martes, septiembre 21, 2010

EL DESFLORAMIENTO DE JANO BULMESTER

Un día de los inocentes de 1895, en París, los hermanos Luis y Augusto Lumiére realizaron la primera proyección pública de cine, tal como se conoce hoy.

Estos inventores, cuyo apellido es “luz”, se retiraron voluntariamente de toda actividad cinematográfica 3 años  después, por razones que ellos mismo admitían: “Nos declaramos incapaces de sostener una competencia”.

En efecto, lo que ellos creyeron que no pasaría de ser una curiosidad científica (fotografías proyectadas a una cierta velocidad para dar la ilusión del movimiento) se convirtió en tres años en una complicadísima forma de espectáculo y de industria.

Cuatro meses después de la gran velada nocturna de los Lumiére, Thomas Alva Edison (inventor del bombillo) patentó en Estados Unidos el proyector cámara tomavistas, y desde ese momento Estados Unidos se convirtió en el país de mayor y más influyente producción.
Lo que para los Lumiére era una curiosidad, para George Meliés, el segundo director más importante en orden cronológico en la historia del cine, era un arte.
Ambos se vieron obligados a retirarse (Meliés, más que retirarse, quebró) ante los empujes de la industria cinematográfica.

Lo que comenzó siendo una distracción para analfabetos, es hoy el arte de los analfabetos y también es el arte de los intelectuales. Porque ante el fenómeno de la proyección, el analfabeto y el intelectual cuentan con los mismos instrumentos de aprehensión: la vista, el oído y la capacidad de sentir.

Entonces el cine en un arte totalizador y universal, con un lenguaje propio, independiente, con su propio código gramático.
Sabemos pues que estamos aquí reunidos para celebrar el florecimiento del arte.
Y he aprovechado esta magna ocasión para hacer uso del arte que más domino, el arte del robo de palabras.
Y aprovechándome de que el autor de estas palabras que acabo de leer no puede venir a reclamarme autoría alguna, salvo que exista una suerte de Armando Massé entre los presentes, tomo prestada la energía de un gran escritor de cine.


Confieso entonces que he tomado y sampleado palabras del colombiano Andrés Caicedo. Porque aun teniendo yo, Juan José Sandoval Zapata, escritor y autor del cuento barrunto, con diez años escribiendo de manera furiosa, no logro tener palabras adecuadas para presentar una muestra de perseverancia hecho film.
El día de hoy vamos a presentar la ópera prima perteneciente a Jano Bulmester Atiaja, quien ha luchado por sacar adelante este proyecto artístico durante mucho tiempo, siendo yo testigo de su devenir, muchas veces deambular, pero siempre con una orientación total hacia la consolidación, lo cual le da valiosa diferencia frente a muchos artistas, poco afortunados en la cristalización de sus ideas.

Estamos aquí presentes acompañando al director en un momento histórico, porque la participación de la universidad de san Martín de Porres en este cortometraje funda el cine profesional de dicha universidad, que Jano tiene a bien ahora liderar, representar y, algo que sabe muy bien, perseverar hasta la terquedad.
Nuestro amigo Bulmester es un especialista de la saturación.

Sabe colindar con la desesperación y vivir al límite constante si desea algo, con tal profundidad mental como la del personaje de Regreso. Puede que sea fiel reflejo de la personalidad del director.

Un sello personal que ahora se logra presentar frente a nosotros, afortunados espectadores del inicio de una gran carrera artística y de la consolidación de cineastas egresados de la Universidad de San Martín Porres, quienes llevarán por festivales de cine del mundo sus obras y proyectarán una imagen positiva de esta institución, que fomenta la cultura y busca que sus alumnos se vean reflejados en profesionales como Bulmester.

Que se nutran de su talento y de su carácter.
Y otro valor que sobresale en el hoy consumado director, la humildad.

He sido testigo de la concepción de este guión y he aplaudido cada paso del cortometraje. Pero he sido obviado en los créditos como walipolero del director.

Pero aun así, aprendiendo de la humildad que me enseñó el director, he sabido sobrellevar el desplante y me encuentro aquí, un poco haciendo público mi reclamo, y otro poco orgulloso de estar compartiendo esta mesa con importantes profesionales del cine peruano.

Por el compromiso que siempre nos va a unir a quienes nos conocimos en la universidad y aprendimos a hacer carreras profesionales de manera diferente a las especialidades que ofrecían.

Damos la bienvenida entonces a todos ustedes, a las personalidades que nos acompañan en esta mesa, a las autoridades de la universidad, a los invitados y los parroquianos que por algún motivo frívolo pasaban por aquí y se animaron a entrar sabiendo que después de la presentación habrá brindis.

Así que me es grato dar inicio a este estreno de cine, a esta celebración del arte y la consumación de un artista con fortaleza y raza de ganador.

Más que el florecimiento de un director de cine, por referirse a Jano Bulmester Atiaja, consideremos esta ocasión como el momento cumbre de su propia desfloración.

(Leído el 20 de septiembre en Multicines UVK durante el estreno / en la foto, Barrunto dando su apreciación cinematográfica con compungida mueca, el poeta urraco Elvis Errada y el artista Pancho Basurco).