yellow submarine. Sabe cantar. Y el eco de la naturaleza, al menos en las montañas de Huaraz, es de alta tecnología andina. Entonces Miki se fue a la punta de un dragón y se puso a cantar un tema de Depeche Mode. Tomó un poco de nubes con sus manos y cuando estuvo cerca de los nevados, se computó Tony Montana de Caracortada.


Otros fueron bajando de los elefantes que se habían quedado dormidos en nuestras narices. Una veía demonios, vestía de negro y sus ojos rebalsaban en rimel, era rockera. Quien no vomitaba era porque ya se había acostumbrado a convivir con el diablo adentro. Lo primero que uno siente cuando tomas, es la culebrítica. (¿La qué?). La culebrítica, un cosquilleo en el estómago que te hace vomitar, dice Carlos que es publicista y también le ha dado por llamarse Charly. Luego viene el tembleque. (¿El qué?). El tembleque. Y algunos se ponían a temblar, se contorsionaban y las piernas se movían solas, luego los brazos, luego todo el cuerpo como si uno estuviera epiléptico. Y todo queda en pantomima pura porque Miki piensa que todo es arte, pues algunos somos muy bailarines y otros más sibaritas, y comienza a imitar el tembleque. Sin darnos cuenta, todos estamos temblando como si tuviéramos parkinson.

El chamán pasa de un lado para otro con un pan del tamaño de un zapato. Lo va comiendo de a pocos y cada vez que se cruza con alguno de nosotros –que estamos dispersos por las montañas- pregunta: ¿Qué sientes? (No siento nada, dame un vaso más).

Estábamos en la cancha de grass aprendiendo a caminar. Alguien perdió la pelota, la pateó tan chueco que se perdió entre los maizales fucsias. Yo los veo celestes. ¿Cuáles son los maizales?

Había chaparrones que daban cosquillas cuando caían. El horizonte, la tierra, las gotas, el rocío, el río, los mosquitos, todo se veía tan digital que hasta uno podía tomar el control remoto y abrir las persianas del cielo. Las nubes se abrieron y un arco iris nos regaló una sonrisa, luego fueron saliendo más, como animalitos tímidos que quieren congeniar con el ser humano. Ocho, nueve, diez colores. Se estaba haciendo de noche. Alex tenía también una sauna al natural en forma de horno de pan gigante, fue nuestra salvación. Ahí terminamos de enloquecer. Todos metidos en un horno de pan, sin oxígeno, sin leyes que cumplir. Somos panes, multiplicadnos, como Dios manda.

El chamán ronca tan fuerte que el grupo se carcajea de sólo escucharlo. Pero las risas se hicieron mal genio cuando los ronquidos bajaron hasta su estómago y tuvimos que abandonar la sauna. Todo está en la mente, varón.

Un mundo en la oscuridad


Filmar vidas no es cosa de juego. En medio de la confusión que genera esa cosa llamada globalización, uno puede morirse de frío en esta ciudad y no haber visto nunca cine boliviano, o paraguayo, o austro-chileno. Hollywood es el imperio que pisotea la retina del mundo, y los hindúes calzan esas huellas de manera galopante. No se trata de sonreír frente a una cámara y decir adiós para dejar en claro que en nuestro planeta las cosas van de maravilla. En las afueras de nuestra atmósfera deambulan pasajeros en tránsito que nos ven, a lo lejos, cómo bombardeamos nuestras propias religiones. Un platillo volador zigzaguea sobre un bar de mala muerte para ver si todavía existen gentes que escriben poesía en servilletas. No pregunten de dónde vienen esas visiones, porque en la sala todo está oscuro y nadie ve nada más que la ilusión de un proyector que ha aterrizado en nuestras nucas. Los terrícolas somos seres muy extraños, dirán: cambian el color de sus cabelleras, usan pendientes en las orejas, lengua y genitales. Visten trapos rasgados que celebran la muerte del pudor. Exhalan humo blanco en lugares multicolores mientras reciben ataques de epilepsia. A veces sus bocas se tocan en señal de algún sentimiento que aún los disidentes no logran definir. ¿Serán esos actos lo que luego generan explosiones en forma de un hongo?

Las localidades agotadas, el telón de terciopelo alzando vuelo. La magia salta al ruedo, torea con la realidad. El sonido ultraviolento, las mascarillas de oxígeno para los asmáticos del feeling. Los murmullos excitados, las niñas huyen de sus locos. Un susurro de menta se contornea por el pallar de la pequeñita oreja femenina. Las salas de cine no solo se inventaron para conmoverse con las películas. Existe una vida paralela que se escribe con cada apagón, donde la intuición se convierte en una vedette de siete décadas, mitad humano mitad espejo. De aquel espacio proyectado en lo blanco nacen nuevos mundos. Nuevos retos para la imaginación: matrimonios malditos, infidelidades adolescentes, patologías malsanas, mares de lágrimas, la felicidad de los avestruces, la psicología del ratón, las travesías al más allá de un chamán que duerme placenteramente en los intestinos de cada ciudad. Habré cortado un poco de sueños en juliana para que nuestras historias se entretengan, mientras la inspiración llega junto con el té y las galletas. Zucarina para la piel, tome cafeína, te da balas. Apague su celular o póngalo a tres gigas sobre el nivel del mal. Que empiece la fiesta: Acción.

lunes, julio 23, 2007

VIVA LA PATRIA


(Foto: Condominio, Carmona)